El Bayesian era el yate más perfecto, según Constantino, sus constructores italianos, con el mástil más alto del mundo. Era el 18 de agosto del 2024, el último día de sus vacaciones de verano en el Mar Meditérraneo. Los dueños y los invitados del lujoso superyate se preparaban para volver a casa.
Mike Lynch se había reunido con familiares y amigos para celebrar su absolución en un juicio por fraude en Estados Unidos. Pero el ambiente se tornó sombrío tras descubrir que Stephen Chamberlain, su coacusado, había sido atropellado y se encontraba en estado crítico. Pocas horas después, una tormenta terminó con sus sueños, su yate, siete muertos y 15 sobrevivientes.
El jueves, un informe provisional de la División de Investigación de Accidentes Marítimos sobre el hundimiento del superyate proporcionó la mayor cantidad de detalles hasta la fecha sobre las últimas horas del Bayesian. Siete personas murieron, entre ellas el millonario Mike Lynch y su hija adolescente, Hannah.
Los responsables
Cuando ha comenzado el operativo de reflotar el yate por las compañías de seguros en un proceso que ya costó la muerte de un buzo, holandés, un informe británico acusa a los diseñadores del banco de ser los responsables de la tragedia.
El superyate, propiedad del magnate tecnológico Mike Lynch, naufragó en la costa de Sicilia “debido a fallas de diseño y a que el capitán y la tripulación desconocían sus vulnerabilidades·”, creen los investigadores británicos.
Un informe preliminar, publicado el jueves por la División de Investigación de Accidentes Marítimos del Reino Unido (MAIB), contradice las afirmaciones de los constructores italianos del Bayesian de que era «insumergible» y que la tragedia, en la que murieron siete personas, “debe haber sido causada por un error humano”. Tenía el mástil más alto del mundo y la quilla no estaba diseñada lo suficientemente pesada para reflotar el mástil automáticamente .
El «Bayesian», el velero de 56 metros hundido en una violenta tormenta frente a Palermo. Foto ANSA
Los investigadores dijeron que las debilidades del diseño se combinaron con una tormenta anormal, de intensidad cercana a la de un tornado y vientos de 70 nudos para volcar el barco de 56 metros de largo (184 pies) frente a la costa norte de Sicilia, en la noche del 18 de agosto del año pasado.
Esta semana lo están remontado de los 50 metros en los que está hundido y ya murió en un buzo involucrado en la operación. Están en juego millones de dólares. Los constructores eran italianos.
Un relato aterrador
Un informe provisional de la División de Investigación de Accidentes Marítimos (MAIB) contiene el relato más completo hasta la fecha sobre cómo volcó el yate y los últimos esfuerzos de las personas a bordo por salir.
Los huéspedes usaron muebles como «escalera improvisada» para intentar escapar del naufragio del superyate Bayesiano el año pasado, según un nuevo informe de seguridad.
También se determinó que el barco podría haber sido vulnerable a fuertes vientos, con ráfagas superiores a los 70 nudos (128,7 km/h) el día del incidente.
Se dijo que estas «vulnerabilidades» eran «desconocidas tanto por el propietario como por la tripulación del Bayesian«, ya que no estaban incluidas en el libro de información de estabilidad que llevaba a bordo.
El barco era propiedad del magnate tecnológico británico Mike Lynch.
Lynch se encontraba entre las siete personas, incluida su hija Hannah, de 18 años, que murieron cuando se hundió el 19 de agosto del año pasado, frente a las costas de Sicilia.
Actualmente se está trabajando para recuperar el barco, aunque el progreso se ha visto obstaculizado por la reciente muerte de un buzo durante las labores de salvamento.
El investigador principal de MAIB, Simon Graves, indicó previamente que se espera que sea rescatado y llevado a la costa a finales de mayo.
¿ Qué pasó?
El informe, publicado este jueves, detalla los sucesos del 18 y 19 de agosto del año pasado, cómo el Bayesian y su tripulación actuaron cuando una tormenta azotó el barco y comenzó a inclinarlo durante la noche.
