«Ojalá sea el camino del nuevo Boca». La frase de Agustín Marchesin después de la derrota 2-1 de Boca ante el Bayern Munich en el estadio Hard Rock de Miami fue mucho más que un deseo cerrando los ojos con una torta de cumpleaños delante. Fue un deseo que parece sustentarse en lo que Miguel Ángel Russo consiguió en tiempo récord y pudo mostrar el equipo frente a rivales de gran talla en el Mundial de Clubes.
Los aplausos de los 60.000 hinchas de Boca que hicieron «full house» y los canciones de aliento bajando las rampas del estadio. Los jugadores con la frente en alto tras haber acariciado la épica frente al europeo que hasta el momento parece jugar más en serio. Un combo realmente optimista.
Las diferencias con el cierre del ciclo de Fernando Gago salieron a la luz desde el día 1. «Lo simple siempre es efectivo», dijo Miguelo en la primera conferencia en Estados Unidos y en eso sustentó cada una de sus decisiones. Lo clásico, sin modernismos ni rarezas. Poniendo a los mejores en la cancha. «Simpleza», la llamaba Carlos Bianchi.
Russo habla entrelíneas, se esconde en sus palabras que repite una y otra vez para evitar títulos rimbombantes. Obliga a repasar sus conferencias para encontrar sus conceptos, ideas y pistas sobre sus «decisiones». Justo lo que Boca necesita.
Y sobre todas las cosas, en tres semanas desde su primer entrenamiento al frente del plantel, consiguió despertar a un equipo lento, pesado, adormecido, indolente. Volverlo agresivo, rápido, intenso y sanguíneo.
«Jugamos a un ritmo muy alto, no es fácil de sostener, hay que estar un año preparado para este tipo de torneo… Tuvimos 15 días, bastante bien», destacó el DT tras el 1-2 vs. Bayern.
En ese poco tiempo, también, Russo consiguió levantar al hincha y entusiasmarlo. Revertir la imagen. Calmar las aguas. De la sensación de papelón en el Mundial de Clubes por el cierre del ciclo anterior, los silbidos para los jugadores y los insultos para «la Comisión» a los partidazos frente a dos grandes europeos, los aplausos cuando se retiraban del campo de juego y un Juan Román Riquelme sonriente durante toda la estadía en EE.UU. «Desde que llegó Miguel hay mucha seriedad en el trabajo», dijo Marche.
Claro, el entrenador no anduvo con vueltas: Miguel Merentiel pasó de tercer nueve a titular, Rodrigo Battaglia dejó de jugar de 2 y la rompió como 5, Ayrton Costa desplazó a Marcos Rojo y Alan Velasco jugó dos partidos de arranque después de mucho tiempo. Y lo sostuvo de un partido al otro, salvo por los cambios obligados, sin mover las piezas de posiciones, sin desarmar lo que había funcionado. Por ejemplo: no pasó a Battaglia a la zaga ante la suspensión de Figal, sino que lo dejó en el medio y confió en Di Lollo. ¿Para qué tocar? Simple.
«Yo siempre jugué de 5 y Miguel me pone ahí, voy a jugar donde me necesite», aclaró el mismo Battaglia, una de las voces más firmes de este Boca.
Puede dirigir a distancia. Mirar algunos momentos de los entrenamientos a un costado y delegar mucho en su ayudante Claudio Ubeda. No estar tan activo durante los partidos (se extraña «un poquito má, Erwin»). Pero hasta el momento su figura logró descomprimir y enamorar rápidamente a la gente, que en ambos juegos lo puso entre los más ovacionados junto a Merentiel.
Russo llegó también a este tercer ciclo con una nueva frase, casi muletilla: «Boca es Boca». Y con eso quiere decir que «siempre tiene que estar a la altura, incluso el semestre que se viene». No sólo contra Bayern y Benfica, y luego relajarse para no poder ganarles a los clubes del ámbito local.
Y en ese inicio de un nuevo camino que habló Marchesin, hay «mentalidad», «positivismo» y «energía» para encarar lo que se viene. Un cambio que lógicamente deberá sostenerse en el tiempo y empezar a reflejarse en los resultados. Porque dos veces se le escapó en los últimos minutos, posiblemente por la falta de confianza que traían los jugadores desde hace meses.
Pero el primer paso hacia la ilusión ya se dio y, más allá de que en la última fecha finalmente consiga la clasificación o no, Boca cerrará este Mundial de Clubes habiendo estado a la altura de la circunstancia. Entre la bronca que mostraron los futbolistas por los resultados que se les fueron de las manos y la sensación de haber tenido un torneo más que digno y ahí nomás de la épica.
Mirá también
El jugador de Boca que se la bancó desgarrado vs. Bayern y está en duda para el último partido
Mirá también
El récord que Bayern Munich le cortó a los equipos sudamericanos
en el Mundial de Clubes
Mirá también
Qué dijo el DT de Bayern sobre la teoría conspirativa de salir a empatar ante Benfica
Mirá también