Luke Melling, un hombre de 31 años de Melbourne, Australia, viajó 16.000 kilómetros para conocer al desconocido que le salvó la vida. Luke, quien sufría una rara forma de cáncer de sangre, cuenta que “estaba enfrentándose a la muerte” antes de recibir un trasplante de células madre de Alastair Hawken, de Lincolnshire, en Reino Unido.
La compatibilidad entre ambos fue tan perfecta que ahora creen que podrían ser parientes lejanos, ya que las familias de ambos son de Preston, la ciudad británica en el condado de Lancashire que eligieron para su emotivo primer encuentro. Ellos decidieron compartir su historia para animar a más personas a unirse al Registro de Donantes de Células Madre del Servicio Nacional de Salud, conocido por sus siglas NHS.
Hace tres años, Luke, que entonces tenía 28 años, se encontraba gravemente enfermo en el hospital con linfoma de Hodgkin. Llevaba viviendo con la enfermedad desde los 16 años y, a pesar de haber estado en remisión cuatro veces, el cáncer seguía reapareciendo.
Tras agotar todos los demás tratamientos, le dijeron que necesitaba un trasplante de células madre (que se encuentran en la médula ósea y producen células sanguíneas esenciales) para sobrevivir. Pero, nadie en su familia, ni en Australia, era compatible, así que los médicos comenzaron a buscar un donante en registros internacionales de células madre.
“Era algo así como ‘esto es todo, esta es la única opción que tenés. Es esto o te morís’”, dice Luke. “Descubrir que mi hermana no era compatible fue aterrador; simplemente no sabíamos si habría alguien registrado que fuera compatible conmigo”. Pero entonces, tras seis meses de espera, a Luke le dijeron que había esperanza. El registro había encontrado un posible donante al otro lado del mundo.
Esperanza
“Cuando descubrimos que teníamos la compatibilidad perfecta, fue un momento emotivo”, recuerda Luke. “Recuerdo a mi madre, estaba histérica, llorando”.
Para Alastair, que entonces tenía 48 años, la llamada telefónica fue inesperada. Donante de sangre habitual, se había inscrito en el registro del NHS en 2008. Cuando le preguntaron si aún estaba dispuesto a donar, este padre de tres hijos no lo dudó. “No fue ningún problema”, dice. “¿Qué puedo hacer? ¿Dónde puedo estar? Fue lindo sentir que alguien me necesitaba o que podía serle útil”.
Antes de la donación, a Alastair le inyectaron un fármaco de alta potencia para generar células. Tras un par de días, apenas podía moverse, pero le dijeron que eso demostraba que el proceso estaba funcionando y que su cuerpo estaba generando una “cantidad excesiva de células madre”. Luego fue a un hospital para que le extrajeran las células madre mediante un proceso similar a la donación de sangre, mientras comía refrigerios y veía la televisión.
“No sentís ninguna molestia”, afirma. “Las células madre se extraen, se empaquetan y luego se cuentan en el laboratorio. Necesitábamos 85 millones para Luke, y eso fue lo que extrajeron. Me sentí increíble; mi cuerpo estaba compuesto de células madre frescas, y luego mis células madre [recolectadas] emprendieron su viaje”. Las células se congelaron criogénicamente en cuestión de horas para ser enviadas a Australia, donde Luke esperaba.
Encuentro inolvidable
Luke recibió su trasplante un mes después, pero lo único que sabía del donante era que era un hombre de 48 años de Reino Unido. No le permitieron ponerse en contacto con Alastair hasta que pasaron dos años y el tratamiento se consideró exitoso. En ese momento, Alastair desconocía si Luke había sobrevivido.
“Solo esperaba. Esperaba y rezaba por que así fuera”, dice. Y entonces, un correo electrónico llegó a su bandeja de entrada a través del registro de células madre.
“Fue como si todas mis Navidades hubieran llegado a la vez”, recuerda Alastair. “Fue un momento realmente hermoso”. Los hombres se pusieron en contacto y finalmente se encontraron hace pocos días.
“Tener a alguien como vos, tan hermoso, encantador y amable, después de todo esto, me alegro de que sean tus células. No tengo palabras para agradecerte”, Luke le dijo a Alastair cuando se encontraron. “Si aunque lo único que logre sea ver esa sonrisa en tu rostro, entonces habré logrado todo lo que necesito lograr”, le respondió Alastair.
Preston, en el noroeste de Reino Unido, resultó el lugar ideal para reunirse, ya que los abuelos de Alastair vivían allí y la familia de Luke también tiene raíces en ese sitio. Luke, que ahora tiene 31 años y recuperó la salud, siente que puede dejar atrás los últimos 15 años. Incluso corrió una maratón.
“Conocer a Alastair en persona es un sueño hecho realidad”, dice. “¿Qué le decís a la persona que te devolvió la vida, literalmente, dándote una parte de sí misma? Poder subirme a ese avión y volar por el mundo solo es posible gracias a él. El momento en que pude darle ese enorme abrazo y agradecerle en persona es un momento que nunca olvidaré”.
Alastair, que ahora tiene 51 años, espera que su historia anime a otros a inscribirse en el registro de células madre. “Conocer a Luke hoy realmente me hace comprender la diferencia que puede marcar ese simple acto”, dice. “Ojalá más personas se registraran para donar, ya sean plaquetas, órganos, sangre o células madre; es el regalo de la vida. No hay nada que te haga sentir más completo como ser humano, y cuando se trata de una historia de éxito, como claramente lo ha sido en nuestro caso, todo vale la pena”.
*Por Fi Lamdin & Emma Petrie / Información adicional de Paul Johnson