Rescatistas y buzos del cuerpo de bomberos italiano continúan la operación de rescate de las personas desaparecidas a bordo del velero que se hundió en Porticello, Sicilia, Italia. Foto EFE
Tras despertar a la tripulación por los fuertes vientos y olas, el capitán se preparó para maniobrar el barco, según el informe.
Pero se informó que los vientos aumentaron repentinamente alrededor de las 4:06 a. m., lo que provocó que el barco se inclinara violentamente 90 grados en menos de 15 segundos.
«Personas, muebles y objetos sueltos cayeron sobre la cubierta», decía el informe, añadiendo que en el destrozo posterior, al menos cinco personas, entre ellas Lynch, el dueño, y el capitán, resultaron heridas.
Uno de los tripulantes, que estaba de guardia cuando azotó la tormenta, fue arrojado por la borda al mar.
Después de que gran parte de los muebles fueran arrojados por la cubierta y arrancados de las habitaciones, dos de los huéspedes se vieron obligados a usar cajones como escalera improvisada para escapar de una habitación. Otros, de forma similar, treparon por las paredes para salir cuando el agua comenzó a inundar las bordas y a entrar en el interior del barco.
A través del barco volcado sobre el agua , el informe explicaba cómo varios grupos se apresuraron a escapar.
En la puerta de babor de la timonera de proa, uno de los marineros que había estado de guardia esa noche ayudó a subir a dos camareros a la cubierta superior. Al no ver a nadie más dentro, saltaron al mar y la puerta aparentemente se cerró tras ellos.
Según el informe, con el Bayesian hundiéndose, varios invitados y tripulantes quedaron atrapados en una bolsa de aire, junto a la misma puerta. Solo con la ayuda de un invitado herido en el exterior pudieron abrir la puerta y escapar.
Mike Lynch, director ejecutivo de Autonomy Corp., habla durante una entrevista en Londres, Reino Unido, el miércoles 3 de febrero de 2010. Foto Bloomberg
En otro lugar, el primer oficial encontró a Lynch y lo empujó, a través de una cascada de agua, para llevarlo hasta el capitán. De esta manera, ambos lograron evacuar a otros dos invitados.
Sin embargo, debido al mal tiempo, el primer oficial fue arrastrado a la parte trasera del salón.
El informe detalla su precaria huida: saltó al agua, se zambulló y abrió las puertas corredizas de la habitación para poder salir nadando del barco.
El informe indica que el capitán organizó el «abandono» del barco y, mientras flotaban allí, algunos invitados tuvieron que usar almohadones como balsas salvavidas improvisadas.
Las investigaciones judiciales en el Reino Unido investigan la muerte de Lynch y su hija, así como la del presidente del banco Morgan Stanley International, Jonathan Bloomer, y su esposa Judy, todos ciudadanos británicos. Los otros fallecidos en el hundimiento fueron el abogado estadounidense Chris Morvillo y su esposa Neda Morvillo, y el ciudadano canadiense-antiguo Recaldo Thomas, quien trabajaba como chef en el barco.Quince personas, incluida la esposa del millonario Lynch se salvaron.
La noche de la tormenta
Con el aumento del viento, el capitán decidió navegar desde Cefalú hasta la zona más protegida de Porticello, un pueblo pesquero siciliano. Al llegar, sobre las 21:30, otro yate, el Sir Robert Baden Powell, estaba fondeado, cerca, con su capitán holandés.
Corría una ligera brisa y el mar estaba en calma. Pero se pronosticaban tormentas y se veían relámpagos en la distancia. Al acostarse, James Cutfield, el capitán, indicó a su tripulación que lo despertaran si el viento superaba los 20 nudos o si había señales de que el ancla no estaba sujetando.
Matthew Griffiths, el marinero de guardia, registró vientos de 8 nudos. Filmó el cielo destellante con su teléfono y lo publicó en redes sociales a las 3:55 a. m., cerrando las escotillas mientras llovía.
