A los 78 años, José Carreras, el tenor catalán de fama mundial, regresó a la Argentina (país en el que sigue teniendo numerosos seguidores y en el que pasó un año en su juventud), para un multitudinario recital en el fabuloso Movistar Arena y en el marco de una gira mundial anunciada como su despedida.
Conviene repasar brevemente la historia de Carreras: su brillante trayectoria inicial de casi dos décadas se vio truncada en 1987 por una leucemia fulminante a la que pudo sobrevivir, aunque su voz nunca se recuperó totalmente.
A partir de 1990, su carrera tomó un nuevo impulso a la luz del éxito incomparable de Los Tres Tenores (junto a sus colegas Plácido Domingo y Luciano Pavarotti), y desde entonces cantó por doquier un repertorio que fue de lo lírico al pop, y sobre todo dedicó sus esfuerzos a sostener y promover la fundación que lleva su nombre, dedicada a la investigación y la ayuda a pacientes de la enfermedad que lo afectó.
Ópera, valses y canzonettas en el Movistar
Poco después de la hora de inicio, y ante un público impaciente, ingresó la orquesta, conformada por excelentes músicos locales. Bajo la batuta de David Giménez Carreras (sobrino del tenor pero artista de indudable mérito propio), el ensamble tocó la obertura de Nabucco (Verdi), primero de los fragmentos instrumentales del programa original (los otros fueron el Vals n° 2 de Shostakovich y el arrebatador intermedio de La Boda de Luis Alonso de Giménez).
Esta vez, José Carreras no tuvo un emotiva conexión ni con su público ni con su partenaire. Foto LA. Team Agency.
Con precisión rítmica, lirismo y sonoridad compacta, la orquesta y su director fueron en todo momento un pilar fundamental que aportó brillo y solidez musical al concierto.
Tres ejemplos de canción popular de estilo napolitano fueron la entrada en calor para Carreras y para su soprano invitada, la mendocina Verónica Cangemi; a dúo, los cantantes brindaron luego Je te veux, la bellísima canción de Erik Satie.
En el marco de un repertorio hecho a la medida de sus posibilidades actuales (incluyendo cambios de tonalidad), Carreras solo ofreció un aria de ópera: el famoso lamento de Federico, de L’arlesiana de Francesco Cilea. A la luz del resultado, con una afinación errática y un vibrato que por momentos hacían difícil distinguir de qué nota se trataba, cabe concluir que se debió haber prescindido de un momento que solo trajo nostalgia.
Inmediatamente después, Veronica Cangemi ofreció uno de los mejores momentos de su performance y uno de los fragmentos más aplaudidos de la noche: el aria de las joyas (“Ah! Je ris de me voir si belle dans ce miroir”) de Faust de Gounod; este entusiasmo del público se habría de repetir con sus versiones de “Me llaman la primorosa” (El barbero de Sevilla de Giménez y Nieto) en la segunda parte, y “O mio babbino caro” (Gianni Schicchi de Puccini) en la sección fuera de programa. Con “The impossible dream” , del musical The Man of La Mancha, Carreras cerró la parte inicial del concierto.
El Movistar Arena se colmó con sus fans. Foto LA. Team Agency.
Un emotivo homenaje
Producido de manera impecable por el Mahler Entertainment Group, el concierto abrió su segunda parte con un tributo necesario y pertinente al compositor, director y productor Ángel Mahler, fallecido una semana atrás: el ingreso de su talentoso hijo Damián para dirigir a la orquesta en un fragmento del musical Drácula, la sucesión de imágenes de Mahler en las pantallas y las palabras de Cangemi -con menciones a los miembros de la familia que siguen llevando adelante el emprendimiento- pusieron la nota más emotiva a la velada.
De vuelta al repertorio programado, la música española y la latinoamericana se adueñaron de la parte final. Más que los boleros cantados por los dos solistas (esta canción íntima y susurrada es probablemente uno de los géneros que menos convienen a las voces de técnica lírica) y del infaltable El día que me quieras, los momentos de Carreras que el público más agradeció fueron las muy populares “Granada” de Agustín Lara, y “O sole mio”. En estas páginas, el tenor puede lucir notas con potencia en las que su vibrato y sus dificultades físicas son menos evidentes.
El tenor tuvo incluso un paso en falso al comienzo del Brindis de La Traviata que fue salvado con oficio. Foto LA. Team Agency.
Más allá de retribuir tímidamente los aplausos con gestos, Carreras se mostró llamativamente parco, no tuvo palabras para con una audiencia que fue siempre cálida y respetuosa y tampoco tuvo demasiada conexión emocional con su partenaire; el tenor tuvo incluso un paso en falso al comienzo del Brindis de La Traviata que fue salvado con oficio.
Si hubiera que elegir un momento cargado de simbolismo, debería ser su versión de “My way”, anteúltimo número. Esa reflexión vital sobre el telón final a punto de caer, sobre una existencia llevada con entereza a pesar de toda dificultad, fue una confesión y también una proclama: ha llegado para el artista el momento de descansar, de disfrutar de todo que, a su manera, ha podido vivir y construir. Que no es poco.
José Carreras: gira despedida mundial
Calificación: Bueno
Orquesta dirigida por David Giménez Carreras Artistas invitados: Verónica Cangemi y Damián Mahler Función: Movistar Arena, 31 de mayo