La salud mental ha sido, durante décadas, un tema relegado en la agenda pública y política de Argentina. A pesar de que la OMS ha destacado la importancia de la salud mental como un componente esencial del bienestar general, en nuestro país, los recursos destinados son insuficientes y la atención a sus problemáticas sigue siendo, en la mayoría de los casos, inadecuada. Esto nos lleva a la necesidad apremiante de legislar sobre salud mental, no solo como un acto de justicia social, sino también ético y sanitario.
La crisis económica, las desigualdades sociales, el acceso limitado a servicios de salud y el estigma asociado a los trastornos mentales son factores que han contribuido a la creciente demanda de atención en este campo. Uno de cada cuatro argentinos padece algún trastorno mental a lo largo de su vida. Sin embargo, el acceso a tratamientos adecuados sigue siendo un desafío. Las personas afectadas se ven obligadas a navegar un laberinto burocrático que termina desalentándolas en su búsqueda de ayuda.
La legislación en salud mental también debe centrarse en prevención. Esto implica la necesidad de desarrollar políticas públicas que integren programas de educación y sensibilización en las escuelas, lugares de trabajo y comunidades, fomentando un ambiente que propicie el bienestar emocional y psicológico.
La Ley Nacional de Salud Mental (de 2010) fue un avance significativo, pero su implementación ha sido desigual y en muchos casos, ineficaz. Es fundamental revisar y fortalecer esta legislación, asegurando que se respeten los derechos de las personas con trastornos mentales y que se garantice el acceso a tratamientos. Se debe contemplar no solo la atención hospitalaria, sino también la ambulatoria, la integración social y la capacitación de profesionales.
A menudo, se considera la salud mental como un tema secundario o como un lujo en tiempos de crisis. Sin embargo, estudios han demostrado que invertir en salud mental no solo mejora la calidad de vida, sino que también tiene un impacto positivo en la economía. La reducción del ausentismo laboral, el aumento de la productividad y la disminución de los costos asociados a la atención de emergencias son solo algunos de los beneficios. Los legisladores deben escuchar a quienes han sido afectados. Las voces de los pacientes, familiares y profesionales deben ser el eje central en la elaboración de políticas y legislación en salud mental.
La salud mental es un derecho humano. La falta de atención y recursos es una violación de derechos que afecta a millones de argentinos. La legislación debe garantizar que todas las personas, independientemente de su situación socioeconómica, tengan acceso a la atención y los recursos necesarios para cuidar de su salud mental. La implementación de políticas inclusivas y equitativas es esencial para construir una sociedad más justa y saludable.
Francisco Manuel Silva [email protected]
OTRAS CARTAS
Ecos de la elección porteña
Cuando Mauricio Macri perdió la reelección fue, entre otras cosas, por las peleas internas. La soberbia y la arrogancia de sus dirigentes está hundiendo al PRO en un no ser. Patricia Bullrich demostró una falta de reconocimiento a quien fue su mentor. Su actitud siempre fue destructiva para el PRO.
Lo que está ganando es la ultraderecha mentirosa, que pretende regresar a la Argentina de millones de pobres y algunos ricos. Esta gente es la que negoció sin ruborizarse con los kirchneristas, que rechazó la lucha contra la corrupción, que quisieron imponer jueces corruptos. Esta gente es “otra vez sopa”.
Recomponer el PRO es regresar a la democracia verdadera, con la necesidad de efectividad en el manejo económico y reformas verdaderas con la Justicia y con las mafias que siguen asolando la república. El PRO debe ser un verdadero cambio en unidad… Repito, unidad o nada.
Esteban Tortarolo [email protected]
La elección del domingo en CABA me tiene confundido. Votó poco más del 50% del padrón. Para mí es un indicio de que los ciudadanos ausentes no le dieron mayor importancia. Tal vez porque no escucharon de los candidatos propuestas superadoras, sólo críticas. Todos esperábamos oír las mejoras a realizar.
Como recién asumen en diciembre, deberían influir en quienes van a ser reemplazados para que adelanten el trabajo que pretenden llevar a cabo. Arreglo de veredas (espero desde el 4/8/2018), barrido de calles, limpieza de bocas de tormenta, contenedores sin basura alrededor, no autorizar más la construcción de enormes edificios (que no solucionan el problema habitacional por su costo). Si desean acabar con dicho problema, acuerden (si pueden) con los inversores, para que edifiquen en buenos terrenos fiscales y así erradicar las villas. ¿Pueden convencerlos?
¡Casi me olvido! Me parecieron exagerados los festejos. El cuarto festejó más que el segundo. El ganador pedía que corearan su apellido. ¿Feria de vanidades? ¡Así andamos! Esperamos que todo mejore.
Adolfo R. Ortiz [email protected]
Temporal trágico e inundaciones
Es triste comprobar que un nuevo temporal causa tanto sufrimiento humano en el AMBA y en varios puntos de la provincia de Buenos Aires. En este sentido, es oportuno señalar que la Organización Meteorológica Mundial (OMM) viene insistiendo en que urge potenciar los sistemas de alertas tempranas por medio de la aplicación de las más modernas tecnologías ya existentes. De poco o nada sirven las lamentaciones posteriores a estas catástrofes naturales que son cada vez más frecuentes e intensas. Las alertas tempranas efectivas y las acciones anticipatorias con carácter preventivo salvan vidas. Y esa debería ser la mayor prioridad.
Patricio Oschlies [email protected]
Apenas elegido Papa, se publicó una foto del entonces obispo Robert Prevost con botas, en medio del agua, cuando una inundación azotó a su diócesis de Chiclayo (Perú). No he visto en los medios locales a ningún arzobispo ni obispo con botas, chapoteando agua, ni en Bahía Blanca ni en las localidades afectadas por las inundaciones durante el fin de semana. El obispo Prevost predicó con el ejemplo. Ojalá sea tenido en cuenta en el futuro por nuestro episcopado.
Hugo Perini [email protected]
Las inundaciones nos están demostrando que la obra pública es un gasto necesario que debe hacerse cargo el Estado, aunque no generen ganancias. Y también nos demuestran que Mauricio Macri, luego de la obra hídrica que hizo durante su gestión en la Ciudad de Buenos Aires, ocupa un lugar injusto en la lista de políticos impopulares.
Gustavo Gil [email protected]
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