El resultado de la final de la Champions League marcará el pulso de qué futbolista ganará la próxima edición del Balón de Oro, pero eso no es lo que más le importa a Lautaro Martínez, capitán y emblema de un Inter que quiere cortar 15 años de sequía, después de haber levantado el trofeo en 2010, con aquel equipo inolvidable de Pupi Zanetti, Walter Samuel, Cuchu Cambiasso y Diego Milito. Lo que más le importa al Toro es convertirse en leyenda de un club muy grande y quedar en la memoria colectiva.

“Los premios individuales van en segunda línea. Quiero hacer feliz a la gente ganando el trofeo luego de 15 años”, dijo LM en conferencia, en la previa al duelo con el PSG, ese partido que el mundo se parará a observar. El delantero de la Selección está en la elite hace rato, es uno de los futbolistas más reconocidos en Europa y, si llega a levantar la Orejona, no habrá nadie que pueda sacarle el Oro. Y ya no habrá séptimo puesto, como le ocurrió en la gala del 2024.

Lautaro sabe lo que es conseguir títulos importantes porque es un actor clave de la Scaloneta que metió cuatro vueltas olímpicas en tres años, una mejor que la otra, con dos copas América, una Finalissima y el Mundial eterno de Qatar. También tiene en su haber varios campeonatos locales en Italia y aún le queda la espinita de la Champions 2023. A los 27 años, el adolescente que se hizo grande jugando en la Primera de Racing está en la puerta del máximo desafío que tiene un futbolista en Europa.

Los números en la temporada hablan por sí solos: en 48 partidos, metió 22 goles y ¡nueve! fueron en la Champions. Esa Orejona que tiene entre ceja y ceja y que lo llevó a jugar la semifinal de vuelta ante el Barcelona (en la que convirtió) con una distensión muscular.

Obstinado, tozudo, profesional como pocos, el pibe que pateaba las canchas de Bahía Blanca va por la gloria.