«MENGER, EL REY DE LA DOMA…!!!», escribió Javier Milei, en medio de la polémica con Ricardo Darín por el precio de las empanadas. El tuit mostraba un video donde el dueño de la cadena Mi gusto, Pablo Lemos, decía: “Estamos en un camino de bajar precios (…) No queremos ser los más caros del mercado, queremos ser los mejores, pero no los más caros».
El Presidente también había tuiteado algo similar cuando la marca de indumentaria Etiqueta Negra dijo que iba a bajar los precios para adaptarse al nuevo régimen arancelario nacional.
Carl Menger (1840-1921) es considerado el padre de la escuela austríaca, en la que se inscribe Milei. En 1871, escribió Principios de Economía Política, que marca una ruptura con la economía clásica. Allí se refiere a la teoría del valor subjetivo –que define a los precios como el resultado de la interacción entre compradores y vendedores, guiados por su propia valoración subjetiva de la utilidad de los bienes–, en contraposición con la idea de que el valor de los bienes deriva del costo de producirlos o del trabajo incorporado.
El nombre del economista circula cada vez más entre funcionarios del gobierno nacional como Felipe Núñez, vicepresidente del BICE y asesor en el equipo económico del ministro Luis Caputo, y los tuiteros libertarios. Todo comenzó con la salida del cepo, cuando se empezó a temer que un eventual salto en el tipo de cambio terminaría trasladándose a precios, acelerando la inflación, una historia conocida en la Argentina.
Milei dijo que quienes aprovecharan la especulación para remarcar precios se iban “a meter los productos en el orto”. Una respuesta más técnica del Presidente fue que iban a tener que aprender el principio de imputación de Menger a la fuerza. “Se van a encontrar con un problema que es que no van a tener demanda del otro lado. O bajan los precios o quiebran”, presagió en abril, en una entrevista con Alejandro Fantino.
Menger afirmaba que “los bienes no tienen valor en razón de sí mismos. (…) Lo único que importa es su capacidad para satisfacer nuestras necesidades” y que como para las personas “sólo tiene importancia la satisfacción de nuestras necesidades, (…) todo valor no es sino una traslación [‘imputación’] de esa importancia a los bienes económicos”.
Es decir que, para Menger, es el valor subjetivo y no el costo el que determina el precio de un bien de consumo. «¿Cuánto vale hoy esta botella de agua? ¿US$1? –le preguntó Milei a Fantino en la entrevista– Ok, ¿cuánto vale esta misma botella en el medio del desierto del Sahara con 40 °C? Depende de las preferencias y de la escasez, no de los costos. Si los precios pudieran ser determinados por los costos, no habría quiebras”.
Menger también clasificó los bienes de acuerdo a los grados de separación que tienen con la satisfacción de nuestras necesidades: los bienes de primer orden son los que satisfacen directamente una necesidad (por ejemplo, un pan); y luego están los bienes de segundo y tercer orden que sirven para producir los bienes que satisfacen esa necesidad (harina y trigo, respectivamente).
Y a lo largo de la cadena lo que se traslada o se imputa es ese valor. Es decir, los bienes productivos tienen valor no en sí mismos, sino en tanto sirven para producir esos bienes que satisfacen de manera directa una necesidad. Por lo tanto, el precio de los productos no estaría determinado por el costo de producirlos, sino en base a la demanda del mercado.
Carl Menger es considerado el padre de la escuela austríaca. Foto: Wikipedia.
Y si la cantidad de dinero en el mercado no cambia, es decir, si no hay emisión, los consumidores no van a querer convalidar un salto de precios ante la expectativa de un aumento de costos por parte de los vendedores. “Sin cambios en los aspectos reales, ni cambios en la cantidad de dinero, si la expectativa de un mayor tipo de cambio, ante la salida del CEPO, pretenden pasarlo a precio chocará contra la demanda”, explicó Milei en un tuit.
Por lo tanto, si los vendedores no logran vender sus productos porque no hay demanda a un determinado precio –como le dio a entender, con otras palabras, a Fantino–, deberán bajarlo o vender menos; y a su vez, demandarán menos de sus proveedores que también deberán enfrentarse a la misma disyuntiva.
El Presidente ha usado recurrentemente el concepto del economista austríaco para explicar bajas de precios en diferentes sectores, desde ropa y comida hasta celulares. «PRINCIPIO DE IMPUTACIÓN DE MENGER EN ACCIÓN«, respondió a un tuit de abril en el que se decía que un hipermercado se le plantó a una productora grande de alimentos por los aumentos de hasta un 12%.
“Antes había aumentos porque había convalidación monetaria. Es decir, tenías un gobierno con un Banco Central que tiraba toneladas de billetes a la calle, entonces siempre encontrabas alguien con billetes en el bolsillo para venderle tus productos a cualquier precio», explicó el vocero presidencial Manuel Adorni tras la salida del cepo.
«Hoy tenés baja inflación y no emitís un solo peso. Cuando duplicás el precio de tu producto, el bolsillo del otro lado no tienen el doble de billetes, entonces no te van a comprar y vas a tener que volver al precio anterior», señaló Adorni.
El principio de imputación de Menger es mas que un concepto económico, es también una advertencia: los vendedores deben fijar sus precios en base a la demanda real de sus productos y no en base a una especulación de costos con vistas a una eventual devaluación, porque el Gobierno no va a convalidar esos aumentos.
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