Carmen, la abuela que se luce en un restaurante de Nueva York con sus platos argentinos: su historia llegó a una película de Netflix

Un mes atrás llegó a Netflix la película Nonnas, una sentida historia basada en la vida real de Joe Caravella, un hombre que, tras la muerte de su madre, decide abrir un restaurante italiano inspirado en sus recetas y para ello contrata abuelas locales para que trabajen como chefs.

Enoteca María, el restaurante real en el que está basado la historia del filme, está ubicado en Staten Island, Nueva York, Estados Unidos, y funciona hace casi 20 años con abuelas de todas partes del mundo que invitan a los clientes a probar las comidas típicas de sus infancias.

Entre ellas se encuentra Carmen Bernardo, la única argentina del local.

A los 69 años, Carmen decidió hacer un rotundo cambio de vida y comenzó dedicarse a deleitar a distintos comensales con sus clásicas empanadas, pastel de papa y panqueques de dulce de leche.

Carmen nació en Boedo hace 78 años en una familia humilde de origen italiano, compuesta por un padre carnicero, una madre ama de casa y dos hermanos, uno mayor y uno menor, con quienes creció jugando en la calle. Ya desde chica sintió una conexión con la comida.

Carmen Bernardo trabaja hace nueve años en Enoteca María. Foto: Instagram.

“En casa mi mamá siempre hacía los lunes puchero y yo era como Mafalda, no me gustaba la sopa. Pero después me lo comía todo porque era riquísima. A mí me gustaba el asado al horno y a mi hermano le gustaban las milanesas, entonces comíamos un sábado asado al horno, el otro sábado milanesas. Y los domingos infaltable la pasta. Mi papá era hijo de italianos, mis abuelos eran italianos, entonces la influencia tana siempre estaba”, recuerda Carmen, en diálogo con Clarín.

Video

Y agrega: “Y las cosas típicas de casa, los buñuelitos de acelga, las tortas fritas cuando llovía… Todas las cosas que hacía mamá yo las miraba y me las iba grabando en la cabeza. Me quedó esa añoranza que hoy en día busco en los platos, los sabores de mi mamá. Siempre tuve una conexión con la cocina aunque no soy cocinera”.

A pesar de que su mamá siempre cuidó de que Carmen no se acercara mucho a la comida (“era la época de calentador primo, después vinieron las cocinas de querosén, después las bombonas”), ella no podía evitar mirarla en cada paso.

Carmen y sus clásicas empanadas que son furor en Nueva York. Foto: Instagram.

“Cuando iba a la casa de mis abuelas hacían los tallarines los sábados y llenaban la mesa de tallarines arriba de un mantel para que se secaran. Y yo miraba todo este proceso, el olor de esa salsa riquísima”, relata la mujer, rememorando los olores y sabores de sus infancia.

Sin embargo, una vez que terminó la escuela, Carmen no se dedicó a nada parecido a la cocina. Con ninguna experiencia previa, en 1966, con solo 19 años, consiguió su primer trabajo.

“Leí en los clasificados del Clarín que James Smart solicitaba chicas para empaque y ascensor. Una amiga trabajaba ahí, en costura, en la sucursal de Lavalle y Florida, que en esa época era el boom. Entonces me tomé un colectivo, un subte y llegué a las 10 de la mañana. Me dijeron ‘llegó tarde, ya pasaron las aspirantes’”, recuerda.

Carmen, en una de sus visitas a Buenos Aires.

Lejos de rendirse, pidió si podía pasar a saludar a su amiga y, al ingresar, se topó con el hijo del dueño de la empresa. “Le dije que estaba interesada pero que recién había podido llegar ahora. Y me dice ‘mire, están citadas 10 para las 3 de la tarde. Usted es la número 11’. Fantástico, yo nací el 11 de febrero”.

“Yo quería trabajar porque me daba cosa pedirle plata a mi papá. La situación era difícil y yo me daba cuenta de que hacía falta. Y le dije la verdad a los señores, que no tenía experiencia pero que quería trabajar para ayudar a mi papá. Se miraron y me dijeron que me mandaban a avisar con mi amiga cualquier novedad”, rememora.

