Las economías regionales son diversas en la Argentina agroindustrial. Algunas son ancestrales, como la yerba mate del NEA, y otras con largas tradiciones de ubicaciones puntuales, como las peras y manzanas del Alto Valle, o con desarrollos de “apenas” un siglo como los limones tucumanos.
En ese recorrido, que se podría incluir a las uvas cordilleranas o el maní, que ya trasciende las fronteras cordobesas, la olivicultura está pisando fuerte en San Juan, a tal punto que la Secretaría de Agricultura emitió días atrás la Resolución N° 77/2025 con la cual formalizó al aceite de oliva extra virgen de esa provincia como alimento con sello de origen, lo cual implica una valorización de productos regionales, para conquistar mercados con identidad propia.
Esa medida oficial prácticamente coincidió con la inauguración, esta semana, de una moderna planta envasadora de la empresa SolFrut, la más grande de Sudamérica en procesos integrados que van desde la aceituna en el campo, hasta los aceites que se venden en supermercados o se sirven en restoranes.
La inversión, de 11 millones de dólares, puso en marcha instalaciones con tecnología italiana de última generación, que quintuplica la capacidad productiva de la compañía que sale al mercado masivo con la marca Oliovita.
Las tres líneas pueden envasar 10.000 unidades por hora en distintos formatos (PET, vidrio y lata); la infraestructura incluye una sopladora integrada de botellas; depósitos de gran capacidad; climatización controlada y un parque solar que permite generar la energía que consume, mejora su eficiencia energética y reduce el impacto ambiental.
Ahora, SolFrut elabora y envasa unas 400.000 cajas de aceite de oliva virgen extra al año. Con marca propia como para terceros, abastece al mercado nacional e internacional, alcanzando 70 referencias de productos diferentes.
Con todo, la empresa de la familia Chediack, con José al mando y su hija Sofía como directora industrial, se distingue por su proceso integrado, en el que la demanda determina la oferta. Los olivos se podan y se adaptan en el lote de tal manera como para que el proceso agroindustrial luego sea más productivo y de mayor calidad. Por caso, la mecanización de la cosecha facilita que el fruto salga de la planta en el momento adecuado, y también permite que las tareas industriales sean más organizadas. Todo redunda en mejoras en el camino hacia los consumidores.
José Chediack, presidente de SolFrut, la empresa agroindustrial que va del campo a la mesa, de la mano de la marca Olivita.
Este último paso corona la ampliación iniciada en 2019, que incluyó la construcción de un depósito con capacidad para 4.000 toneladas, la mudanza y mejora de su planta de elaboración de graneles en 2023 y, ahora, la relocalización de su planta de envasado desde el departamento 25 de Mayo.
El gobernador de San Juan, Marcelo Orrego, encabezó la inauguración en la finca ‘El Principio’, en el departamento Sarmiento, y destacó que “esta apuesta privada es un gran impulso que posiciona a la industria olivícola sanjuanina como protagonista en la producción nacional. El compromiso del sector privado con el crecimiento económico y la generación de empleo en San Juan, también abre enormes posibilidades de fortalecer nuestra presencia en el mercado externo. Cada fábrica que se instala o amplía se traduce en más oportunidades para las familias sanjuaninas”.
En tanto, José Chediack, subrayó “la mirada de largo plazo. Ratificamos nuestra apuesta por el desarrollo regional, generando empleo, valor agregado y oportunidades desde el corazón de la olivicultura argentina”.
Con sus 4 hijas incorporadas a la empresa, que surgió en tiempos de promoción industrial por diferimiento impositivo, Chediack apuesta a la sostenibilidad y a la calidad como pilares de su crecimiento. Con energías renovables, tecnologías de bajo consumo, reutilización de residuos, sintoniza su estrategia empresarial con las pautas de desarrollo sustentable.
Otra inquietud es la formación de jóvenes talentos en alianza con instituciones educativas, en el marco de lo cual días atrás se inauguró un espacio téorico práctico en la Escuela Agrotécnica Sarmiento, de Media Agua. El aula taller se llama “Doña Felicinda Pérez Mercau”, como la abuela de Chediack, que fue maestra rural durante 15 años en esa zona,