Julia empuja la silla de ruedas en la que va Joaquín, su hijo de 11 años que tiene epilepsia y retraso madurativo, necesita pañales, un botón gástrico y un sinfín de cuidados. A un lado va su padre, Ariel Cejas, operario. Y del otro su hermana Ariana, de 14 años. Caminan por la avenida de Mayo rumbo al Congreso de la Nación. Como en una peregrinación, otras familias también empujan sillas de ruedas y cargan carteles que dicen «Discapacidad en emergencia».
Sobre las rejas de la plaza frente al Congreso hay muchas fotos de chicos, chicos con barbijos, chicos sin pelo por la quimioterapia, chicos que igual sonríen. Sus familias agradecen los tratamientos y la atención que reciben en el hospital Garrahan.
También hay fotos de niñas y mujeres víctimas de femicidios. Sus familiares cuentan cómo fueron sus asesinatos, muchos aún impunes.
Por ahí anda Rita, que tiene 86 años y levanta su bastón porque la voz no puede, pero así capta la atención y muestra un papel con todas las medicaciones que debería tomar y ya no tiene manera.
A unos metros, un emocionado alumno del Carlos Pellegrini explica que es la primera vez que los estudiantes apoyan a los jubilados. «¡Hagamos la revolución de los vulnerables!», grita el chico. Lo aplauden obreros, científicos, médicos, escritores, artistas. «¡El pueblo, unido, jamás será vencido!», cantan todos.
«Nadie se salva solo, si no nos juntamos nos hundimos todos», dice Julia, la mamá de Joaquín. «La unión hace la fuerza», acuerda María de los Angeles Suárez, mamá de un chiquito con leucemia.
«La lucha no puede ser sectorial», resume Maristella Svampa, socióloga, escritora e investigadora del Conicet. Está frente a la plaza junto a un grupo de intelectuales unidos en el colectivo «Las fuerzas de la Tierra». «Es la sociedad movilizada la que debe colocar límites políticos y éticos a esta ofensiva autoritaria», aseguran.
Por eso la marcha de los diez años de Ni Una Menos se pasó al miércoles, con la consigna «Unir las luchas es la tarea», para apoyar el reclamo de jubilados y médicos, residentes, profesores universitarios, científicos, todos los sectores castigados por el gobierno libertario. «Desvirtúan el reclamo», criticaron algunos.
Horizontalidad y transversalidad son ideas centrales en los movimientos feministas, que siempre han sostenido que «la lucha es colectiva» y que «lo personal es político». El concepto de igualdad está en el corazón de su lucha histórica y política. Unificar reclamos fue lo natural.
Sobre la firma
Mariana Iglesias
Editora de Género [email protected]
Bio completa
Mirá también
Mirá también
A 10 años del primer Ni Una Menos: no cede la violencia de género y por qué la marcha será mañana
Newsletter Clarín
Recibí en tu email todas las noticias, coberturas, historias y análisis de la mano de nuestros periodistas especializados
QUIERO RECIBIRLO
Tags relacionados