El estudio del ADN humano estableció, hace ya cuatro décadas, que todos compartimos un árbol genealógico y una historia migratoria común. Todas las personas nacidas fuera de Africa descienden de ancestros que abandonaron ese continente hace más de 60.000 años.
Hace unos 45.000 años, los primeros humanos llegaron a Europa, luego de haber pasado por Oriente Medio. Era un lugar inhóspito, cubierto en parte por gruesas capas de hielo, poblado por los neandertales, cuyos antepasados también habían salido de Africa, pero cientos de miles de años antes.
Hasta que estos estudios arrojaran luz sobre el origen de los europeos, muchos creían que, alguna vez, existieron poblaciones puras, presentes en el continente en la época de los mamuts lanudos. Estas ideas alimentaron el racismo blanco y hasta el nazismo.
Sin embargo, según distintas investigaciones puede afirmarse que los europeos provienen de un “crisol de razas”, con poblaciones que llegaron desde distintos lugares, desde la Edad de Hielo.
En el yacimiento fueron encontradas herramientas confeccionadas hace 1,4 millones de años.
¿Quiénes fueron realmente los primeros europeos?
Un artículo publicado por la revista National Geographic afirma que “los europeos que viven hoy, en cualquier país, son una mezcla diversa de linajes antiguos provenientes de África, Oriente Medio y la estepa rusa. La evidencia proviene de artefactos arqueológicos, del análisis de dientes y huesos antiguos, y de la lingüística. Pero, sobre todo, de la paleogenética”.
La nueva información que proporciona la genética “está transformando la arqueología: solo en 2018 se determinaron los genomas de más de 1000 humanos prehistóricos, en especial, a partir de huesos desenterrados hace años y conservados en museos y laboratorios. En el proceso, cualquier noción de pureza genética europea ha sido barrida por una marea de hueso pulverizado”.
Según el artículo, “tres grandes movimientos humanos moldearon el curso de la prehistoria europea. Los inmigrantes trajeron el arte y la música, la agricultura y las ciudades, los caballos domesticados y la rueda. Introdujeron las lenguas indoeuropeas que se hablan en gran parte del continente y es probable que trajeran la peste”.
Los primeros europeos modernos vivían como cazadores y recolectores en pequeños grupos nómadas. Siguieron los ríos, bordeando el Danubio desde su desembocadura en el mar Negro para llegar a Europa occidental y central. Durante milenios, su impacto fue mínimo. Su ADN indica que se mezclaron con los neandertales. Hoy en día, aproximadamente el 2 % del genoma de un europeo típico consiste en ADN neandertal. Un africano típico no tiene ninguno.
Primeros europeos. Nuevos estudios ponen el foco en Korolevo, Ucrania occidental.
En tanto, un artículo de The Conversation afirma que “durante los periodos más cálidos de la historia de la Tierra, glaciares del tamaño de continentes se retiraron para revelar nuevos paisajes. Hace 1,4 millones de años Europa era una terra nullius deshabitada por el hombre”.
Un nuevo estudio, dirigido por un equipo de la Academia Checa de Ciencias y la Universidad de Aarhus y publicado en la revista científica Nature, informa de la presencia humana más temprana en Europa, en un yacimiento del río Tysa, conocido como Korolevo y ubicado en Ucrania occidental.
En Korolevo, los arqueólogos encontraron herramientas fabricadas en el estilo Oldowan, clasificado por primera vez por Mary Leakey en Africa oriental. Como la datación tradicional representaba problemas, los investigadores recurrieron a un innovador método. El resultado fue sorprendente: los materiales de las herramientas permitían afirmar que fueron confeccionadas hace unos 1,4 millones de años. El dato convierte a la población de Korolevo en la más antigua de Europa.
Como en Korolevo no hay fósiles, los únicos datos provienen de esas herramientas, que, según el artículo, son “demasiado antiguas y primitivas para ser obra de humanos anatómicamente modernos (Homo sapiens) o neandertales”. Probablemente hayan sido realizadas por alguna variedad de Homo erectus que apareció hace unos 2 millones de años y se extendió por diversos hábitats de África, Asia y Europa. Korolevo es la presencia más septentrional conocida de quien podría ser el Homo erectus.