Siempre que se cumplen años y se puede celebrar, adelante: a festejarlo. Este viernes en Olé llegamos a los 29 años, y empezamos la cuenta regresiva a la tercera década que nos espera con un 2026 que puede venir con bicampeonato mundial incluido. No seas mufa, diría cualquier cabulero del deporte, pero es la ilusión y el sueño, ¿por qué no confesarlo? Si justo después de los 25, de entregarle un Olé de Oro a Messi en Barcelona en plena pandemia, llegaron las grandes alegrías de la Selección, las que esperaban varias generaciones, ahora sin dudas hay base como para creer en más.
Sin querer caer en la autorreferencia, es inevitable que en un cumple se vengan a la cabeza postales de aquella redacción de 1996, de los diarios “número cero” que se hacían contrarreloj y con una tecnología mucho más rudimentaria, antes del lanzamiento de un diario que fue disruptivo y desafiante desde su día número uno. Y que va al frente siempre, con virtudes, aciertos, errores, anticipos, dormilonas…. Cambiando, como en la propia vida, para tratar de mejorar y ser de punta. Encarando dificultades, de todo tipo, parte del día a día. Bancando la diversidad y el no al racismo, innegociable. Remarcando errores, pero primero el respeto. Tratando de tener la tapa más creativa y diferente (como la de la muerte del Papa). Con la responsabilidad que significa jugar en un grande del deporte y sobre todo del fútbol, referente internacional. Con ese peso de los más lindos, ya camino a la tercera década.
Y en el medio, la gente, los hinchas, los consumidores. Muchísimos fieles, por suerte, en el día a día. Con 30.000 suscriptores digitales y la masividad que se vincula en forma permanente como palabra de referencia, reflejada en ese rating en tiempo real que explota en momentos calientes, como por ejemplo el River-Platense o el Boca-Independiente. O en la goleada a Brasil. O con Colapinto, con Olé como nexo y punta para todo lo que tiene que ver con el argentino que ya es una celebrity. También sabiendo convivir con los haters, que los hay y más en estos tiempos, como cuando anticipamos con días de margen que Franco sería oficializado en Alpine y Olé era el hazmerreír de muchos cuando por la mañana anunciaron a un japonés… No creían en nuestra info, y Colapinto luego también sería confirmado. En esa ganamos, aunque también sabemos que podemos perder.
Todos los días hay que estar competitivos en esa conexión permanente con la gente, de todas las edades; también con los propios protagonistas que se ven reflejados en nuestros contenidos y en las organizaciones del mundo del deporte que nos reconocen. Porque a Olé, además de su forma de comunicarse, de la permanente producción audiovisual con nuevos talentos, del empuje de los históricos con su oficio y conocimiento, lo hace diferente y único su ecosistema. La nave insignia que es la web, el tradicional diario y los cerca de 20.000.000 de seguidores. Con el chiche nuevo de WhatsApp, donde el vínculo es bien distinto, adaptado con los contenidos a esa plataforma, como a las demás. Una marca que se consolida con una web propia en Ecuador y va por el reto de Estados Unidos como especialista en fútbol. Una marca argentina que justamente se distingue por eso, el fútbol. Y que pone la cara en todas las canchas con el mismo rigor y pasión.
El golazo de Olé es estar en forma a los 29, con el norte de renovarse siempre y acompañar tendencias con su estilo. Lo compartimos con los más fieles y también con los haters (nos siguen gastando por un viejo comentario de la pareja de Di María, que es amigo de la casa…), que en el fondo también nos hacen grandes.