Irreverente, provocadora, carismática y artificial. La conductora de TV más popular de Brasil no existe. O al menos, no en este mundo. Marisa Maiô está generando una verdadera revolución en la audiencia del vecino país con su popular talk show que no se emite por ningún canal de TV y que emplea a un solo humano. Las realidades distópicas dejaron de ser ficción y el famoso “valle inquietante” fue borrado del mapa.
Marisa Maiô es la conductora de un talk show brasileño cuyos fragmentos fueron vistos por millones de brasileños en redes sociales, pero que no existe. Su rostro no pertenece a nadie, su voz fue generada por algoritmos y su estilo provocador fue moldeado por Raony Phillips, un youtuber que combinó humor ácido, crítica a los medios tradicionales y una estética visual creada con la herramienta de Google Veo 3.
La clave no fue solo el hiperrealismo visual conseguido con la plataforma sino el contenido: guiones absurdos pero verosímiles para la TV actual, ritmo frenético y una personalidad arrolladora.
Marisa Maio se convirtió en una influencer sin ser humana, con marcas prestigiosas haciendo campaña con ella.
En diez días, Marisa se convirtió en influencer sin ser humana, con marcas muy prestigiosas haciendo campaña con ella. Parece ser una nueva marca de época, ya no se necesita un cuerpo de carne y hueso para vender.
Una transformación similar atraviesa la animación. El estudio Toonstar, responsable de la exitosa serie de dibujos animados StEvEn& Parker con inteligencia artificial para producir capítulos un 90% más baratos y 80% más rápido que el promedio de la industria. Ahora son máquinas las que sincronizan los diálogos con los labios y crean los efectos de sonido.
Pero, al igual que con Marisa Maiô, los humanos siguen en el corazón de StEvEn &Parker y explican su éxito, ya que sus guiones y la dirección artística son escritos por personas que conocen perfectamente a su público: jóvenes de la generación Z que tienen el ADN de Tik-Tok en la sangre.
En el dibujito animado StEvEn & Parker también utilizan IA.
Existen, además, experimentos más extremos. La semana pasada, por ejemplo, en la transmisión de las finales de la NBA apareció el primer aviso comercial hecho completamente de manera sintética. Lo realizó el creador PJ Ace para la app financiera Kalshi. Según reveló, tardó 48 horas y gastó una fracción de los 400 mil dólares que promedió el costo del resto de las publicidades de ese bloque.
Y es que, a primera vista, los beneficios del uso de estas herramientas en contenidos audiovisuales son evidentes, no sólo en términos económicos, sino en tiempos y en la posibilidad de que cualquier persona pueda producir contenido que antes solo estaba al alcance de grandes estudios.
En la transmisión de las finales de la NBA apareció el primer comercial hecho todo de manera sintética.
Pero los riesgos también pesan. Es indudable la precarización del trabajo creativo, cuando programas como el de Marisa Maiô o Kalshi emplearían en otras condiciones a decenas de personas. Además, despierta los temores de la creciente dificultad para distinguir lo verdadero de lo falso y tensiones vinculadas con la propiedad intelectual de los materiales con los que fueron entrenados y de los resultados, como los rostros y voces.
La pregunta debe dejar de ser si esta tecnología reemplazará al humano, sino qué lugar elegiremos ocupar en este nuevo ecosistema porque la inteligencia artificial puede ejecutar con eficacia y eficiencia, pero la chispa creativa sigue siendo profundamente humana.
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Tomás BalmacedaBio completa
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