La semana pasada, las bodegas mendocinas Trivento y Lamadrid presentaron en sociedad vinos que tienen en común el llevar en su etiqueta la identificación de la DOC Luján de Cuyo. Aunque los vinos son diferentes tienen algunos puntos en común, y a eso es a lo que refiere esta nomenclatura, que dice mucho de lo que el consumidor puede esperar de ellos en la copa.
Por empezar, la citada sigla significa Denominación de Origen Controlada. La de DOC Luján de Cuyo es un buen ejemplo para entender su alcance. Creada en 1989, hace foco en los vinos varietales de Malbec y establece que para llevar su identificación en la botella deben haber sido producidos (cultivadas su uvas y elaborado en bodega) dentro de cinco de los distritos que conforman el departamento de Luján de Cuyo, Mendoza.
Y no solo eso. Los vinos de esta DOC deben respetar ciertos requisitos: emplear uvas de viñas con más de 10 años de antigüedad; tener una crianza de al menos seis meses en barrica de roble; salir al mercado no antes de los 18 meses posteriores a su cosecha; emplear al menos 85% de Malbec en su composición (el restante 15% debe provenir de otras variedades aprobadas por la DOC) y tener una graduación alcohólica mínima de 13,5%, entre otros.
En síntesis, la DOC determina no solo el origen geográfico de un vino, sino también las prácticas en viñedo y en bodega que deben respetarse. Todos estos factores determinan en gran medida el estilo y el perfil del vino.
Además, para ser aprobados deben ser catados previamente por el Consejo de la DOC, que es quien otorga la certificación si encuentra en los vinos la identidad que define la DOC.
El resultado es que aunque hay variantes entre los distintos DOC Malbec Luján de Cuyo, todos tienen en común ser vinos tintos que combinan ese mix de aromas de fruta roja y violetas, acompañadas por notas aportadas por la crianza. Suelen ser vinos con cuerpo y estructura, un nivel de alcohol de medio a alto, con buen potencial de guarda.
A la fecha, la Argentina cuenta con dos DOC para el vino: la citada Luján de Cuyo y San Rafael, también en Mendoza. Además, existen más de 100 indicaciones geográficas (IG) dentro y fuera de Mendoza.
A diferencia de la DOC, las IG hacen foco en el origen geográfico de un vino, sin requisitos en torno a su elaboración. De ahí que la variabilidad de estilo entre los vinos de una misma IG sea mucho más grande. Aun así es posible hallar elementos comunes, ya que dos vinos de una misma IG provienen de un lugar con características de suelo y clima similares, que determinarán algunas características del vino.