En El Eternauta, los héroes sin capa vuelven con gamulán

Claro que El Eternauta también despertó interés por la vestimenta. Al menos eso se advierte en la primera parte de la transposición de la novela gráfica creada por Héctor Germán Oesterheld en 1957 al audiovisual de seis capítulos, que desde que se estrenó continúa en el top 10 de Netflix, tanto en la Argentina como en otros países.

Darín –con gamulán– en la serie El eternauta.

Lo cierto es que, en la serie dirigida por Bruno Stagnaro, la ropa tiene un rol fundacional sobre todo en la construcción espontánea del héroe en el que se convierte el protagonista, Juan Salvo (Ricardo Darín).

Justamente, un héroe común que se configura a lo argento, con lo que está ahí, al alcance de la mano. Y si la capa suele ser el cliché más habitual para estas criaturas fantásticas que, en este caso, enfrenta la invasión de un ejército extraterrestre, ahora es el gamulán, la prenda que elige Salvo para sobrevivir a la intemperie y emprender la búsqueda de Elena (Carla Peterson), su ex mujer, y Clara, su hija (Mora Fisz).

Con esa tipología, tradicionalmente confeccionada en cuero de cordero u oveja, se vuelve el soldado más experimentado –valga la referencia inevitable a que fue excombatiente en Malvinas– y el líder del squad improvisado con sus amigos y otros menos conocidos, para batallar contra los invasores.

“Es parte del pasado, se actualiza en el presente y se vuelve heroico”, sintetiza Patricia Conta, directora de vestuario de El Eternauta, a propósito del gamulán que pergeñó de acuerdo a las conversaciones que fue teniendo con Stagnaro. Vale recordar que, en la historieta, no se especifica que esa sea la prenda. Se trata de un traje aislante confeccionado por la mujer de Salvo.

¿Cómo lo desarrollaron en la serie? Primero trabajaron con una curtiembre que le fue haciendo distintas pruebas hasta que llegaron al pedido para hacer el octavo modelo y la empresa abandonó el proyecto. Así fue como Conta encomendó a su equipo de doce personas, la tarea de rastrear distintos gamulanes por tiendas vintage de Buenos Aires, para adquirirlos todos, desarmarlos y rearmar las piezas que usó el protagonista.

Darín en estado de guerra.
Foto: Netflix/via REUTERS

El gamulán que usa Salvo cumple con el verosímil buscado, el del invento del tipo corriente que ante la desesperación se viste con lo que tiene, impulsado por un motivo netamente funcional: protegerse de la nieve tóxica y del frío extremo, nada frecuente en Buenos Aires. O acaso, cómo no iba a haber una de esas prendas, ahora retro, en la casa de Alfredo “Tano” Favalli (César Troncoso), el amigo de Salvo, acopiador empedernido, donde surge la transformación de todos los roles.

“Lo viejo funciona, Juan”, asevera Favalli, y esa expresión también se vuelve un mantra para hablar de los recursos vestimentarios a los que apelan los personajes. Y Conta –quien acumula una amplia experiencia en cine y además es docente de Análisis del Diseño de Indumentaria y Textil I y II en FADU-UBA– levantó la apuesta en ese sentido, porque, aunque no se muestra en escena, reconoce que armó un placard para Favalli y su esposa Ana (Andrea Pietra). En ese espacio incluyó el suéter amarillo hecho a mano que usa él, la ropa de esquí que podría haber quedado de algún viaje de la pareja, y un pijama que no se ve en pantalla, pero que bien podría haberlo usado ese personaje.

El gamulán, es, a su vez, el elemento principal de este traje de superhéroe que lo empodera a Salvo y que lleva al espectador a un lugar afectivo. Y mientras que para algunos estará asociado a los recuerdos de su propia juventud, para otros, lo estará a las referencias fotográficas de padres o abuelos que ostentaron mechas largas y gamulán sobre todo entre las décadas del 60 y 80.

Un joven George Lucas, sentado con un gamulán, y las tres estrellas de las primeras entregas de la saga: Luke Skywalker, la princesa Leia y Han Solo, en un alto de la filmación.
Foto: Taschen.

Esa dimensión afectiva no deja de ser un tema frecuente para la moda contemporánea como respuesta a lo vertiginoso de la industria del fast fashion, que propone comprar, usar y desechar. Por el contrario, acá, se reafirma que la ropa confeccionada con materiales nobles trasciende y se vuelve atemporal.

“Sin gamulán”, es el título, además, de la célebre canción de Los Abuelos de la Nada. Y esa referencia a la falta, antes fue presencia. Alcanza con revisitar la revista Pelo, donde abundó el uso de esta prenda, por caso en una de las portadas de 1977, con uno de los miembros de Emerson, Lake & Palmer, vistiendo, claro, un gamulán.

El gamulán. Una historia de vida, es el libro que lanzó Santiago Turienzo en 2005. El histórico fotógrafo de Editorial Atlántida compiló decenas de retratos de celebridades ataviadas con el gamulán que él mismo compró en un viaje a Frutillar, en el sur de Chile. Esa prenda vintage se volvió un leitmotiv al ser vestido nada menos que por Diego Armando Maradona y Mirtha Legrand, además de Raúl Alfonsín, Marcelo Tinelli y Julio Bocca. También personas anónimas se vincularon con el abrigo que el propio autor intentó dejar en el desierto del Sahara, aunque al rato volvió a buscarlo y todavía lo conserva.

Ricardo Lagos usó un gamulán argentino cuando estuvo preso durante la dictadura de Pinochet. En 2013, lo donó al Museo Histórico Nacional de Chile.

Otra historia que hizo de un gamulán un tesoro alude al que usó el expresidente chileno Ricardo Lagos durante los 18 días que estuvo preso bajo interrogatorio, tras el atentado al dictador Augusto Pinochet. Dijo Lagos que esa vestimenta, comprada en la Argentina, fue su salvación para sobrevivir a las jornadas de encierro. Y que, luego, formó parte de su guardarropa hasta que decidió donarlo al Museo Histórico Nacional del país trasandino en 2013.