Carmen Bernardo, la abuela argentina que inspiró la película Nonnas. Foto: Gentileza

En solo un día, su amiga recibió el llamado y le dijeron que Carmen había sido la elegida para el puesto.

Aunque al principio empacar los jabones no se le daba, en solo tres meses pasó a formar parte del equipo de vendedores y en poco tiempo llegó a incluso ganar más dinero que su propio papá.

Su segundo trabajo fue como secretaria de un abogado en un estudio jurídico.

Su jefe solía ir a un restaurante y ahí conoció al hijo del dueño, Eduardo, con quien se casó en 1971 y poco después tuvo a su primer hijo.

Bifes al horno, otro de los platos de Carmen en Enoteca María. Foto: Instagram.

En 1973, con 25 años y su hijo muy chiquito, su esposo y socio recibieron una oferta de trabajo en Venezuela, en la Creole Petroleum Corporation, por lo que se mudaron a Maracaibo, en la zona petrolera.

“Era un mundo aparte, diferente. Campos muy bien construidos, muchas casas, lo único que veías eran los balancines que subían y bajaban de petróleo, nada que ver con Buenos Aires. Fue una época muy difícil en el sentido del sentimiento de tener que desprenderte de tu país. La situación en Argentina en esas épocas era difícil, eran tiempos muy revueltos políticamente, entonces era conveniente ir allá a trabajar”, describe, explicando las razones de la decisión familiar.

Carmen junto a sus tres hijos y su nieta Elaine.

En lugar de dejarse abatir por la angustia, Carmen se volcó a aquel amor que había dejado olvidado: la cocina.

Embarazada de su segundo hijo, se puso a cocinar las empanadas de su mamá: “Cuando me di cuenta había hecho un montón, las puse en un plato y le empecé a dar a las vecinas. ‘Señora, señora, soy la vecina nueva de Argentina’. Al día siguiente, escucho por la medianera, ‘señora argentina, señora argentina’, y era un plato de cachapa que ella me daba. Y así me empezaron a conocer a mí y a mis empanadas”.

En Venezuela, Eduardo también abrió un restaurante y le propuso a su esposa que hiciera sus típicas empanadas para probar y ver qué pasaba.

“Se empezaron a vender dentro del country de petroleros y la gente llamaba para hacer pedidos. Pusimos de primer plato las empanadas argentinas y mi esposo me dijo que tenía que hacer el doble. Después, como mi panza ya estaba muy grande, puse a una señora a hacer la masa y yo me sentaba a armarlas. Estaba triste, pero en vez de ponerme a llorar, empezaba a hacer empanadas”, cuenta, entre risas.

«Nonna Carmen». Foto: Gentileza

A pesar de que la idea era regresar a la Argentina, el 1976 Carmen voló junto a sus tres niños,

“Era muy convulsa, había que tener mucho cuidado. Yo sola con tres bebés chiquitos porque mi esposo se había quedado todavía trabajando. La idea era regresar pero el país no estaba en condiciones”, plantea.

Por ese motivo, la familia decidió quedarse en Venezuela en donde crecieron y se educaron sus hijos. Incluso, cuando ya eran más grandes, Carmen comenzó a trabajar en relaciones públicas y ventas.

Uno de los platos estrellas de Carmen en Enoteca María. Foto: Instagram.

Con el correr de los años, en 2001, su hijo mayor se mudó a Nueva Jersey, Estados Unidos, cuando la situación en Venezuela comenzó a complicarse. Al año siguiente, Carmen perdió a su esposo y las visitas a Sebastián comenzaron a ser cada vez más seguidas.

Tiempo después, su hijo se casó y en 2011 nació su única nieta, Elaine. “Y ahí dejé todo, me vine para Estados Unidos a cuidar a la bebé. Me ocupé de la nena y de la casa, para mi nuera y para mi hijo”, recuerda.

El clásico pastel de papas de Carmen. Foto: Instagram

Su llegada a Enoteca María: el trabajo que lo cambió todo

En 2016, con 69 años y ya cinco viviendo en Estados Unidos, una amiga le comentó que en Staten Island había un restaurante que buscaba abuelas de todas partes del mundo para que cocinaran y que le había conseguido una entrevista para ese sábado.

