A través de la Resolución 98/2025, el Gobierno derogó la normativa que establecía los pesos mínimos obligatorios para la faena de bovinos, implementadas a partir de 2007.
La medida, que entrará en vigencia el 1° de enero de 2026, responde a la intención del Ejecutivo de avanzar hacia un esquema de mayor desregulación económica y libertad de mercado.
El peso mínimo era de 165 kilos para machos y 140 kilos para hembras.
En concreto, se dejan sin efecto la Resolución N° 68/2007 y su complementaria N° 547/2008, que regulaban los mínimos de faena y los procedimientos sancionatorios asociados.
«El presidente @JMilei (Javier Milei) ha argumentado una y otra vez que la actividad económica debe ser lo más libre posible de intervención estatal ya que es el mercado el que logra aparear demanda con oferta de la manera más eficiente. La intervención estatal solo deriva en distorsiones que benefician a unos en detrimento de otros con pérdida de eficiencia neta para la sociedad», señaló el Ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger.
«La Resolución 98/25 avanza en la remoción de una interferencia en el mercado ganadero: la de peso mínimo de faena que era un buen ejemplo de ese tipo de distorsión indeseable. Si el productor elegía faenar con mayor kilaje al de la norma la restricción gubernamental era innecesaria, pero si encontraba conveniente hacerlo con un peso menor, no podía optimizar su producción», describió en un posteo en redes sociales.
«¿Por qué si es tan obvio el costo persistía la restricción?», se preguntó el funcionario. «Se esbozaron todo tipo de argumentos. Por ejemplo, escuchamos que si se permitía un menor peso de faena el stock ganadero caería (incluso nos argumentaron que desaparecería). Algo inverosímil ya que Argentina fue potencia ganadera sin esta restricción. Otro argumento era que había un necesidad “social” de acrecentar el stock de kilos con animales más grandes. Pero la búsqueda de optimizar valor de un animal ya lo hace el ganadero por sí mismo. Para ilustrar el absurdo supongamos que el crecimiento de los últimos 10 kilos para llegar al peso mínimo tardara dos años. ¿Tendría sentido económico buscar ese peso? Claro que no», respondió.
Para Sturzenegger, «la prohibición de faena era obviamente una restricción para el productor (una suerte de medida al estilo Moreno pero interna) que al bajar el precio de la hacienda potencialmente beneficiaba a los frigoríficos».
«En el corto plazo, porque en el largo plazo un negocio menos rentable reduce la oferta y termina encareciendo el producto. El mayor peso exigido también optimiza la infraestructura del frigorífico, pero esa optimización debería reflejarse en el precio que el frigorífico estaría dispuesto a pagar por un animal más grande por lo que no requiere de intervención estatal. Con algo más de lógica se argumenta que la tarea de fiscalización de la faena es mas fácil para animales grandes con lo cual hay un ahorro para el Estado en fiscalización, pero este es un beneficio demasiado exiguo para comprometer la cadena de producción», comentó.
«Lo cierto es que su eliminación permite normalizar el ciclo ganadero. Se hace a partir de 2026 para que el mercado pueda transicionar al nuevo esquema sin sobresaltos», aseguró el funcionario, agregando que esta medida fue una de las primeras propuestas de la Sociedad Rural Argentina (SRA).
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