Los recursos humanos en la salud “no son inaugurados”. En mis 48 años de médico y 41 de médico intensivista nunca he visto a un político cortar una cinta de inauguración a una enfermera, médico, kinesiólogo o bioquímico. Con este puntapié inicial quiero compartir con los argentinos mi enorme preocupación por las condiciones laborales de los profesionales que trabajan en los hospitales públicos y privados de nuestro país.
Es cierto que existen excepciones, sin embargo, en general observamos como profesionales que atienden pacientes críticos tanto en los servicios de Emergencia Prehospitalaria, Hospitalaria y Cuidados Críticos, no siempre son especialistas en dicha especialidad. No creo que nadie quiera en su sano juicio ser intervenido quirúrgicamente por un profesional que no sea cirujano, lo mismo deberíamos exigir en caso de padecer una enfermedad crítica, donde las posibilidades de fallecer se incrementan.
¿Cómo hemos llegado a esta situación? Es simple, las condiciones laborales de hace décadas no son adecuadas desde todo punto de vista. Desde lo económico, sueldos que obligan a tener pluriempleo, horarios extendidos de atención que habitualmente son de 12 o 24 horas, denominadas en la jerga como “guardias” y en muchas circunstancias dificultades para cubrir vacaciones, licencia por enfermedad, etc. En general una enfermera debe trabajar 16 horas diarias, haciendo horas extras para alcanzar un sueldo razonable, que resulta muchas veces insuficiente para no ser pobre.
Me pregunto: ¿quién cuida a los que nos cuidan? ¿Quién se preocupa por aquellos que dejan todo, arriesgando hasta su propia salud para cuidar y atender pacientes críticos? ¿Hace falta una pandemia para que nos aplaudan todas las noches? Hicimos nuestro trabajo, nadie buscaba aplausos.
Progresivamente el número de especialistas que conforma el equipo de salud que trabaja en áreas críticas va reduciéndose y en lo personal siento que debo elevar mi voz para que la población este correctamente informada sobre nuestra realidad y el riesgo que implica para sus vidas.
Existen datos que afirman la existencia de una tendencia por parte de enfermeras, médicos y otros profesionales de la salud a abandonar las tareas asistenciales, y no es una exageración por parte mía.
Tómenlo de alguien que ha trabajado en la “trinchera” en Cuidados Críticos, luchando siempre por el trabajo en equipo y por el reconocimiento profesional de todos los que conformamos el plantel de las Unidades de Terapia Intensiva y Cuidados Críticos. Luchamos para prolongar (salvar sería pretencioso) miles de vidas y con una mejor calidad de vida.
Nuestra preocupación es hacer todos juntos el máximo esfuerzo para recuperar a nuestros pacientes. Sin embargo, nos esforzamos para que los pacientes que van a fallecer lo hagan con la mejor dignidad posible, entendiendo que a veces importa más, cómo vamos a morir frente a una realidad que ya no podemos cambiar. Entre ustedes, Dios o la Naturaleza, solo estamos nosotros, con nuestra vocación y casi siempre con un sueldo miserable.
En tiempo en que los recursos son escasos debemos procurar reflexionar sobre cómo acomodar nuestras prioridades. De nada sirve edificios, equipamiento sofisticado sino contamos con lo esencial, lo invisible a los ojos de todos muchas veces, los profesionales de la salud. Los mismos están muy mal pagos, ya sea que trabajen en instituciones públicas, de Obras Sociales o en el sistema de medicina prepaga.
Los argentinos de clase baja que pueden recurrir únicamente a un hospital público, saben de hace años que el sistema que depende del Estado ha colapsado.
Ahora, en el último tiempo el agua le llegó al cuello a las Obras Sociales y clínicas y hospitales privados y a las mismísimas Prepagas. Como si estuvieran en la cubierta del Titanic, los argentinos más pudientes y el “círculo rojo” se dan por enterados de un sistema sanitario que se hunde cuando no consiguen turnos, por que deben afrontan copagos, porque les cobran cirugías en dólares por fuera de la cobertura, y cuando ven que los médicos de guardia que los atienden a ellos y a sus hijos no son argentinos como hace unos años atrás, como si eso fuera un problema en sí y no consecuencia de otro.
¿Cómo salimos de esta situación sin generar miles de Favaloro? Me hago esta pregunta porque ante las aseveraciones realizadas en estos días por representantes del partido gobernante, cualquier enfermera o médico con un mínimo sentido de vocación debería pegarse un tiro en el corazón.
Justamente los médicos y enfermeros del Garrahan les hablaron desde ahí, desde el corazón, y nos contestaron con el bolsillo y de muy mal modo. En vez de empatizar con nosotros nos responsabilizan por elegir una profesión sabida de antemano por mal paga. Que bajo que hemos caído.
Antes la política nos defendía de la boca para afuera mientras se malgastaban o robaban los recursos de la gente y quebraban el sistema de salud. Ahora directamente se ríen de nosotros. Nos acusan de estúpidos por tener vocación.
Ni el estado solo ni el mercado por su cuenta pueden resolver esta dramática situación. Aquí hace falta juntar las mejores cabezas del mundo de la salud, a todos los partidos políticos y autoridades -en los tres niveles- a todos los actores del sistema y ver qué podemos hacer juntos.
Sin salud no hay vida. Sin educación no hay futuro. Sin seguridad no tendremos ni salud y posiblemente nos quedemos sin vida. Creo que con esas premisas podemos arrancar a conversar.
Sobre la firma
José Luis Do Pico
Especialista en Medicina Intensiva y Cuidados Críticos. MN: 51791.
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