“Por qué no me mostrás la cara… Te creés que no te vi… Qué me estás siguiendo…”, grita en la oscuridad el heroico Juan Salvo de Ricardo Darín en una de las mejores escenas de El Eternauta. El momento pertenece al quinto capítulo, Paisaje, que Bruno Stagnaro parece utilizar para delimitar su propio territorio autoral. El director decide recordarle al espectador con un guiño que él ya había estado a cargo de otra serie exitosa donde también casi todos los capítulos tenían nombres de canciones.
La escena en cuestión está calcada de otra que también pertenece a un quinto capítulo, El mascapito, de Okupas. Allí El Negro Pablo, inolvidable villano de Dante Mastropierro, dispara el mismo reclamo que Juan Salvo al descubrir a alguien entre las sombras, esta vez en los monoblocks de Dock Sud y al asomar la figura protagónica de Ricardo, iluminado protagonista interpretado por Rodrigo de la Serna, lo llama por el nombre del episodio.
En El Eternauta es el propio Mastropierro, esta vez en la piel del Grandote, quien emerge de la oscuridad ante el pedido de Salvo y le responde que “usted solo se persigue, don…”. El personaje de Darín le contesta de inmediato, como si supiera que acababa de cruzarse con un sapo de otro pozo, “qué mierda querés”.
Stagnaro profundiza en el cruce de referencias al materializar en la escena a Jorge Sesán, que en Okupas compuso a Miguel, otro de los peligrosos villanos que invadió la casa tomada. El actor aquí tiene un rol clave en la serie (y en la carrera del director) al hacer de Franco, el maquinista que dice de entrada frente a Salvo, como si el propio Stagnaro quisiera entablar un diálogo entre sus ficciones, es “disculpe, jefe. Queremos hablar con usted”.
Codo a codo. Los personajes de Ricardo Darín y Jorge Sesán, juntos y armados en «El Eternauta». Foto: Netflix.
Y sí, estamos todos
“Ah, estamos todos”, se burla enseguida el protagonista de la serie en referencia a los múltiples guiños al universo de Stagnaro. El maquinista pide un poco de fe, e inserta a aquellos otrora delincuentes en el espíritu de la serie: “Tranquilo. No tenemos armas. No queremos problemas. Confíe”.
Esa confianza es clave para que el director transforme a esos villanos de antaño en el “héroe colectivo” que demanda la distopía creada por Héctor Oesterheld y Francisco Solano López. El “nadie se salva solo” que resuena a lo largo de El Eternauta necesita a todos adentro, como parte de un mismo bando, incluidos esos indeseados Miguel y El Negro Pablo, para luchar contra ese alegórico enemigo externo.
Jorge Sesán, a partir del quinto capítulo de «El Eternauta», se convierte en compañero de Ricardo Darín, el personaje principal. Foto: Netflix
Jorge Sesán debutó con 17 años en la actuación a fines de los 90 de la mano de Stagnaro en Pizza, birra, faso, la película que dirigió junto a Israel Adrián Caetano.
El actor había dejado su trabajo en albañilería para protagonizar, junto al difunto Héctor Anglada, aquel western urbano que seguía la trágica desventuras de Pablo y El Cordobés abriéndose paso en la delincuencia en busca de un futuro mejor.
Jorge construyó una carrera en el cine, con puntos altos como su rol de baqueano del fóbico personaje de Martín Piroyansky en La araña vampiro. Desde entonces participa en roles secundarios en distintas películas como Motín en Sierra Chica, El ardor, Al desierto, Marea alta o la reciente El lado salvaje, pero Jorge igual aseguró tras el estreno de El Eternauta que todavía tiene que seguir pintando casas para ganarse la vida.
Jorge Sesán, junto al fallecido Héctor Anglada en «Pizza, birra, faso».
El más capito o el mascapito (je)
Mastropierro también debutó gracias a Stagnaro como otro Pablo, esta vez El Negro en lugar de un rubio, en Okupas. Dante dejó el humilde barrio Los Álamos en Quilmes para ponerse la camiseta de Dock Sud que lucía siempre sobre su piel el personaje más extremo creado por el director.
Dante Mastropierro, en «El Eternauta». Había trabajado con Stagnaro en «Okupas» y volvió a «El Eternauta» con una escena calcada de aquel ciclo. Foto: Netflix
El actor tuvo algunos un fugaz paso televisivo por Botineras y El Marginal, antes de abrir un comedor comunitario en La Boca, su nuevo lugar en el mundo, y escribir la callejera autobiografía Las memorias del Negro Pablo.
Otro compañero de Okupas, el rollinga Walter de Ariel Staltari, se volvió un colaborador frecuente de Stagnaro, pero consiguió dar un paso más allá junto a Bruno.
Staltari interpreta en El Eternauta a Omar, tal vez el personaje más importante de la serie que no figura en la historieta original, pero lo curioso del recorrido de Ariel es que, más allá de su frondosa carrera actoral, se convirtió en coguionista, junto al director, de todos los capítulos de esta primera temporada.
Dante Mastropierro, en la época de «Okupas» y de su personaje El Negro Pablo.
Staltari ya había cumplido el doble rol de actor y coescritor junto al director en su serie anterior, Un gallo para Esculapio. Stagnaro parece haber intentado en El Eternauta mirar su propio pasado para cerrar un círculo que abarque su carrera sin que nadie se quede afuera. Y todavía queda la segunda temporada, en la que estos personajes (al menos el de Sesán, que termina la primera codo a codo con Darín) podrían tener algo más que decir.