Cuando llega la primavera, muchas ciudades argentinas se tiñen de un color que llama la atención de propios y turistas. No es una casualidad: la floración del jacarandá, ese árbol de flores lilas que parece salido de un cuento, es un espectáculo que dura unas semanas y emociona a quien lo mira.
Este árbol no solo decora veredas y plazas con su belleza, sino que además fue nombrado recientemente como el árbol más hermoso del mundo por expertos, según el sitio Árbol Invertido.
El reconocimiento no tiene que ver con su tamaño o rareza, sino con su impacto visual y emocional en el paisaje urbano y su significado cultural para América Latina.
El jacarandá: un símbolo de belleza latinoamericana
El jacarandá es originario de América del Sur, más precisamente de zonas templadas y subtropicales de Argentina, Paraguay y Bolivia. A diferencia de otros árboles famosos como el cerezo japonés, el jacarandá tiene una identidad profundamente latinoamericana. En la cultura popular se lo asocia con la renovación, la esperanza y la belleza efímera, porque sus flores duran poco, pero dejan una huella imborrable.
Su presencia es especialmente fuerte en CABA, Córdoba y Tucumán, donde su floración convierte avenidas enteras en pasillos violetas. Esa postal se repite cada año y es una de las más esperadas de la primavera.
El jacarandá es nativo de América Latina, especialmente de Argentina, Paraguay y Bolivia. Foto: Emmanuel Fernández – Clarín.
La Ciudad de Buenos Aires, pintada de lila
En 2023, la Legislatura porteña aprobó un proyecto que destacó el valor del jacarandá como parte esencial del paisaje urbano. En los fundamentos del dictamen se explicó que, aunque Buenos Aires no cuenta con especies arbóreas autóctonas, hay varias que forman parte de la historia y geografía urbana. Entre ellas, el jacarandá, el lapacho y la tipa son las más representativas, siendo el jacarandá el que más se destaca por su belleza y floración estacional.
El proyecto argumentó que, a diferencia de muchas ciudades del mundo, Buenos Aires aún no tenía una especie distintiva que la represente, y que el jacarandá, con sus floraciones lilas y celestes, bien podría ocupar ese lugar simbólico.
Floración de Jacarandá
en Avenida Figueroa Alcorta, en el barrio la Recoleta. Foto: Rafael Mario Quinteros – Clarín.
Este árbol fue incorporado al arbolado porteño hacia fines del siglo XIX y hoy embellece lugares emblemáticos como la Avenida Callao, Plaza de Mayo, Plaza Italia, Plaza Seeber, el Rosedal y Avenida Belgrano, donde hay un ejemplar famoso que florece con flores blancas sobre una de sus ramas. Según datos oficiales, hay más de 11.000 jacarandás en la ciudad, de los cuales 1.500 están en espacios verdes.
¿Cómo es el jacarandá?
El jacarandá tiene características que lo hacen único:
- Una copa amplia y frondosa, ideal para dar sombra en veredas y plazas.
- Flores lilas o violetas que caen como lluvia sobre el suelo, formando una alfombra colorida.
- Un tronco recto con corteza grisácea, fuerte pero elegante.
- Es caducifolio, lo que significa que pierde sus hojas justo antes de florecer, dejando las ramas cubiertas solo de flores.
- Florece dos veces al año: una explosión intensa en noviembre y otra más leve en febrero/marzo, especialmente en la región pampeana.
- Del néctar de sus flores se alimentan colibríes y otras aves, y también sirve como planta hospedadora para mariposas.
Su floración principal ocurre en noviembre, y una secundaria en febrero/marzo, pintando de color las calles. Foto: Emmanuel Fernández – Clarín.
Además, el nombre «jacarandá» proviene del tupí, y significa «fragante». Nativo de las yungas del noroeste argentino, especialmente en Tucumán, Salta y Jujuy, el árbol figura en la lista roja de especies vulnerables de la IUCN por el avance de la agricultura sobre su hábitat natural.
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