La disputa geopolítica con Estados Unidos condiciona inevitablemente las relaciones con China, principal importador de materias primas agrícolas del mundo, y socio comercial de primer orden para la Argentina. Cómo diversificar las exportaciones, aprovechar la búsqueda de nuevos proveedores por parte del gigante asiático y acelerar las negociaciones en materia de biotecnología, fueron los puntos principales del panel que compartieron Nelson Illescas, director de GPS; Sofía Mantilla, directora de Estrategia Internacional de la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA) y Manuel Chiappe, subsecretario de Políticas Agropecuarias y Forestales del gobierno nacional, con la moderación del consultor en asuntos públicos Hernán Maurette.
Illescas abrió el panel “China en la estrategia comercial tecnológica argentina” con la presentación de un informe sobre la situación actual del comercio agroalimentario entre Argentina y el gigante asiático. Destacó la importancia del intercambio entre ambos países, pero alertó sobre la excesiva concentración de las exportaciones locales a ese destino. “El 92% de las ventas está explicado por siete productos”, señaló. El poroto de soja, la carne bovina (hoy amenazada por una investigación china sobre política comercial) y granos como la cebada y el sorgo (impulsados por disputas comerciales de China con otros países).
El especialista señaló que hay oportunidades para diversificar esa oferta exportadora. Mencionó, por caso, los avances en las negociaciones por el ingreso de menudencias. También le asignó posibilidades al maíz, más allá de que el país asiático esté bajando sus importaciones globales.
Illescas consideró clave aprovechar las oportunidades que brinda el interés chino por diversificar sus proveedores, en el marco de la tensión con Estados Unidos.
Para posicionarse mejor en esa carrera es fundamental aumentar la producción por vía de un salto en la productividad, señaló. Y en esa línea destacó la importancia de la biotecnología. Para ello, consideró necesario reducir las “asincronías” que se plantean con el marco regulatorio de China en materia de OGM. “La aprobación de estos eventos es una barrera paraarancelaria, porque tarde entre 8 y 9 años”, dijo, al tiempo que instó a buscar acuerdos, como los que tienen avanzados el propio Estados Unidos y Brasil, para reducir los procesos de aprobación a uno, dos o tres años. El reconocimiento de las evaluaciones de riesgo es una de las estrategias propuestas para dar ese paso clave.
Diplomacia biotecnológica
Al respecto, el subsecretario de Política Agropecuaria y Forestal de la Nación, Manuel Chiappe, destacó que “para exigir a China mayor velocidad en los procesos de aprobación hay que acelerar los procesos propios”. Remarcó, en ese sentido, los trabajos realizados en las mesas de acuerdo con el sector privado en la Argentina, que permitieron aprobar un récord de 23 OGM comerciales el año pasado.
Como resultado de esas instancias de trabajo, y en relación a un sector que justamente encuentra gran demanda en China, señaló que ya se acordó con los semilleros asegurar la disponibilidad de semilla para sembrar 2 millones de hectáreas con sorgo en la próxima campaña.
En el plano internacional, Chiappe explicó que la estrategia del gobierno es “llevar la experiencia de la Argentina en el marco regulatorio de biotecnología a los foros globales, como la FAO”. Y en el caso específico de China, anunció que el segundo semestre del año se realizará, después de muchos años, un nuevo encuentro del Grupo Bilateral de Cooperación Técnica con China en el tema de biotecnología. El último encuentro había sido en 2019.
El funcionario señaló que los avances en las nuevas tecnologías, como la edición génica, permitirán acelerar procesos regulatorios, al permitir esquivar las demoras relacionadas con los transgénicos. “El camino es el de la diplomacia biotecnológica y del conocimiento”, dijo en relación a la profundización de la relación con China. Destacó que la presencia de grandes compañías chinas en el agro argentino favorece este diálogo. Y aseguró también que luego de la reunión del presidente Javier Milei con el premier chino Xi Jinping en la última reunión del G20 “hubo un cambio de viento en la relación y asistimos en los últimos meses a una seguidilla de visitas de funcionarios chinos”.
Disputa geopolítica
Sofía Mantilla, de CERA, explicó que la relación política es central porque influye en la oportunidad de aprovechar la disputa geopolítica global para ampliar la provisión de productos a China. Señaló el caso de Brasil, que además es miembro del grupo BRICS, pero también de otros países sudamericanos que hoy tienen superávit en el comercio con el país asiático.
“El mayor acercamiento del gobierno argentino con Estados Unidos generó algún enfriamiento en la relación con China, pero el gobierno de esa nación aplicó lo que se conoce como paciencia estratégica, para sostener el vínculo”, describió. Y puso como ejemplo la renovación del swap (canje de monedas) entre los bancos centrales de ambos países.
Mantilla analizó el impacto de la nueva política arancelaria del gobierno de Donald Trump, y recordó que, en lo relacionado con la guerra de aranceles recíprocos, hay una tregua entre Estados Unidos y China hasta el 12 de agosto. “¿Habrá al final de esta negociación una nueva versión de aquel acuerdo de Fase I entre ambas superpotencias que afecte el ingreso de productos argentinos al mercado asiático?”, se preguntó. Y explicó que actualmente “incertidumbre” es la palabra clave para explicar el comercio global.
En ese sentido, instó a trabajar para mejorar la competitividad interna, detectar la búsqueda de proveedores alternativos por parte de China y, en sintonía con Illescas, preservar los acuerdos bilaterales frente al cambiante escenario internacional.
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