Desde aquella fallida frase de Mbappé ninguneando las eliminatorias sudamericanas que se debate con énfasis a la hora de choques entre europeos y sudamericanos. Cuánta diferencia hay, por qué pasa lo que pasa, las dinámicas de juego y más. Y en el medio, los mismos protagonistas opinan sobre el asunto, como ahora el caso de Alexis Mac Allister, sentenciando sin sonrojarse: “El sudamericano, hoy por hoy, no tiene chance. Lo igualan con la pasión, con las ganas, con pegar patadas… pero a la larga no lo ganan con eso”. Y como un torneo de selecciones no es como el de clubes, algo de eso a la larga sucede.
Como las grandes figuras del mundo se van para Europa por poderío económico (lo remarcó Luis Enrique), lo coherente es que los Bayern, los Real Madrid, los PSG, los Chelsea, a la larga lleguen más lejos. Como esto es fútbol, puede haber sorpresas y esas ganas y esa pasión pueden funcionar como motor más allá de las distancias futbolísticas. Y más jugándose el Mundial de Clubes en el final de la temporada europea, cuando los equipos están en la cuenta regresiva de las vacaciones.
Por caso, el Fluminense sí pudo lo que no River cinco días antes: le ganó a un rival agotado mentalmente y no se notó la diferencia física, con un equipo brasileño que viene compitiendo, en ritmo, en el siempre bravo Brasileirao. Hay tanto debate como certeza: los equipos europeos, no así las selecciones, son más, tienen más. Independientemente de excepciones como las de Inter o el City perdiendo con el Al Hilal. Otros talentos, otro ritmo de juego, otro recambio.
Con los sudamericanos y de otros continentes, de hecho el PSG le hizo precio al Inter de Messi. Pueden darse excepciones, como Botafogo con PSG, Flamengo con Chelsea (también exigió al Bayern). Y Boca se lo devoró con Benfica y le dio pelea al Bayern, con enjundia, coraje, ganas. Por eso eso, como dice Mac Allister, la lógica, como en la Intercontinental, es que al final estos torneos los ganen los europeos.