MÓNACO (de un enviado especial).- Era un Colapinto visiblemente contento este domingo a la tarde cuando se presentó ante los periodistas. Quería contener una sonrisa que se le ensanchaba por momentos y llegó a iniciar una breve risa. No cuesta mucho imaginarse la de bromas que habrá hecho en los boxes con sus más allegados del equipo Alpine. Pero allí estaba, explicando con muchas ganas su carrera. “Fue como manejar un domingo a la mañana en familia”, resumía. Quizás, pero para llegar a ese momento hubo que sufrir.
El panorama para el equipo era sombrío el domingo a la mañana y después de avanzar gracias a una buena corrección de estrategia de Alpine había terminado en la decimotercera posición. Como dirían algunos de sus buenos amigos españoles: se había dado vuelta la tortilla y esa sonrisa tranquilizaba a su patrón, Flavio Briatore y daba seguridades a Luca De Meo, el gran jefe del grupo industrial Renault, accionista mayoritaria del equipo.
Por la mañana junto a la pista, con los autos pasando, ruidosos, a menos de metro y medio por su lado, De Meo aseguraba a los periodistas de ESPN que Franco era un piloto brillante, con garra, que le entusiasmaba. Y dar una gran batalla en carrera.
El sábado, mientras la música que emergía de los numerosos yates anclados en el puerto de Hércules del Principado, llegaba atenuada a los hospitality de los equipos que comenzaban a iluminarse por la noche, Colapinto y sus ingenieros trataban de entender qué había sucedido para que ambos coches rindieran tan mal en la prueba de clasificación. Decimoctavo Gasly y vigésimo Franco.
En los trazos de la telemetría se notaba que Colapinto se tomaba por propia decisión algunos metros de margen en la entrada a las curvas, mientras Gasly atacaba los frenajes al máximo.
En la primera curva de la piscina, la diferencia con el McLaren de Lando Norris en la Q1, por prudencia y por rendimiento aerodinámico, Colapinto entraba a 240 km/h, 8 km/h más despacio que el inglés. Pero en las curvas lentas, el pilarense igualaba las velocidades mínimas de Norris y en alguna era más rápido en ese instante que Gasly.
El francés atacaba más profundamente con el frenaje, descontando algunas centésimas al McLaren pero, inexorablemente perdía a la salida. El trazo de Franco era similar aunque en su caso, dejaba margen en el punto de frenado y a la salida de las curvas, para evitar que el coche se ponga de costado (y darle al guard rail), tardaba más en poner el acelerador a fondo.
Había dicho Colapinto que el coche estaba algo desequilibrado y que deslizaba del eje trasero. No era broma. Había que tratarlo con todo respeto. Aunque se aplicaron algunas soluciones en ambos coches, Mónaco no iba a dar oportunidades. Todo se jugaría con la estrategia.
Franco posó muy serio en la fila de pilotos que escucharon, solemnes, el himno del Principado de Mónaco, gobernado por la dinastía de la familia Grimaldi desde 1290.
La parrilla de salida era un pandemonio. Parecía un vagón de subte con los pasajeros apretujados solo que en ropas de lujo, señoritas con modelos que ajustaban sus siluetas, damas de largo, muchas gafas espejadas y la presencia del actor estadounidense Patrick Dempsey con veraniego traje de lino color té con leche claro. Conversaba y se reía Patrick junto a una muy conocida de Flavio Briatore, la modelo Naomi Campbell. Por allí daba algún que otro empujón un señor calvo con camisa clara y lentes de diseño. Cuántos se cruzaron con él sin saber que era Jeff Bezos, el fundador de Amazon, quizás el hombre más rico del mundo (se disputa el título con Elon Musk de Tesla y Space X).
Momentos antes, en el garaje de Alpine un prestigioso piloto argentino multicampeón, que supo estar bajo la órbita de Briatore como piloto de prueba de Renault y residente en Mónaco, José María “Pechito” López, pasó a alentar a Franco. Nadie mejor que él para contarle a Colapinto cómo se las gasta Flavio con su peculiar estilo de gestión.
Ya sabía Franco que, otra vez, había que sobrevivir, ir de menos a más y poner escalón tras escalón en el ascenso que debería llevarle a los puntos, a reafirmarse en el equipo Alpine y dejar muy atrás los momentos complicados.
