En el marco del Día Nacional de la Donación de Órganos, que se conmemora cada 30 de mayo, el Ministerio de Salud Pública de Misiones comparte las historias de Tamara Bañuk y Natalia Dressler, dos mujeres posadeñas, trasplantadas de hígado, que hoy pueden contar su experiencia gracias a la solidaridad de las personas donantes y sus familias.
En 2022, Tamara fue diagnosticada con hepatitis autoinmune fulminante, una forma de fallo hepático agudo que avanzó rápidamente. “Empecé con síntomas como ictericia, sangrados fáciles, orina oscura y pérdida de masa muscular. En menos de 15 días me hicieron los análisis y me derivaron a un médico hepatólogo, que me confirmó que necesitaba un trasplante de hígado urgente”, recuerda.
“En ese momento no caí en lo que me estaba pasando, avisé a mis familiares y en cuestión de días comenzó todo el proceso que conlleva un trasplante”. Gracias al donante, al equipo médico y al acompañamiento de su familia, hoy, con los controles y cuidados necesarios, puede llevar una vida saludable, expresa con gratitud.
El camino de Natalia, aunque con el mismo diagnóstico, fue distinto. En una primera etapa, su enfermedad no estaba tan avanzada, por lo que fue tratada con medicación. Sin embargo, con el tiempo su estado físico se deterioró al punto de quedar postrada durante tres meses, sin poder caminar.
A partir de ese momento comenzó una etapa de espera y esperanza, estuvo en lista de espera durante dos años y ocho meses. Durante ese tiempo realizó numerosos viajes a Buenos Aires para estudios de control que incluyeron análisis, ecografías, biopsias y la evaluación de la dosificación de medicación en pacientes con enfermedad hepática, fundamental en casos donde el hígado dañado no puede procesar correctamente los fármacos, lo que puede derivar en efectos adversos o toxicidad.
A medida que su situación empeoraba, Natalia ingresó al sistema de asignación según el puntaje MELD, que establece la prioridad en la lista de trasplante hepático según la gravedad de la enfermedad.
Hoy, gracias a la espera paciente, el acompañamiento médico y la aparición de un donante compatible, Natalia lleva trasplantada once años, y desde entonces lleva una vida activa, siempre con los cuidados necesarios.
Ambas pacientes resaltan con mucha emoción lo que significó la aparición de un donante en sus vidas, no solo por el bienestar de su salud sino por la alegría de volver a reencontrarse con sus hijos ya que ambas son madres.
Tamara y Natalia no solo comparten el diagnóstico, el trasplante y su ciudad de origen, sino también un mensaje claro:
“Donar es un acto de amor que salva vidas. Nosotras estamos acá gracias a alguien que dijo que sí.”