Javier Milei espera un tsunami electoral en octubre. Esa expectativa está sustentada por el triunfo electoral en la Capital, un símbolo que el Presidente esperaba para comenzar a erigirse en el único líder de la derecha argentina. Los números que obtuvo Manuel Adorni estuvieron dentro del rango de lo que La Libertad Avanza logró en las primarias y, luego, en la primera vuelta electoral. Un tercio de los votos. Así que, con el nuevo ingrediente de la abstención electoral, que es un fenómeno a observar, el presunto tsunami puede degradarse a una ola grande o, quizá, a una olita violeta. Le alcanzaría de todos modos para triunfar en el conteo final, que es el objetivo que Milei quiere lograr por sus consecuencias políticas.
En las seis elecciones que se realizaron -Santa Fe, Chaco, Jujuy, Salta, San Luis y en la Ciudad de Buenos Aires- el voto protesta, por así llamarlo, se expresó en el ausentismo que, aquí por ejemplo, llegó al 13 % en comparación con las elecciones de 2021. El crecimiento del padrón electoral convierte en más relevantes estos números. Es un factor que en la provincia de Buenos Aires, el 7 de septiembre, puede tener una gravitación importante.
Esos “detalles” no detienen el triunfalismo desmesurado que embarga a los libertarios, entusiasmados con la foto y la soberbia. Ya sabemos, por experiencia, lo que ocurre cuando la sociedad se fatiga y Milei, producto de ese estado de ánimo, debería tomarlos en cuenta sin despreciarlos. Algunos síntomas incipientes comienzan a aparecer: el Hospital Garrahan o el INTA, por ejemplo, pueden ser muestras de cómo el empecinamiento o la ceguera ideológica afecta a la excelencia.
Milei tiene una ventaja política, apalancado en la caída de la inflación, el equilibrio fiscal y el dólar planchado. Esa ventaja es el yermo panorama opositor o, se quiere, adversario.
Con el PRO muy debilitado, Cristian Ritondo parece estar funcionando como el síndico de un partido en vías de liquidación. Está decidida la “adhesión” de macrismo a la Libertad Avanza en la provincia -no un frente que preservaba al menos la identidad partidaria como quería Macri- y se examina cuál será la incidencia en la representación legislativa provincial, en la que LLA no arriesga nada, y en la nacional, que tendrá a José Luis Espert como cabeza. Habría disidencias que fragmentarían aún más al PRO -Pasaglia, Garro- pero, hasta ahora, salvo en la Tercera sección electoral y, quizá, en la primera, el triunfo del oficialismo nacional parece cercano.
Ilustración: Agustín Sciammarella
En la Ciudad, la crisis es también profunda. La fortaleza de Macri tambalea y las decisiones poselectorales de su primo hicieron rodar la cabeza de un consultor político y habría otros ajustes para garantizar la gobernabilidad, si puede, porque le pueden hacer la vida imposible. El error más grande fue adelantar las elecciones. Pensando en octubre, el PRO debe decidir quién será el candidato. ¿Mauricio Macri? Hay demasiadas dudas. Saben que enfrente tendrán a Patricia Bullrich, en estación hacia la candidatura en la Ciudad en 2027. No le será fácil: el balotaje aquí es una valla demasiado alta. Ya lo experimentó Rodríguez Larreta -que se desentiende y sale de vacaciones a Grecia y Turquía- frente a un otrora impetuoso Lousteau, un dirigente que ahora examina intentar ser diputado.
Diego Santilli -otro de los habituales contertulios de Karina- sabe que en la lista del resentimiento de Macri figura entre los primeros, y espera la postulación de Bullrich en la Ciudad para reemplazarla en el Ministerio de Seguridad. O, tal vez, lo manden al barro de la política bonaerense. O lo dejen colgado del pincel una vez que hayan exprimido al PRO. A Santiago Caputo lo que le importa son los legisladores nacionales para Milei, lo restante está abierto.
Otro partido que está en gravísimas dificultades es el radicalismo. Resiste en algunos territorios pero deberá negociar obligatoriamente con LLA y los “adheridos”, si no quiere entrar definitivamente en la insignificancia. Máximo Abad deshoja la margarita porque su ilusión de que el PRO no pactara y volviera a aliarse a los radicales ha desaparecido. Cornejo, en Mendoza, tiene un doble problema. Los libertarios lo aprietan por fuera -la vicegobernadora acaba de pintarse de violeta- y Luis Petri, el ministro de Defensa, lo acosa en el partido porque quiere ser el próximo gobernador.
El peronismo sigue sin ponerse de acuerdo. Habrá que ver qué dice Cristina Kirchner, que sigue pensando en liderar la boleta en la Tercera Sección, el martes por televisión, en una entrevista con un periodista cercano. La militancia periodística, que se extendió hasta el hartazgo durante el kirchnerismo para lapidar las opiniones críticas está siendo imitada groseramente por los exégetas de Milei. El fenómeno es mundial: hay que ver lo que hace Trump en EE.UU., que aquí intentan copiar, Orbán en Hungría, o Putin en Rusia, para sofocar al periodismo. Ya se sabe: sin periodismo independiente no hay democracia. Se llaman autocracias regimentadas, lideradas por disruptivos.
Volvamos a los dilemas del PJ. Kicillof parece decidido a llamar a la unidad pero hace todo para demostrarle a Cristina que su ciclo está terminando. Le atribuyen la estrategia al “Cuervo” Larroque.
La Corte no tiene tradición de intervenir en años electorales, decía un memorioso, ahora que se acortan los tiempos después de ratificación de la condena a Lázaro Báez. La política tuvo su oportunidad con Ficha Limpia y la desperdició. ¿Qué harán los tres jueces que quedan con este recurso de la ex Presidente? Van a comenzar a reunirse pero deben decidir también una recusación de Cristina a Lorenzetti, por declaraciones del juez, o la citación de conjueces si prospera. Para Cristina será una “proscripción” la ratificación de la condena -de 6 o 12 años- y para el gobierno será una decepción porque quieren derrotarla en las urnas.
Todo esto dentro de una negociación de ampliación a 7 miembros de la Corte o de la designación de dos jueces para completar los cinco, alternativa que parecería más racional. Con el sistema acusatorio del Ministerio Fiscal, que entrará en vigor, la figura del Procurador es fundamental. El gobierno la quiere para sí y tiene un candidato: Sebastián Amerio.
Los inversores esperan las elecciones pero también esperan que Argentina cumpla con las metas comprometidas en el acuerdo con el FMI, aunque se insinúa que la recuperación de reservas puede no ocurrir. Ya lo advirtió el economista Arriazu, que no suele hablar en vano.
Una sigilosa misión va esta semana a Washington a tratar de negociar que Argentina esté menos alcanzada por la suba de aranceles que proyecta Trump. La ratificación del swap chino y de la participación en las represas del sur no han caído bien en el sensible paladar de los trumpistas de allá y de aquí, asombrados también porque la estrella de Elon Musk desapareció del firmamento de la Casa Blanca.
El canciller Gerardo Werthein, que el viernes dialogó largamente con Santilli en la impactante recepción ofrecida por el embajador de Italia, integrará la delegación que acompañará a Milei por su gira europea y a Israel. Sin embargo, otra vez, su nombre está en el candelero.