Colapinto había hecho el 20º tiempo y ratificando que el chasis A525 del equipo de Enstone sufría horrores en las curvas lentas del trazado monegasco, el francés Pierre Gasly, la estrella, la referencia del equipo, sólo había conseguido el 17º tiempo. Las circunstancias que se viven en esta montaña rusa de la velocidad que reúne a los mejores pilotos del mundo cambian de la noche a la mañana. Mejor dicho, de un segundo a otro.
Y muy pronto surgió un ejemplo. Mientras Lando Norris y Charles Leclerc se escapaban en la punta de la carrera, de manera indirecta, frenando muy ajustado a la salida del túnel del trazado de Mónaco, Pierre Gasly se llevaba por delante al Red Bull de Yuki Tsunoda. Justo antes de frenar Tsunoda dejaba un hueco por afuera llegando a la chicana a izquierda y Gasly creyó que podría atacar por allí. El japonés, sin embargo, se abrió a la derecha para entrar mejor en la lenta curva y ya no hubo espacio. Gasly le daba un fuerte empujón por detrás y destruía la suspensión delantera izquierda del Alpine.
The moment Pierre’s race came to an end 😞 pic.twitter.com/FUvfnTOjXW
— BWT Alpine Formula One Team (@AlpineF1Team) May 25, 2025
Nadie criticará a Gasly, que ya lleva 160 grandes premios comenzados, pero ¿qué se podría haber dicho de Colapinto o de su antecesor, Jack Doohan? Largando desde la 18º posición porque la FIA había sancionado al brasileño Gabriel Bortoleto (Stake-Sauber) y al inglés Oliver Bearman (Haas) que le precedían el sábado, Colapinto pasaba ahora a ser la referencia, las esperanzas, más bien escasas de una escuadra que de ninguna manera podía pensar en los puntos.
Arrancó el pilarense con neumáticos duros mientras Gasly lo hacía con medios. “Me montaron las gomas duras porque la idea era que cubriera a Pierre. Y eso me condicionó”, declaraba. En Mónaco es muy difícil y casi imposible adelantar. Por lo tanto, los cambios de posición tenían que conseguirse con una estrategia acertada. Por reglamento había que realizar un mínimo de dos paradas.
Colapinto cumplió con las suyas y con calzado medio bien gestionado estaba atrás en un cerrado pelotón liderado durante muchas vueltas por Kimi Antonelli con un Mercedes claramente superior. Colapinto entrenaba su paciencia en la decimosexta plaza (“Hubo momentos en que me aburrí”-declararía). Aún así había que ser disciplinado. Se dedicó a seguir el ritmo del grupo calcando sus tiempos y cuidándose de no cometer desliz alguno.
Gabriel Bortoleto complicó su carrera chocando a baja velocidad con su Sauber en la primera vuelta porque Antonelli le sorprendió por dentro en la curva de entrada al túnel. Se recuperó aprovechando el virtual safety car debido al accidente de Gasly. Marchaba por delante de Colapinto pero perdió la posición al retrasar su última parada. Lo mismo sucedió con Lance Stroll (Aston Martin) que había arrancado desde la 20ª posición, Nico Hulkenberg (Sauber), Yuki Tsunoda y Kimi Antonelli, todos ellos con coches más rápidos que el de Franco. Al final, acabado 13º había avanzado 5 posiciones. Solo Oliver Bearman (Haas) había avanzado más que él, 8 posiciones.
Con un coche claramente superior, Bearman había clasificado 17º, justo por delante de Pierre Gasly y a muy poco más de seis décimas por delante de Colapinto (20º). Se había visto obligado el inglés a largar último sancionado por la FIA por un adelantamiento arriesgado con bandera roja en la FP2 del viernes.
Colapinto salió de Mónaco reforzado y se dirige a un circuito de media y alta velocidad, el de Barcelona, de los que le gustan a él. Aunque está claro que el Alpine A525 no es tan dócil como lo era el Williams con el que muy bien sorprendió el año pasado, tendrá que adaptarse y utilizar sus cualidades de corredor y velocista, que están intactas, para continuar un ascenso que está solo en sus manos consolidar.