Mucho rojo y blanco de un lado. Y bastante azul y blanco del otro. River y Rayados, exactamente 57.393 espectadores, le pusieron mucho color a la calurosa tarde en Los Ángeles y al empate sin goles. Y si bien se cruzaron en la previa en los alrededores del Rose Bowl, reinó la buena onda y se divirtieron con el duelo de cánticos.
Desde Hollywood al Rose Bowl. Muchos hinchas aprovecharon para pasear por la ciudad y sacarse la foto desde el mirador del famoso cartel con letras blancas que está en el Monte Lee. Y ya empezaban a entrecruzarse las camisetas, pero sin ningún tipo de problemas. Hasta se saludaban y compartían las imágenes. Eso sí, también hubo alguna chicana.
“Este partido es nuestro”, decían los mexicanos. “Mirá que ya pudimos con Tigres, ahora vamos a poder con ustedes también”, devolvió uno de River en relación a la final de la Copa Libertadores que el equipo de Marcelo Gallardo le ganó al rival de Rayados hace 10 años.
Y en las inmediaciones del estadio para más de 90 mil personas, también se vivió la misma situación. Camisetas mezcladas y mucha pasión. Hasta hubo duelo de canciones. Los de Rayados, que al principio eran mayoría, tapaban a los de River, pero después empezó a llegar la marea roja y blanca y los riverplatenses predominaron en la escena.
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Se presume que fueron alrededor de 30.000 los riverplatenses. Y se suponía que iban a ser más los de Rayados dado que hay un millón de mexicanos o con ascendencia mexicana en Los Angeles y representan el 25 por ciento de la población de esta ciudad, pero terminaron siendo mas los argentinos.
“Borombombóm, borombombóm, es el equipo de Don Ramón”, le cantaban, en referencia al personaje de «El Chavo del 8». Y les enrostraban también que México no ganó ningún Mundial. También se acordaron del eterno rival, claro. “Tomala vos, dámela a mí, el que no salta murió en Madrid”, entonaron. Y luego gritaron con fuerza: “¡Soy de River, yo soy!”.
Las camisetas y banderas rojas y blancas se iban multiplicando, en medio de una previa que también contó con una típica escena norteamericana. Muchos hinchas, sobre todo los que viven aquí, armaron asados «a la americana» en los estacionamientos al aire libre. Fiambres, aceitunas, papitas para la picada. Chorizos, salchichas, carne en las parrillitas. Gaseosas y alcohol. Y los gazebos para cubrirse del sol o de una eventual lluvia que por momentos amenazó con llegar.
Hubo una movida armada por la filial de Los Ángeles en River, a la que se plegaron otras filiales de Estados Unidos, como las de Brooklyn, California y Washington, y prepararon asados para la gente. Lo organizaron los locales. Ezequiel, Facundo, Sebastián, Miguel y Ana son quienes conducen la filial local de River.
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Son argentinos que se radicaron en Los Ángeles tras la crisis económica y social de 2001 en Argentina. “Estamos felices de que River haya venido a Los Ángeles para el Mundial de Clubes. Lo esperamos mucho y lo estamos disfrutando. Y compartir la pasión con hinchas de River de Argentina y de todo el mundo nos emociona”, expresaron en diálogo con Clarín.
Por ahí también andaba Matías, de la filial Washington, en la parrilla, poniendo toda la carne al asador. Y sonaba cumbia a todo lo que daba el parlante. Como si estuvieran en las cercanías del Monumental, pero era en las del Rose Bowl de Los Ángeles, este histórico estadio ubicado en Pasadena, que fue sede del Mundial 1994, donde se jugó la final que Brasil le ganó a Italia por penales.
Hasta estas tierras llegaron muchos hinchas de River. Como la familia Pelisch. Papá Daniel vino desde Buenos Aires para encontrarse con sus hijos. El mayor vive en Chicago y el menor, Iván, viajó desde Escocia. Y otros tantos partieron desde Ezeiza.
Una prueba de ello fue la gran cantidad de banderas del Conurbano que había, como las de El Palomar, San Justo, Brandsen, Garín, Burzaco, Villa de Mayo y Villa Luzuriaga, entre tantas otras. Pura pasión en rojo y blanco, a 10 mil kilómetros de Núñez.