El viento arreció, alcanzando los 30 nudos. A las 3:57 a. m. Griffiths creyó que el yate estaba arrastrando el ancla. Unos minutos después, a las 4 a. m., despertó a Cutfield y los dos hombres se dirigieron al puente de mando. El resto de la tripulación se levantó y salió de su alojamiento para ayudar.
Recaldo Thomas, el chef, despertado por el inusual movimiento, se encontraba en la cocina guardando cubiertos, ollas y sartenes y gritó: «¡Buenos días!» , con su característico humor a sus ocupados compañeros. Tim Parker Eaton, el jefe de máquinas, con experiencia en tormentas, se levantó y se dirigió a la sala de control de máquinas para preparar el yate para la maniobra.
Sasha Murray, la camarera jefe, estaba en cubierta asegurando los objetos sueltos. Angela Bacares, esposa de Lynch y propietaria oficial del yate, se acercó a preguntar si el transporte de los invitados seguiría adelante, según lo previsto por la mañana.
Algunos de los invitados —Charlotte Golunski, quien había trabajado con Lynch en su fondo de inversión, y su pareja, James Emslie, con su bebé— se despertaron y se dirigieron al salón, justo cuando Murray, empapado, entraba en el barco.
Al timón, Cutfield se preparaba para maniobrar el yate contra el viento, cuando este repentinamente superó los 70 nudos, una fuerza muy superior a la de un huracán. El toldo del puente de mando se rasgó y la situación se descontroló rápidamente.
A las 4:06 a. m., en un instante de infarto, la tormenta arrolló al buque, inclinándolo violentamente más de 90 grados hacia estribor en menos de 15 segundos. Personas y objetos salieron despedidos por la cubierta. Los generadores se apagaron. Las luces de emergencia se encendieron.
El capitán James Cutfield y Bacares, la esposa del propietario, se encontraban entre los heridos. Griffiths fue arrojado al mar. Bajo cubierta, Ayla Ronald, miembro del equipo legal de Lynch, y su socio, Matthew Fletcher, treparon improvisando una escalera con cajones, trepando por las paredes del pasillo hacia el salón. Otros dos tripulantes subieron por las escaleras hasta la timonera.
Al principio, no había señales de inundación. De repente, el agua del mar se desató a borbotones por la borda de estribor. En cuestión de segundos, se filtró por las escaleras abiertas y se coló en camarotes y pasillos.
El primer oficial encontró a Bacares y la empujó a través de la cascada hasta el capitán en el puente de mando, junto con Golunski y su bebé.
Griffiths subió a la timonera y subió a Ronald y Fletcher.
Tijs Koopmans, el primer oficial y segundo al mando, quien había sido arrastrado a la parte trasera del salón y a otra bolsa de aire, se zambulló para abrir las puertas correderas de popa y logró alejarse nadando del barco.
“Manténganse alejados del mástil y la botavara”, les dijo Cutfield, mientras daba órdenes de abandonar el yate. Los supervivientes se encontraron a flote, aferrándose a almohadones , incluyendo uno que contenía al bebé. Usaron la linterna de un teléfono para buscar a otros. Griffiths hizo un torniquete a un huésped, que tenía un corte grave en el brazo.
Cutfield nadó de vuelta al yate, intentando sin éxito liberar una balsa salvavidas, mientras que Koopmans liberaba otra en la otra orilla. Se infló a las 4:24 de la mañana. Parker Eaton usó su linterna para enviar una señal de socorro a un hotel en los acantilados que se alzaban sobre ellos.
Cuando ha comenzado el operativo de reflotar el yate por las compañías de seguros en un proceso que ya costó la muerte de un buzo, holandés, un informe británico acusa a los diseñadores del banco de ser los responsables de la tragedia. Tenía el mástil más alto del mundo y la quilla no estaba diseñada lo suficientemente pesada para reflotar el mástil.
PB
Sobre la firma
María Laura Avignolo
Periodista, corresponsal en Europa [email protected]
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