La salida del cepo cambiario y el pase a una flotación entre bandas ha significado un avance positivo y, a la vez, una aproximación a una mayor claridad respecto del sistema monetario al que el gobierno de Javier Milei pretende llegar.
Se trata de un rompecabezas al que aún le faltan o tal vez le sobran algunas piezas. En el acuerdo con el FMI que acompañó el último desembolso se incluyó un compromiso de alcanzar un nivel de reservas netas de 5000 millones de dólares al 13 de junio próximo. Pero fuera de ese acuerdo, las autoridades nacionales se autoestablecieron una regla para dotar de mayor pureza y credibilidad a una flotación limpia. Solo comprarán dólares si su cotización libre cae debajo del límite inferior de la banda o los venderán si supera el límite superior. Esos límites, además, se moverán cada treinta días en sentido opuesto, ampliando gradualmente el ancho de la banda. Por lo tanto, la intervención del Banco Central o del Tesoro para comprar reservas en el mercado solo será posible si la cotización del dólar cayera al límite inferior, que comenzó siendo de 1000 pesos, pero desciende. Esto hace menos probable que se alcance ese límite inferior en tiempos en los que ya hay una fuerte revaluación del peso.
Nada que implique devaluación será implementado por iniciativa del Gobierno, que tiene puesta la vista en la derrota de la inflación. Después de un moderado incremento del índice de precios al consumidor del 2,8% en abril, la apuesta oficial es que ese indicador quede acotado a partir de mayo a un porcentaje que empiece con 1 o cero.
La autodisciplina de una flotación limpia es menos potente que asegurar que no habrá emisión de pesos
Procurando cumplir con la meta de reservas del FMI y evitando la compra oficial de reservas dentro de la banda, el ministro de Economía, Luis Caputo, ha planteado la posibilidad de emitir un bono en dólares. Esto será sujeto de crítica ya que los intereses que debería ofrecer en un bono serían superiores a los logrados con el FMI. Justamente se hizo un enorme esfuerzo negociador para obtener fondos adicionales a los requeridos por los vencimientos para sanear el Banco Central de sus deudas de alto costo.
La autodisciplina de una flotación limpia como inductor de confianza es menos potente que asegurar que no habrá emisión de pesos. Logrados el equilibrio fiscal financiero y la supresión del déficit cuasi fiscal, esta credibilidad está lograda. Así lo demuestra la observación de la disminución de la velocidad de rotación del M1 y el M2, característica de un aumento en la confianza de la moneda. Este fenómeno, cuyo efecto es equivalente a la reducción de la cantidad de dinero, se enfrenta hoy al crecimiento de la actividad económica. Por ambas razones está aumentando la demanda transaccional de pesos y la cotización libre del dólar presiona hacia abajo. De esta manera, puede haber atraso cambiario aun con flotación limpia. Es un fenómeno similar, aunque no igual, a la llamada “enfermedad holandesa”. Parecería que se podría lograr la meta de reservas convenida comprando prudentemente dólares del mercado dentro de la banda de flotación.
Las declaraciones del ministro Caputo indican que ha llegado el momento de perfeccionar la competencia de monedas, facilitando el uso del dólar o de otra divisa en las transacciones de cualquier tipo. Esto fue lo anunciado cuando reclamó que la gente use los dólares del colchón para sus consumos habituales. Surgió la observación crítica de cómo actuaría la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) frente a la aparición de dinero no declarado, cuestión que motivó un paréntesis para no violentar disposiciones existentes ni disgustar a los contribuyentes cumplidores y a los que blanquearon legalmente. Pero la “dolarización endógena” con competencia de monedas parece estar en marcha. Se está materializando un camino anticipado por el presidente Milei hace algo más de un año. Para que la demanda de dinero se satisfaga en la hipótesis de cero emisiones de pesos, debería haber un uso creciente de los dólares que los particulares han acumulado como moneda de ahorro. Ese uso del dólar no debería excluir el pago de impuestos ni tampoco los pagos del Estado al sector privado. De no ser así y de mantenerse fija la cantidad de pesos frente a un crecimiento de la economía, se aceleraría aún más la revaluación del peso frente al dólar.
Se ha disipado el temor de que la salida del cepo produjera una corrida cambiaria y un repunte inflacionario
Estamos ante un escenario desconocido para los argentinos, pero en esencia el más virtuoso de todos los que hemos atravesado si es que fuera posible que caigan nominalmente precios si se sostuviera la emisión cero.
El camino hacia una dolarización se facilitaría, aunque hoy parece una alternativa definitivamente archivada. Lo cierto es que se ha disipado el temor de que la salida del cepo produjera una corrida cambiaria y un repunte inflacionario. Esto ocurre mientras ya se observan claramente datos de reactivación productiva y disminución del porcentaje de pobreza. Es este el pilar político del Presidente que no se debiera debilitar con su innecesaria y reprobable agresividad hacia opositores, economistas y periodistas críticos.