Hace exactamente cuatro décadas Julio Bocca -hoy director del Ballet del Teatro Colón- ganó la medalla de oro en el famoso Concurso de Ballet de Moscú. Poco tiempo antes había cumplido, apenas, dieciocho años, pero ya tenía una experiencia escénica notable para un bailarín adolescente: en 1981 formó parte de la Compañía de Ballet de Cámara del Teatro Colón; al año siguiente debutó como solista en el Teatro Teresa Carreño de la ciudad de Caracas y en 1983 fue invitado a bailar en el Teatro Municipal de Río de Janeiro.
Pero los memoriosos podemos recordar también que un año antes de presentarse en el Concurso de Moscú, Julio Bocca bailó el “Pas Paysan” del ballet Giselle, un pas de deux del primer acto de esta obra, que siempre es interpretado por una pareja de bailarines solistas.
El público del Teatro Colón quedó boquiabierto frente a este joven y brillante intérprete casi desconocido y aunque lamentablemente no quedó en la memoria el nombre de la bailarina que lo acompañaba, lo cierto es que, cuando en 1985 Bocca ganó la medalla de oro, quienes lo habíamos visto en Giselle rápidamente pudimos evocar a aquel muchacho de un talento completamente inhabitual.
El camino a Moscú
Vale la pena recordar sus inicios: Julio Bocca, hijo de la profesora de danzas Nancy Bocca, había nacido en 1967 en un barrio suburbano y siendo niño ingresó al Instituto Superior de Arte del Teatro Colón (siempre parecen insuficientes los elogios hacia la tarea del ISAT en la formación de artistas).
Julio Bocca y Raquel Rosetti. Si bien el premio dio comienzo a su gran carrera internacional, ya lo había elegido como primer bailarín del Colón.
En el mismo año en que recibió la medalla de oro, pero unos meses antes, había sido nombrado primer bailarín del Teatro Colón por sus méritos sobresalientes y el paso siguiente fue su viaje a Moscú. El propio Colón proveyó a Bocca y a Raquel Rossetti -la compañera por él elegida- con el vestuario, las zapatillas y los lugares para ensayar. Por su parte, la Fundación del Teatro Colón costeó los pasajes.
La obtención de la Medalla de Oro en el 5º Concurso Internacional de Moscú dio inmediatamente una proyección internacional a su carrera.
En 1986, Mijaíl Baryshnikov, que dirigía entonces el American Ballet Theatre, lo invitó a que ingresara a la compañía como primer bailarín y allí Julio Bocca permaneció durante veinte años.
El famoso concurso de ballet
Para ubicarnos en la importancia del Concurso Internacional de Ballet de Moscú hay que decir que fue fundado en 1969 por tres personalidades enormemente destacadas de la danza rusa: Igor Moiseyev -coreógrafo prolífico y creador del ya legendario Ballet Moiseyev, tantas veces de vista en Buenos Aires-; Galina Ulanova, una de las más grandes intérpretes del ballet del siglo XX, y Olga Lepeshinskaya, menos conocida aquí pero con una carrera notable y una vida trepidante.
El bailarín premiado en aquella primera edición fue Mijail Barishnikov.
El 26 de junio de 1985, un Julio Bocca de apenas 18 años ganaba el primer premio en el V Concurso Internacional de Ballet de Moscú, el certamen de danza clásica más importante del mundo y un momento «mágico» con el que saltó a la fama y comenzó una carrera artística de reconocimiento mundial. Foto: Télam
Desde su creación, el concurso se realiza cada cuatro años, atrae a bailarines de todo el mundo y para los ganadores significa un impulso fenomenal en cuanto a sus carreras.
Lasa obras elegidas
Para volver a 1985, la pareja Rossetti-Bocca tuvo que atravesar tres rondas eliminatorias. Habían elegido tres pas de deux pertenecientes a tres conocidos ballets: Don Quijote, Cascanueces y El Corsario. Sumaron también una coreografía de tango-ballet, A Buenos Aires, sobre música de Astor Piazzolla, creada especialmente para ellos por el recordado Gustavo Mollajoli.
La elección de Don Quijote y de El Corsario era sin duda muy apropiada: sus variaciones tan brillantes y que requieren una enorme destreza técnica resultaban un excelente vehículo para las cualidades del joven bailarín; incluso en la comparación con otros concursantes y frente a un público y un jurado que llevaban mucho tiempo viendo estas obras.
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El 25 de junio de 1985, en el Bolshoi y junto a Raquel Rossetti.
A Buenos Aires, por su lado, aportó la frescura y la novedad de un género, una música y unas referencias geográficas y culturales muy diferentes de las que podían verse en el escenario del Teatro Bolshoi.
Raquel Rossetti fue una compañera ideal, sólida y con mucho encanto escénico; de hecho recibió una mención como mejor partenaire, algo muy poco común y que tradicionalmente se otorga a los varones.
Julio Bocca, 40 años después de la consagración en Moscú, ya como Director de Ballet del Teatro Colón. Foto: Ariel Grinberg
Con este triunfo comenzó para Julio Bocca una carrera internacional fulgurante; y muy en particular, un reconocimiento nacional sin precedentes que afectaría no solo su vida, sino también el curso del ballet en la Argentina.