Si fuera un hit mío, River sería una mezcla de Obsesión y Tirá para Arriba. Que es una canción que glorifica y es un tributo a la recuperación de los derechos y que tiene una épica rara. Cuando llegué por primera vez a Colombia o a México y empiezo a cantar una canción que es netamente local, digo: ¿cómo puede ser? Y es ese “pase lo que pase, venga lo que venga”…
-Tiene que ver mucho con el equipo del Muñeco.
-Exactamente. Por eso es un gran mix que un DJ famoso podría hacerse de mis temas para hablar de River.
Cuando Olé le propone definir musicalmente a su pasión alternativa, Miguel Mateos elige mezclar en una consola metafórica el sencillo que le dio nombre a su primer disco post ZAS y el track #4 de Rockas Vivas. El álbum de abril del 85 que que llegó a ser #1 de ventas hasta El Amor Después del Amor de Fito Páez. Y que el 3 de julio celebrará sus 40 años en un Movistar Arena a tope (se venden las últimas entradas).
“¿Con qué se compara el sonido de River? (Piensa) No sé… Con algo muy sagrado. Con algo que tenga que ver con el oratorio de Bach. Es algo que al escucharlo te hace ver a Dios”, vuelca su pasión al cantautor y productor musical que a los 71 años se emociona de la misma manera que a los cuatro, cuando pisó por primera vez el Monumental en la fila cuatro de la platea San Martín.
“Nos sentábamos mi abuelo, mi viejo, mi hermano Alejo y y. Los cuatro juntos durante muchos años vimos a River en ese lugarcito ahí”, cuenta imaginándose en el Liberti colmado. “Es increíble. No pisaba el campo desde que era chico”, cuenta. “No tuve el gusto de tocar, me lo debo. Pero vine a ver un montón de shows: los Stones, McCartney…”.
-¿Y ahora la transformación que te generó? Porque como hincha viste muchos Monumentales.
-El golpe tremendo tuve al venir a ver un partido de la Libertadores 2024. Llevaba casi una década sin hacerlo por distintas razones: porque viajo, por giras, porque estoy afuera… La comisión directiva tuvo la gentileza de invitarme y vine con mi hijo Juan. Y el fervor, estaba al palo, obviamente. Nunca lo había visto así. Y el ruido, yo tengo que ver con el ruido, yo tengo que ver con el sonido. Es estremecedor. La gente, la vibración, todo se conjuga para hacer un espectáculo sin referencias ni precedentes.
Miguel Mateos, en el Monumental.
-Cuando suena el estadio…
(Interrumpe) – No se puede creer.
-Con qué se compara.
-Tiene que ver con el rock and roll. Cuando empieza a cantar la gente, River se emparenta a cuando Richard comienza a tocar Satisfaction. Es eso. La letra y el riff.
-Y si está el Muñeco, todo eso se multiplica.
–Gallardo es nuestro Eternauta. Se transformó en un personaje tan potente, tan fuerte, tan líder… En el momento justo, yo voy a la cancha hace más de 50 años. Así que para mi hijo Juan, la generación de repente, que tiene 25, 30 años, es también ver a este River jugando como juega, ganando lo que gana y lo que ha ganado y teniendo ahora esta especie de olla a presión de pasión y afecto en el Monumental, es una conjunción divina.
-Si Gallardo es ese fenómeno como líder, ¿Mastantuono como talento que se va? ¿Qué te dejó?
-Uff. Mirá, estábamos viendo por la tele (el superclásico). Y yo tenía show el lunes, hacía un acústico para La 100 y tenía que cuidarme la garganta. Y ocurrieron dos cosas. Primero, el gol de Mastantuono lo grité de una forma tan desaforada que me quedé directamente mudo. Y pensaba: “Mañana tengo show, tengo que ir a la radio a hacer el acústico…”. Y resulta que en el segundo tiempo, cuando Mastan pierde el gol me mordí de tal manera ¡que me rompí el diente!
Miguel Mateos, en el Monumental.
-¿Qué sentiste cuando el año pasado River no andaba tan bien?
-Fue todo un poco raro. Pero estando Gallardo había que tenerle confianza al líder. Y él lo decía muy calmadamente: “Muchachos, tranquilos, que estamos trabajando. Llegó mucha gente, que hay que entrarlos en el vibe del club… Yo tenía una fuerza interior que me llevaba a confiar en el Muñeco. Ahora creo que River ha superado determinadas carencias: mientras este flaco sepa donde está parado y lo que pasa, lo va a sacar adelante. Y se está viendo ese camino.
-River viajó anoche al Mundial de Clubes, en el que le tocó un grupo bastante bravo. ¿Estás ilusionado?
-Bueno, eso es otra cosa, ¿no? No sé, ojalá que no vayan con todo los, los popes estos: los Inter, los Bayern… Los Inter, los Bayern. Estamos un poco, estamos un poco lejos, pero creo que nos podemos meter en la clasificación. ¿Nos vamos a ver con Inter, no?
-¿Y vos vas a verlo? ¿O la gira te cayó justo?
-Mirá: debuta en Seattle y yo toqué ahí el 5 de junio, casi dos semanas antes… ¡Me quiero matar! Por dos semanas. Sabés lo que hubiera sido ver a River.
-Pero donde desde donde estás, alentás por la tele, por la radio, por stream.
-¡Claro! La camiseta está ahí. Está en un, planchadita, planchadita, planchadita. Es un manto sagrado, loco…
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