«Olé, olé, olé, olé, Huevo, Huevo». El Lumen Field de Seattle le dedicó una ovación digna del Monumental. Un mimo merecido para Marcos Acuña, un premio al partidazo que jugó frente al Inter. El temor que generó la presencia del todoterreno Dumfries en el 11 inicial desapareció con la sobresaliente actuación del lateral izquierdo, el más regular de los jugadores de campo de River en los tres partidos del Mundial de Clubes, pero también el protagonista de un cierre bochornoso que molestó al propio Marcelo Gallardo. Dos caras que generan esperanza en lo futbolístico y un llamado de atención a futuro.
En Estados Unidos, Acuña sacó a relucir toda su experiencia y la chapa de campeón del mundo. Fue el jugador de campo con mejor rendimiento por lejos, que comenzó con dos asistencias frente a Urawa Red Diamonds, lo que le permitió meterse en el 11 ideal de la primera fecha del torneo. Frente a Monterrey continuó en alto nivel por su banda, con punzantes proyecciones y centros, combinado con firmeza en la marca por su sector.
A pesar de que en el segundo semestre del 2024 pasado sufrió dos desgarros y una tendinitis y que en el comienzo del semestre estuvo lejos de cumplir con la expectativa que había generado su llegada, a punto tal que fue reemplazado por Milton Casco en varios partidos, el Huevo cocinó su evolución a fuego lento. El hecho de no volver a ser citado por Lionel Scaloni le permitió usar los parates por fecha FIFA para mejorar en lo físico y en días donde los jugadores sienten el trajín, Marcos mostró su mejor repertorio.
El notable cruce de Acuña ante Lautaro Martínez. AP.
Las dudas y altibajos desaparecieron tanto en Seattle como en Los Ángeles. Y frente al Neroazzurro redondeó su esperanzador Mundial yendo al roce con Dumfries, volvió a mostrar seguridad defensiva y fue protagonista de una quirúrgica salvada cuando Lautaro Martínez estaba listo para superar a Franco Armani.
La pelea de Dumfries con Acuña. AP.
Esa tensión, que mezcló las ganas de ir por el triunfo y la bronca por ser superado por el Inter, lo llevó a irse un minuto antes a las duchas y sumar un total de 269′ sobre los 270 de asistencia perfecta. Una lástima que todo lo bueno que mostró con la pelota se empañó con su pelea con el neerlandés, tristes imágenes que recorrieron el mundo.
El bochornoso final con Acuña como protagonista. REUTERS.
«No es la imagen que queremos dar. Fue una gresca de dos futbolistas con pulsaciones altas, hubo barullo, pero no pasó a mayores. No es nuestro estilo», expresó Gallardo, disconforme con lo sucedido. Aprobado con creces en lo futbolístico, su deuda pendiente es corregir su temperamento, reacciones que en el fútbol argentino generan amarillas y en el Mundial de Clubes desató el escándalo.