Club de fútbol, ideología político-partidaria, religión, estilo musical preferido: muchas son las áreas a través de las cuales definimos nuestra dinámica identidad. Y desde hace años, el patrón alimentario se convirtió, para muchos, en un recurso identitario. Levante la mano quién no escucho alguna vez «soy keto», «soy crudívoro».
Qué son las tribus alimentarias
Una subcultura es un grupo de personas con comportamientos y creencias compartidas. Pertenecer implica coincidir con el sistema de normas y valores.
Y como tantas otras veces hablamos, lo que parece nuevo en alimentación, no lo es tanto. Desde el comienzo de los tiempos, las prácticas dietarias se han incorporado a las prácticas religiosas. De hecho, algunas religiones se abstienen de comer o beber ciertos alimentos o bebidas. Otras los restringen en días sagrados. Y existen las que incorporan determinadas preparaciones al ritual de fe.
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¿Qué cambia en la actualidad? Hoy quienes integran tribus alimentarias pueden hacerlo solo con la intención de un presente vivido colectivamente o simplemente como un recurso identitario. Cuando un joven se une a un grupo que posee las mismas tendencias y pensamientos que él, se siente identificado tanto con el grupo como con sus símbolos.
¿Qué simbolismo tienen esos estilos de comer? ¿Qué buscan sus seguidores? Repasemos las características principales de las tribus que se encuentran en auge.
La tribu crudívora o crudista
Esta tribu está formada por aquellos que siguen el patrón dietario en el que la alimentación es simultáneamente cruda y vegana. Las personas que siguen esta corriente alimentaria consumen productos crudos, o ligeramente tibios, que no han sido calentados por encima de 46,7 °C. No consumen nada que haya sido cocinado. Argumentan que cocinar destruye las enzimas y los nutrientes como las proteínas.
Una parte de los crudistas representa una especie de vanguardia de consumidores éticos, ya sea por cuidado animal o del planeta, otros lo adoptan por salud pero un grupo lo hace como estrategia de pertenecia o identidad.
A veces, el viraje como rito de pasaje al mundo adulto. El problema subyacente de muchas de estas personas es que ven al mundo alimentario en blanco y negro: crudo es bueno y cocido es malo.
Lo cierto es que la ciencia ha demostrado que mientras algunos alimentos pueden o deben comerse crudos, otros conviene comerlos cocidos. Por ejemplo, la biodisponibilidad del betacaroteno de las zanahorias y zapallos cocidos es mayor comparado con el alimento crudo.
Además, los alimentos crudos contienen antinutrientes que reducen la biodisponibilidad de minerales como hierro, calcio y zinc. Al cocinarlos, este inconveniente desaparece. También es falso que es perjudicial desnaturalizar las proteínas mediante la cocción, de hecho es absolutamente necesario degradar las proteínas a sus componentes, los aminoácidos, para poder utilizarlos en la síntesis de nuevas proteínas.
¿Y la tribu macrobiótica? ¿Y la ayurveda?
La dieta macrobiótica es un sistema filosófico creado por el japonés George Ohsawa, que vivió entre 1893 y1966. Proviene del griego makros: larga y bios, vida. Este pensador defiende la idea que, comiendo según este principio, el organismo se armoniza o reencuentra la salud. La macrobiótica está basada en teorías milenarias asiáticas que plantean equilibrio físico y espiritual. Consiste en comer según Yin y Yang.
Originalmente la propuesta era vegana. Llevada al extremo, algunos realizaban la dieta zen macrobiótica que constaba solo de arroz integral y té, por supuesto que en estos casos el precio es la deficiencia múltiple de nutrientes.
En tanto, la dieta ayurvédica forma parte de la ciencia hindú ayurveda que tiene en cuenta la salud física, mental, emocional y espiritual. Da relevancia a los sabores, su potencia energética. Ayurveda considera que cada individuo es único y qué algunos alimentos serán los más adecuados para esa persona. Se basa en el dosha, o tipo de cuerpo, de cada persona para promover el equilibrio interior.
Con ustedes: la tribu dietante
No busques acá ninguna base religiosa, ética o filosófica. La tribu dietante está mucho más floja de papeles.
Sus adeptos saltan de una dieta a otra siguiendo su propia obsesión por la delgadez o emulando a un influencer, esos falsos dioses y diosas posmodernos de las redes sociales, con múltiples consecuencias en el cuerpo y la salud emocional.
De la incertidumbre a la tribu
Los integrantes de las tribus alimentarias son consumidores comprometidos, apasionados que desafían las convenciones en busca de mejorar algún aspecto de sus vidas con una dieta tras otra.
Hoy en día, con la crisis de confianza en las empresas y las normas alimentarias y el creciente despertar crítico del consumidor alentado por las redes sociales, las tribus alimentarias brindan una especie de certeza, de nuevo mandamiento inspirador para muchos jóvenes que padecen una pandemia de incertidumbre y una secularidad creciente que entre todos supimos conseguir.
Independientemente de lo que te venga a la mente, ¡me preocupa que la tribu alimentaria sea la principal fuente de identidad y fe! porque aún creo en defender los grandes ideales para cambiar el mundo.
Espero que compartir estas ideas pueda ayudar a cambiar la perspectiva sobre las tribus alimentarias como conjunto respetable de reglas alimentarias, pero no aceptarlas fanáticamente como metarreligión.
Quienes creen en Dios lo hacen sin haberlo visto. Pero quienes se embarcan en tribus alimentarias que implican riesgo, deberían recordar que en este caso no se trata de fe, se trata de nuestra salud y para decidir adherir a una tribu alimentaria, debemos tener la mejor evidencia científica disponible acerca de su seguridad. El resto es puro cuento.
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Sobre la firma
Dra. Mónica Katz
Mónica Katz es médica especialista en Nutrición.
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