A pocas cuadras de la Plaza Colón de Madrid, el palacete sobre la calle Fernando El Santo lleva meses deshabitado. El último inquilino que durmió aquí le echó llave a la puerta a finales del año pasado y su nuevo huésped, el embajador argentino ante el Reino de España, Wenceslao Bunge Saravia, no parece entusiasmado con la idea de mudarse a esta residencia aristocrática, hoy algo descascarada por falta de mantenimiento, que perteneció a unos marqueses nombrados por la reina Isabel de Castilla.
“El embajador vive en España desde hace años y tiene casa propia”, comentan en el cuerpo diplomático que recibió a Bunge Saravia -la costumbre española de usar los dos apellidos lo distingue de su padre, el histórico Wenceslao Bunge que fue vocero de Alfredo Yabrán- cuando desembarcó en la embajada, unos días antes del 25 de Mayo.
Es más: Wenceslao Bunge se construyó su propia casa en Madrid cuando en 2016 decidió mudarse definitivamente desde el Reino Unido a la capital española con María, su esposa desde hace 27 años, y sus hijos, ninguno de los cuales nació en Argentina.
Bunge se fue del país en los ’90, vivió en Nueva York, en San Pablo, en Londres y en Madrid. De sus seis hijos -dos de las cuales son monjas-, dos nacieron en Brasil y tres, en el Reino Unido. La más chiquita, que durante la ceremonia del 25 de Mayo en la residencia de la embajada andaba a upa de su papá, nació ya en España.
En marzo de 2023, la prensa española publicaba: “El Boletín Oficial del Estado español (BOE) recoge en su edición de este miércoles un decreto aprobado ayer por el Consejo de Ministros, mediante el cual se concede la nacionalidad a Wenceslao Bunge Saravia, alto cargo de la compañía de inversiones inmobiliarias Jones Lang LaSalle Incorporated (JLL) y anteriormente consejero ejecutivo, apoderado y director general de Credit Suisse Bank en el Estado español”.
Apenas regresó a Madrid de Buenos Aires, donde se presentó ante la Comisión de Acuerdos del Senado para obtener el visto bueno de su nombramiento como embajador argentino ante el Reino de España, Bunge renunció a la ciudadanía española.
Wenceslao Bunge se estrenó públicamente como embajador en “la Semana de Mayo”, como llaman en la escuela a los días previos al 25. Conmemoró la fiesta patria con una ofrenda floral, junto al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, al pie del monumento de José de San Martín que monta a caballo en un rincón del Parque del Oeste. También hizo oficiar una misa en la residencia diplomática en memoria del papa Francisco.
A la tardecita del viernes 23, antes de las ocho de la noche, abrió las puertas de la residencia oficial a empresarios, políticos y representantes de la cultura de España, de Argentina y de otros países, a quienes ofrendó empanadas, asado, bodegas y marcas argentinas que nombró durante su discurso, una por una, para agradecerles su participación en el evento.
Al embajador le interesa poner en valor la residencia, bastante venida a menos.
“La idea no es para nada venderla ni alquilarla -dicen a Clarín fuentes diplomáticas-. Una posibilidad sería mudar las oficinas del Consulado a la residencia, para dejar de pagar el alquiler que se paga por ese espacio, pero si el próximo embajador tuviera que vivir en la embajada, sería una complicación tener que volver a mudar las oficinas consulares”.
Una mansión emparchada
Quienes conocen la residencia confiesan a Clarín que “es un edificio muy mal mantenido por las administraciones anteriores”.
“Se vivió haciéndole parches. Una pena”, lamentan quienes prefieren mantener el anonimato cuando relatan los padecimientos edilicios de la residencia: humedad, derrumbamientos de mampostería y ventanas acerca de las que se advierte “por favor no abrir” porque, de lo contrario, no hay quien logre volver a cerrarlas.
“La instalación eléctrica no cumple las normativas de la Comunidad de Madrid. Todavía cuenta con cables de cobre -enumeran-. Al último piso llega poca agua por el sarro acumulado en las cañerías de plomo”.
Patrimonio histórico de Madrid
El conocido como palacete de los marqueses de Argüeso, en el barrio de Almagro, uno de los favoritos de la alta sociedad madrileña, fue parte de las mutaciones que atravesó la Villa de Madrid a partir de las últimas décadas del siglo XIX.
