Saboreando la satisfacción del deber cumplido, Simeone alzó sus puños y se retiró satisfecho luego de que su Atlético Madrid le ganara 3-1 a un Seattle Sounders que por momentos llegó a complicarlo. Aún cargado de falencias, hizo lo que tenía que hacer: ganar. La dura caída por 0-4 ante el PSG lo dejó sin margen de error y lo obligó, en Seattle, a jugarse el todo por el todo desde el primer minuto. El empate lo dejaba al borde del abismo y una derrota lo eliminaba sin remedio. Por eso, el Atlético de Madrid no titubeó: salió a buscar el partido con decisión, empujado por la urgencia y la presión del contexto. Sabía que no había espacio para la especulación, y su postura ofensiva fue clara desde el pitazo.
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Con la necesidad como motor, el equipo tomó la iniciativa con un mediocampo lúcido y activo: De Paul y Koke manejaron los tiempos con precisión, mientras que por las bandas Giuliano Simeone y Barrios ofrecieron desequilibrio constante. Aunque falló varias oportunidades claras en los primeros 30 minutos —incluido un mano a mano inmejorable que Julián Álvarez no supo aprovechar—, el gol llegó justamente por ese carril de insistencia: Giuliano desbordó con potencia, levantó la cabeza y, con una pausa inteligente, frenó para asistir a Barrios, que llegó de frente y la clavó desde afuera del área con un bombazo inatajable.
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En lo que restó del primer tiempo, sufrió más de lo que generó: fue víctima de sus propios errores defensivos, con un Josema Giménez como punto flojo. Y si bien, con el gol de Witsel al minuto del segundo tiempo logró ampliar la ventaja, Seattle respondió con peligro: el descuento de Rusnak obligó al Atlético a mantenerse alerta hasta sellar el resultado con el tercero, nuevamente gracias a Barrios, que cerró su noche como una de las figuras del partido.
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Ganó. Aunque fue ante un rival de menor categoría, cumplió. Hizo lo que tenía que hacer. Sin embargo, el Cholo aún no está satisfecho: deberá seguir trabajando para que su equipo no sufra tanto.