Dos tipos que parecen haber nacido para radicarse en las antologías. Además, una ortografía fácil, ideal para extendidas vigencias. Cada uno con su estilo. Insaciables. Julio Chávez es como un modelo escolar, académico, formal. No sabés si estás delante de un actor o de un busto de Napoleón Bonaparte. Ricardo Darín juega a ser trasparente. Debe parecerle un grado de distinción espiritual. Simpático, capaz de contarte un secreto al minuto de haberlo conocido.
Eso a Julio no le sale. No se relaja nunca. Públicamente prefiere mostrarse como un hombre de ideas. El incomprendido que no sabe pertenecer. Repertorios más o menos conocidos.
Lo de Ricardo, sinceramente, no se puede creer. Tiene un don y un personaje. Chávez se comporta como su Salieri. Ama el oficio de actor, y se nota, pero la genialidad no es una asignatura. Se estudia para saber, para mejorar, para destacarse.
En declaraciones recientes, Julio lo trató de RR.PP. Le bajó el precio a su colega con ironía. El versus viene de hace rato, solapado, aplacado por las calidades interpretativas de uno y otro. El tipo más copado del mundo y el mala onda excéntrico y de poca paciencia.
Ricardo Darín reconoció «cierta ironía» en las declaraciones de Julio Chávez. Captura TV
Este fuego se reavivó en medio del éxito mundial de El Eternauta -serie de Netflix protagonizada por Darín e inspirada en la historieta de Héctor Oesterheld– y del flamante estreno de La ballena, basada en la película en la que brilla Brendan Fraser.
La pelea pública menos pensada
Fue la semana pasada cuando el protagonista de la obra dio una entrevista para Infobae: «Si tuviera que robarle un talento a Darín sería la sociabilidad que tiene. El charme, el handicap para ciertas cuestiones. Yo eso no lo tengo y a veces se lo envidio. No importa si su simpatía es de verdad o no. Lo importante es lo bien que lo actúa«.
Consultado por estas frases, Darín no dudo en contestar: “Yo no tengo ningún dime ni direte con él, lo único que hago es hablar maravillas de él. No sé qué le pasó, no solo yo, nadie lo sabe. Escuché lo que dijo, tiene un tufillo a cierta ironía, pero la verdad que tampoco se lo puede acusar de despectivo porque se supone que es un elogio o un halago”.
Darín fue lindo cuando tuvo que ser lindo. Encima, autodidacta. Frívolo, popular y galán sin el menor esfuerzo. Ahora, y desde hace por lo menos 20 años, su nombre es un sinónimo de clásico.
Hay que escuchar a un chico de 14 años decir: «Quiero ver la de Darín», en lugar de quiero verEl Eternauta. Cuando trabaja Darín, la gente en la boletería del cine dice: “Para la de Darín”. No dijo La Cordillera. No dijo Nieve negra. No dijo Kóblic. Pueden estar buenas o no, pero siempre son sus películas y lo vienen siendo, según los especialistas, desde Nueve reinas.
A finales de los ’70, cuando Ricardo era un pavote enLa carpa del amorlos dos tienen 68, la misma edad– no sospechaba competencia alguna en la figura de Darín.
Coincidieron en una telenovela. Mil años atrás. La anécdota siempre la recuerda Chávez diciendo que a él lo echaron y que Ricardo se destacó. Es decir, uno era demasiado inadecuado y el otro sobresalía de tan adaptado.
Chávez, en su consagratorio «Un oso rojo», donde encarna a un presidiario que busca rehacer su vida.
Si Julio estaba construyendo una carrera para ser confundido con Alfredo Alcón, ni en su peor pesadilla creyó que la «competencia» sería con un ex galancito, tapa de revista Gente. El versus entre ellos es un tema generacional. No roza a Luis Brandoni (85 años). No se metió con Federico Luppi ni con el Tano Ranni.
En la entrevista controvertida, Chávez dijo más: «El otro día lo estaba escuchando, y pensaba qué gran conocedor que es. Seguramente es uno de los motivos por los que se ha expandido tanto. Además de sus condiciones, pero su inteligencia social es algo que yo no tengo«.
Un hombre enfrentando a su némesis. Julio podía haber respondido: «Luis Ziembrowski» y la cosa pasaba de largo. Pero no, el caballero que Chávez es, el Salieri que lo habita, respondió haciéndose cargo, dando a entender que Darín es un tema de conversación interior, de sobremesas, de terapia.
Ojalá Ricardo también lo tenga atragantado y le tire dardos a una foto suya pegada en el corcho. Ojalá hable mal de Julio con sus colegas y lo deteste con todo su ser. Un hombre que dice lo que dice de su rival merece de todo menos indiferencia.
Chávez: «Soy un pésimo jugador en lo social»
Tuvimos la chance de hablarlo hace tiempo y Chávez se puso metafórico.
Ricardo Darín en «Nueve Reinas», el trampolín al reconocimiento masivo.
-¿Qué pensás de colegas intuitivos pero más reconocidos que vos, como Darín?
-Creo que Darín adquirió un conocimiento importante en su oficio y tiene un gran poder de convocatoria. Como obtuvo el conocimiento, a nadie debe importarle. El bosque es grande y cada uno hace su camino. Darín está en una parte del bosque, otros están en otra, a veces se encuentran, a veces no.
Que envidiaba a Darín, dijo. ¿Quién no? ¿Quién no quiere ser Darín, Messi, Mick Jagger? Seamos empáticos, por favor: justo los dos salen a promocionar sus trabajos. Coinciden. Chávez por la obra de teatro La Ballena, Darín por El Eternauta. Fin.
En la entrevista de la discordia, cerró: «Soy un pésimo jugador en lo social, soy otro tipo de jugador, y por eso cuando lo veo o lo escucho (a Darín), le envidio eso«.
Lo mencionó como quien saca algo afuera, como quien, preventivamente, se enfoca en su salud mental y escupe un carozo. Y lo nombró hablando de «envidia» porque Ricardo Darín es tema de conversación. Y porque hay soles que no se pueden tapar con una mano. No importa si es envidia sana o tóxica. Lo valiente quita lo cortés y nos vuelve menos hipócritas. Bien hecho, Julio. Los pingos se ven dentro y fuera de la cancha.