“El exterior del edificio es de estilo ecléctico, con alzados de ladrillo visto y huecos enmarcados por encadenados de yeso, imitando sillería, al modo Luis XIII”, señala el folleto de la Comunidad de Madrid sobre el palacete que figura entre los 24 edificios que atesoran el mayor patrimonio histórico de la región y que se abren al público para visitas guiadas.
El área de Cultura de la embajada argentina en España está trabajando en un libro sobre el arte argentino que allí se atesora. Hay obras en préstamos del Museo de Bellas Artes de Buenos Aires y un lienzo del pintor español Joaquín Sorolla en el techo de uno de los salones.
Los dueños más ilustres de la mansión que el Estado argentino compró en 1957 fueron los marqueses de Argüeso, título nobiliario que la reina Isabel de Castilla inventó para ellos en 1475, según la web dedicada a rastrear genealogías Geneall.
El descendiente más actual de aquellos marqueses se llama Luis Morenés Sanchiz, quien heredó, por fallecimiento de su padre, el título en el año 2000, tal como figura en el Boletín Oficial del Estado español del 27 de octubre del nuevo milenio.
Durante la Guerra Civil Española, los marqueses de Argüeso cerraron el palacete y lo encomendaron a la vigilancia de la embajada británica, vecina de la residencia que, sin embargo, no pudo hacer nada para evitar que un ataque con obuses dañaran el comedor y una parte del salón de la mansión.
Cuánto cuesta hoy
El palacete fue comprado en 1957 por el Estado argentino en manos de los militares que dos años antes habían derrocado a Juan Domingo Perón y que pagaron 14,5 millones de pesetas.
Una inmobiliaria española que tasó el inmueble a principios de 2025 señaló que su valor rondaría entre los 20 y los 25 millones de euros.
Desde hace unos meses circula una propuesta del agregado de Promoción de Inversiones y Comercio Internacional de la embajada argentina en España, Marcelo Alejandro Nimo, para reducir los gastos del servicio exterior dando en concesión a un privado la residencia de la embajada en Madrid durante diez años para que la restaure y la explote, con autorización a que el cuerpo diplomático argentino la pueda utilizar para trece eventos anuales.
Nimo, criticado porque fue funcionario en otros gobiernos y simpatizante de partidos políticos antagónicos entre sí, es hoy un ferviente anticapitalista. Acaba de terminar de cursar con Jesús Huerta de Soto, el académico favorito del presidente Javier Milei, el máster de la Escuela Austríaca de Economía.
“Mis propuestas son académicas y están en el mundo de las ideas. No hablé esto con el presidente pero se lo hice llegar a (Federico) Sturzenegger (ministro de Desregulación y Transformación del Estado) -dijo Nimo a Clarín-. Mi aporte es académico desde la Escuela Austríaca de Economía y no como funcionario en la embajada.”
Desde el entorno de la representación diplomática argentina, le bajan el precio a la propuesta de Nimo: “Eso circuló cuando la embajada en España estaba vacante y aún no se había designado al nuevo embajador”.
El deterioro de las sedes diplomáticas y consulares no es un mal sólo argentino. La Asociación de Diplomáticos Españoles acaba de solicitar “con suma urgencia” al canciller español, José Manuel Albares, que se ocupe de la restauración de algunos edificios como, por ejemplo, el consulado español en Mendoza, Argentina.
“Las patologías significativas existentes en varios muros del edificio, las cuales a lo largo de los años no han sido resueltas”, le reclaman al Ministerio de Asuntos Exteriores, según la publicación online The Objective. Y exigen “realizar una intervención estructural inmediata, para evitar el colapso de dichos muros”.
En estos últimos tiempos la residencia de la embajada de Argentina en Madrid se abrió para encuentros de emprendedores, diseñadoras o graduados de universidades argentinas arraigados en España. Alguna cata de vinos. O una milonga en el marco de un festival de tango. Y mientras el embajador decide si se muda o no, la mansión de la calle Fernando El Santo permanece habitada por los fantasmas que suelen merodear, en las leyendas urbanas, palacios y castillos de siglos pasados.
Sobre la firma
Marina Artusa
Corresponsal en España [email protected]
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