¿Qué quieren ver los fanáticos de la Fórmula 1 cuando a fines de mayo llega el turno del Gran Premio de Mónaco? Show. Glamour. Espectáculo. Fashionismo. Entonces vieron ayer en la grilla de partida a Kylian Mbappé, Thibaut Courtois, Naomi Campbell, Jeff Bezos, Teddy Riner, Zinedine Zidane, Marcus Thuram, presentadoras de TV vestidas de gala y al final, bajando la bandera a cuadros, al actor Patrick Dempsey.
¿Qué quieren ver en las calles de Montecarlo? Ruido de motores, ruedas pasándole a milímetros a los guardrails y algún que otro accidente sin consecuencias graves para los pilotos, porque la seguridad manda. La largada de la Fórmula 2, con 11 autitos chocadores en la primera curva, los dejó satisfechos.
¿Qué saben que no van a ver los espectadores en vivo o por televisión en el planeta? Sobrepasos. Cero. Ni uno. Y así pasó ayer en Mónaco. Porque cuando en Montecarlo sale el sol y la lluvia se toma franco para que los galanes de plástico la flasheen tomando champán en balcones o yates millonarios, no pasa nada en la pista.
Ahora bien, ¿no pasó nada? Para nada. Claro que pasaron cosas. Si bien, como era cantado, el británico Lando Norris se coronó por primera vez al largar desde la pole position con su magistral tiempazo récord del sábado sobre el McLaren y lo siguieron Charles Leclerc (Ferrari), Oscar Piastri (McLaren) y Max Verstappen (Red Bull), tal como habían largado, nadie se durmió como el año pasado, cuando el embole fue abrumador.
Hay que correr 78 vueltas durante 100 minutos en este circuito angosto y traicionero. “El más peligroso de la temporada”, como lo describió George Russell. Lo que hacen los pilotos es una hazaña deportiva. Desde el primero hasta el último. Aplausos.
Isack Hadjar fue uno de los que aprovechó el plan del equipo a la perfección con su Racing Bulls. Foto: EFE
¿Cómo que nadie se aburrió mirando la carrera si no hubo sorpassos? Por múltiples razones. La primera fue las dos paradas obligatorias para cambiar neumáticos. Las estrategias de las escuderías fueron decisivas para bien o para mal, porque los momentos de ingreso a boxes cobraron especial protagonismo. Para eso les pagan a los ingenieros, entre otras cosas.
De la mano de esta modificación que hizo más interesante la carrera, llegó otra atracción: la mezcla de punteros con rezagados. Era semejante desbarajuste visual entender por qué Franco Colapinto iba delante de Norris y Leclerc que las gráficas resultaron vitales.
Encima un par de equipos mandaron a ralentizar el ritmo a un piloto para beneficiar a su compañero: primero fue Liam Lawson (Racing Bulls) para que se escapara Isack Hadjar y luego fueron Carlos Sainz y Alex Albon en Wiliams. “Les pido perdón, pero la estrategia fue esa”, se excusó el ex compañero de Colapinto. Y el argentino se benefició de paradas tardías de los Mercedes, Stroll y Tsunoda para terminar en un gran 13° puesto tras haber largado 18°.
El príncipe Alberto II de Mónaco y su esposa Charlene, le da el premio a Lando Norris. Foto: EFE
Como frutilla del postre, Verstappen lideró hasta la última vuelta esperando el ingreso de un salvador auto de seguridad, que le hubiera permitido entrar a boxes, hacer su último cambio de gomas y volver primero para ganar. Pero nadie chocó, a Dios gracias. Entonces Max ingresó a los pits, salió cuarto y en el podio Norris, Leclerc y Piastri se sacaron la foto con el príncipe Alberto II y su esposa Charlene. La misma que en 1950 se sacó su padre Raniero III con Juan Manuel Fangio. Pura tradición.