“Le dije ‘¡vos estás loca! Yo cocino para vos porque te gusta, pero para un restaurante en Nueva York no. Pero bueno, me presenté, conocí a Joe, el dueño. Muy agradable, yo hablando inglés tropezado, y ella me traducía. Le dije que le pidiera disculpas porque yo no era una cocinera competente para un restaurante, que mi comida era muy básica, muy de mamá, de abuela, y él me dijo, ‘es lo que estoy buscando, es lo que quiero, empieza el sábado’”, señala.

Carmen y Joe Caravello, el dueño de Enoteca María. Foto: Instagram.

En lugar de proponer platos gourmet, Bernardo comenzó a hacer las recetas de su mamá. Así, hasta el día de hoy, sus recetas emblema son las empanadas argentinas, pastel de papas, los bifes rellenos y el panqueque de dulce de leche.

“Me encontré un poco asustada. Tenía 69 años y habían pasado 50 de mi primer trabajo. Y yo en Nueva York, en un restaurante. Pero salió todo regio y la gente me encantó”, relató.

Cualquier persona que pase por la vereda de Enoteca María puede ver a las abuelas cocinando como si fuera “una boutique”.

Hoy en día, a cada una de las más de 40 abuelas le toca un día en particular y, a pesar de que siempre hay chefs haciendo comida italiana, ese día las recetas envuelven al país de la abuela.

Carmen, Susan Sarandon y otras de las abuelas y actrices junto a Kelly Clarkson. Foto: Instagram.

“Antes abría de lunes a lunes, pero después del COVID empezó a abrir nada más que viernes, sábado y domingo. Entonces, cada vez había más abuelas, y ahora estamos más espaciadas, nos toca trabajar una vez por mes. Y es fantástico, porque ya el cuerpo no te da, pero la gente quiere”, explica.

-¿Qué significa para vos formar parte de Enoteca María?

-A veces uno se pone un límite o la sociedad te pone límites en cuanto a los años y la vida misma te dice por qué no. Es todo intentarlo y ponerle ganas. Los clientes te llaman a la mesa y te piden foto, te preguntan cómo hiciste el plato. Yo miro a todos los cocineros argentinos, a (Santiago) Giorgini, a Donato (De Santis), que me refrescan la memoria para no olvidarme de las recetas. Porque hay una responsabilidad, yo estoy representando a Argentina. Yo no sé si puede venir un argentino y me he llevado sorpresas muy grata. Una vez una señora me abrazó y me dijo, ‘me trajiste los sabores de Argentina, hace 20 años que no voy’. Y ahí sé que lo hice bien. No por orgullo, sino por esa responsabilidad. Te sentís en tu casa. Yo hago de cuenta que no son clientes, que vienen las familias a comer. Y la gente se va con esa misma sensación. De ahí nos radica el éxito. Al margen de que, ojo, sí está rica mi comida.

Carmen, de invitada en el show de Kelly Clarkson. Foto: Gentileza

-¿Cambió la concurrencia desde el lanzamiento de Nonnas?

-Ya teníamos todo reservado, pero ahora están hasta en la puerta pidiendo para entrar sin reserva. El restaurante es chico, no es lujoso. La gente se va con el sabor de que te cocinó tu abuela.

-¿Cómo viviste la experiencia de la premiere de la película?

-Casi me muero. De todas las abuelas eligieron a cuatro para ir a la premiere, no podían ir todas. Y tuve la sorpresa de que me eligieran a mí junto a las tres mayores. Y el mismo día de la premiere, Kelly Clarkson nos invitó a su programa Y cuando la cámara nos enfocó, todos aplaudieron. Y pudimos saludar y abrazar a los artistas. Cuando vi a Susan Sarandon, que es una ídola mía, pensé ‘qué locura. No puede ser que esté hablando con esta mujer’. Yo ya estaba feliz. Y en la premiere me emocioné mucho. Porque antes de presentar la película, el gerente general de Netflix pidió que se pararan las ‘nonnas’ reales. Me tuve que parar y nos aplaudieron todos. Yo pensaba ‘no puede ser, tengo 78 años y estoy en una premiere en Nueva York y me están aplaudiendo’. Eso no le pasa a todo el mundo. No es el ego, son cosas insólitas que te llenan de dicha. Estoy agradecida con la vida. Cuando uno hace las cosas de corazón, te sale bien.

DD