Hay presencias que cambian por completo la energía de un hogar y sin duda los perros son una de ellas. Su forma de mirar, su alegría al recibirnos y esa fidelidad que parece inagotable hacen que se conviertan, casi sin darnos cuenta, en parte esencial de nuestras vidas.
Quienes han convivido con un perro saben que el vínculo que se forma es único. No importa la raza, el tamaño o la edad: hay algo en esa relación que trasciende las palabras.
Se construye a través de gestos, rutinas y miradas que expresan afecto, presencia y conexión. Es una relación que se da con naturalidad y que suele dejar huella, incluso con el paso del tiempo.
Pero, ¿cuáles son los beneficios de tener un perro en casa? La ciencia, y particularmente la Universidad de Harvard, han explorado esta pregunta y ha encontrado respuestas tan sorprendentes como valiosas.
Los beneficios de tener un perro en casa, según Harvard
Tener un perro no solo transforma el hogar con alegría y movimiento, también puede traer mejoras concretas en la salud física, emocional y social.
La Universidad de Harvard ha señalado, a través de distintas investigaciones, cómo el vínculo con una mascota puede ser una verdadera aliada para el bienestar integral.
A continuación, se detallan algunos de los beneficios más destacados:
Tener un perro en casa puede traer mejoras concretas en la salud física, emocional y social. Foto ilustración: Shutterstock.
1. Reducción del estrés
Estar en contacto con un perro, acariciarlo o simplemente compartir tiempo con él puede generar una sensación de calma y relajación. Esta interacción estimula la liberación de oxitocina, conocida como la “hormona del amor”, que ayuda a reducir el estrés y a mejorar el estado de ánimo. Incluso en jornadas exigentes o emocionalmente cargadas, un momento con el perro puede funcionar como una pausa reparadora. Además, diversos estudios han demostrado que los niveles de cortisol —la hormona del estrés— tienden a disminuir en presencia de una mascota.
2. Mejora de la salud cardiovascular
Estudios indican que los dueños de perros tienden a tener una presión arterial más baja, así como niveles reducidos de colesterol y frecuencia cardíaca en reposo. Estos efectos estarían relacionados con la capacidad de los perros para disminuir la respuesta del cuerpo ante situaciones estresantes. A su vez, la actividad física regular que implica tener un perro contribuye a fortalecer el sistema cardiovascular. La Asociación Americana del Corazón incluso ha sugerido que tener un perro podría estar vinculado con una mayor expectativa de vida.
Estar en contacto con un perro, acariciarlo o simplemente compartir tiempo con él puede generar una sensación de calma y relajación. Foto: iStock.
3. Mayor actividad física
Las caminatas diarias son parte de la rutina con un perro y, aunque parezcan algo simple, marcan una diferencia. En promedio, quienes tienen un perro caminan alrededor de 20 minutos más al día, lo cual ayuda a mantenerse activos de forma constante. Este hábito promueve no solo un mejor estado físico, sino también la prevención de enfermedades crónicas como la diabetes o el sobrepeso. Además, pasear al perro se convierte en una excusa ideal para salir al aire libre, tomar sol y oxigenarse.
4. Fomento de la atención plena
Los perros tienen la capacidad de vivir el momento y eso se contagia. Durante los paseos, invitan a prestar atención al entorno, a los sonidos, a los aromas. Esa conexión con el presente es una forma natural de practicar mindfulness, lo que favorece el equilibrio emocional. Al observar sus reacciones espontáneas y su disfrute por las pequeñas cosas, también aprendemos a bajar la velocidad y valorar lo simple. Esta conexión genuina puede ser una herramienta poderosa para reducir la ansiedad y mejorar el bienestar mental.
Para quienes viven solos o atraviesan momentos difíciles, el perro puede convertirse en un gran apoyo emocional. Foto: Pexels.
5. Facilita la conexión social
Pasear con un perro puede convertirse en una oportunidad para interactuar con otras personas. Ya sea en una plaza o durante una caminata, es común entablar charlas con otros dueños de mascotas o vecinos, algo que ayuda a combatir la soledad y a ampliar el círculo social. Esta interacción cotidiana fortalece el sentido de comunidad y puede ser particularmente beneficiosa para personas mayores o quienes viven solos. Incluso existen grupos o encuentros organizados exclusivamente para quienes comparten el amor por los animales.
6. Compañía constante y vínculo afectivo
Para quienes viven solos o atraviesan momentos difíciles, el perro puede convertirse en un gran apoyo emocional. Su presencia brinda compañía, sentido de pertenencia y una rutina diaria que aporta estructura y motivación. El vínculo que se construye es profundo y enriquecedor: los perros no juzgan, siempre están disponibles para dar cariño y saben acompañar con sensibilidad en momentos de tristeza o ansiedad. Por eso, muchas veces se los reconoce como “terapeutas de cuatro patas”.
Claro que tener un perro implica responsabilidad, tiempo y compromiso, pero los beneficios que aporta a nivel físico, emocional y social hacen que valga completamente la pena.
Su amor incondicional, su energía positiva y su capacidad de acompañar sin pedir nada a cambio son razones más que suficientes para considerar su compañía como una verdadera inversión en salud y bienestar.
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