Misiones
Aniversario de San Pedro
Las colonias: de las cenizas a convertirse en el motor del crecimiento
Desde que los primeros pobladores llegaron con la esperanza de un futuro prometedor, entre la madera, la yerba mate silvestre y las imponentes araucarias, San Pedro camina como ciudad de gente trabajadora, fiel a sus raíces y muy solidaria.
En su aniversario 145 revive la historia de quienes impulsaron el crecimiento, las chacras que nacieron de las cenizas para tornarse en el potencial del municipio.
En sus primeros años de fundación, fueron dos las principales actividades productivo-económicas: la madera y la yerba mate silvestre. La primera trajo fuentes de trabajo, con zonas de obraje que hasta contaban con pista para el aterrizaje de helicóptero. Sin embargo de toda esa pujanza, poco y nada se quedó en el municipio y duró pocos años, hasta que se disolvieron las sociedades o empresas, o se acabó el recurso de aquel virgen monte de donde se extraía principalmente madera nativa. Si el 50% por ciento de tanta riqueza que se sacó de los obrajes se hubiera invertido, hoy San Pedro podría ser una gran ciudad.
La cosecha de yerba mate silvestre, en tanto, el oro verde que atrajo muchas familias, se mantiene hasta la fecha también en menor proporción. Hay todavía plantas de yerba mate cosechables silvestres entre el campo, que se suman a las millas de hectáreas implantadas.
En la actualidad la yerba es el principal motor de la economía local, junto con el tabaco, la ganadería y los distintos proyectos productivos con base en cultivos anuales. De aquella explotación maderera exorbitante hoy quedan pocas, no más de cinco aserraderos que dependen de la materia proveniente de forestaciones; madera nativa queda casi nada. El desarrollo urbano, con las nuevas construcciones, emprendimientos de todo tipo, son fruto de trabajo local, y datan de 30 a 40 años atrás.
Es casi increíble pensar que gran parte del progreso surgió de las cenizas; sí, literal del carbón, del desmonte de millas de hectáreas tras uno de los incendios forestales más grandes de la provincia.
No había pasado mucho desde que doña Clara Jorgelina ‘Pepa’ Bellot De León, la primera colona del municipio, se había asentado en tierras fiscales a unos 12 kilómetros de la zona urbana que el incendio hizo perder todo.
El nieto de doña Pepa, Jorge ‘Coqui’ de León, recordó ese suceso que incluso lo llevó a ser bombero voluntario desde hace 38 años.
Aquel verano, hace 50 años dejaron imágenes imborrables y una enseñanza para toda la vida de aquel niño de tan solo 8 años que acompañaba a su abuela. «Mi abuela fue la primera colona que fue a asentase y trabajar la tierra en lo que después se denominó colonia Primavera, a 12 kilómetros del pueblo. Era sólo camino de obraje, ingresaban los camiones para sacar madera», recordó Jorge, sobre su abuela, oriunda de la Campo Grande, quien llegó a sus 65 años en búsqueda de nuevos horizontes.

En medio del monte, la mujer se aventuró para encontrar una superficie apta para plantar: «Yo le acompañé a mi abuela en su primera excursión, le había gustado ese lugar porque era plano. Armamos un campamento y nos tocó vivir el más grande incendio que vi en mi vida, quemó todo el monte», contó y detalló cómo su abuela, pese a las insistencias, no abandonó el lugar.
«A mis 8 años ese incendio fue un hito en mi vida… era tanto el fuego, estábamos rodeados. Pararon camiones para llevarnos al pueblo y la abuela no quiso moverse», relató de León. “Hicimos un contrafuego alrededor del campamento y nos sentamos con la abuelita a tomar mate, ahí en su campamento hecho de chapa, hacía dos días que habíamos llegado”, sumó.
En la memoria del actual jefe de los Bomberos Voluntarios, hoy con 58 años, aquella iluminación rojiza efecto de las impresionantes llamas, en medio de la oscuridad permanece intacta.
Luego del incendio Jorgelina permaneció varios años en el lugar, vinieron sus hijos, se mudó un tiempo a Holanda, pero su amor por la Tierra Colorada la trajo de vuelta a la chacra donde reivindicó los valores de arraigo antes de fallecer con casi 100 años.
Así cómo previo al incendio Jorgelina llegó al municipio atraída por los suelos fértiles, luego del incendio, llegaron los demás colonos provenientes de localidades del Sur de Misiones.
Primavera fue y sigue siendo una de las colonias de la zona más ricas en cuanto a capital productivo, seguida por la colonización posterior de colonias como Siete Estrellas, San Lorenzo y las más de 50 colonias que existen actualmente. Hoy Primavera cuenta con industrias de yerba mate y té, instituciones educativas y varios emprendimientos.
En ese sentido, de León destacó que “Yo creo que el crecimiento de la colonia es lo que hace a San Pedro, nosotros vivimos muchos años dependiendo de la producción maderera de los aserraderos y nunca tuvo un crecimiento genuino como el crecimiento que generó la colonia”.
Y sostuvo que “eso es lo que lleva adelante al pueblo” porque genera un intercambio comercial genuino en la zona.
Y sobre el ejemplo de su abuela recordó: “A pesar de que falleció casi a los 100 años ella nunca dejó de trabajar, no se quedó en su viudez, salió adelante, salió a afrontar, a producir, a hacer ella”.
El ejemplo de doña Pepa pone en valor el rol de la mujer rural sampedrina, que con muy poco hace mucho, obtiene de la chacra casi todos los alimentos que la familia necesita. Jorgelina tenía vacas producía queso, crema de leche, dulce de leche, plantaba tabaco, hacía tabaco negro en cuerda, cultivaba maíz blanco, obtenía su propia harina en mortero, ideal para la chipa y el reviro.
«Primero hay que agradecer y valorar al agricultor nuestro, valorar el trabajo que hace al desarrollo de nuestro pueblo, ya los jóvenes diciéndoles que no dejen la colonia. Trabajando su tierra, haciendo lo que les gusta, van a tener un futuro promisorio. San Pedro tiene vuelo propio, sigamos trabajando para seguir progresando», concluyó de León.
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