Algunos quieren hacer videojuegos, otros filmar una película, componer música o aprender a programar. Lo que sí comparten estos 1.000 chicos porteños es que todos están a punto de convertirse en “creadores”. Así se llama a los estudiantes del primer Centro TUMO de Latinoamérica, que empezará a funcionar este lunes en Barracas.
TUMO no es una escuela: no tiene boletines, ni exámenes, ni materias. Es un espacio de formación tecnológica y creativa gratuito, no formal, que busca que los adolescentes aprendan haciendo, con un método centrado en sus ganas y en su autonomía.
Este programa extracurricular nació en Armenia hace más de una década y ya se extendió a ciudades como París, Berlín, Lisboa y Zúrich. Ahora desembarca en Buenos Aires con una propuesta innovadora en la oferta educativa actual: formar a los adolescentes en habilidades del futuro, de manera flexible y con tecnología de vanguardia.
El primer centro funcionará en el Centro Metropolitano de Diseño (CMD), en el sur de la Ciudad, y lo presentarán este jueves el jefe de Gobierno, Jorge Macri, y la ministra de Educación, Mercedes Miguel. El TUMO del CMD podrá recibir hasta 1.800 estudiantes al año y más adelante se abrirán otras dos sedes, en Chacarita y en el Parque de la Innovación.
El modelo permite una cursada a medida: los alumnos –de 12 a 18 años, de escuelas públicas y privadas– eligen cuatro de las ocho áreas de formación (animación, desarrollo de videojuegos, producción cinematográfica, música, diseño gráfico, modelado 3D, programación y robótica), y avanzan en su recorrido con talleres, laboratorios y espacios de autoaprendizaje.
El nuevo centro TUMO de Barracas. Foto Ministerio de Educación
Para muchos será la primera vez que se acerquen a estos campos. “No sé bien qué me espera, pero parece emocionante”, dice Nataniel Choque, de 16 años y de Barracas, que quiere probar con programación. Alan Sucri tiene 14, vive en Núñez, también buscaba hacer un curso de programación y terminó entusiasmado: «Me imagino clases modernas. Espero poder aprender a programar y usar esta habilidad en un futuro para algún trabajo«.
En el CMD se armaron habilitaron aulas para clases simultáneas, un laboratorio de robótica, un estudio de grabación, espacios para producción audiovisual y el lugar emblemático de este formato, el área de autoaprendizaje con gradas.
Los chicos cursan dos veces por semana, en turnos de dos horas. Primero pasan por el espacio de autoaprendizaje, donde desarrollan habilidades específicas con ejercicios interactivos. Luego asisten a talleres dictados por especialistas. Por último, en los laboratorios de proyectos, aplican esos conocimientos en desarrollos complejos y colaborativos.
El área de autoaprendizaje, central en el modelo TUMO. Foto Ministerio de Educación
“Esta propuesta busca fomentar la motivación, la responsabilidad y la capacidad de autogestión para que los estudiantes puedan convertirse en protagonistas de su propio futuro profesional”, explicó la ministra Miguel. De todas las ciudades en las que se desarrolla el modelo TUMO, Buenos Aires es la única que tiene el modelo integrado dentro de su estructura educativa pública.
La inscripción es gratuita y sigue abierta en www.tumo.ar. Los cupos se van abriendo en forma progresiva y los interesados quedan en una lista de espera hasta que se habilitan nuevas vacantes. Según informaron desde el ministerio, se anotaron 2.100 chicos, de los que se seleccionaron 1.000 en esta primera etapa.
Se les dio prioridad a los que asisten a escuelas públicas, pero también hay alumnos de colegios privados y la cercanía con el centro también fue otra variable, por lo que hay muchos chicos de barrios del sur de la Ciudad. La mayoría son varones, lo que muestra que todavía hay una grieta de género en el interés en las tecnologías que se traduce luego en el mercado laboral: sólo cuatro de cada 10 inscriptos son mujeres.
Desde la cartera de Educación porteña dieron datos también del impacto de TUMO en los lugares donde ya se aplica: de acuerdo con relevamientos internacionales, el 97% de los estudiantes que pasan por TUMO dominan herramientas de software, el 83% mejora su rendimiento escolar y más del 80% asegura que les permitió insertarse laboralmente.
“Estudié cine en una escuela para chicos hace unos años y me encantó. Me gustaría crear un corto animado, con guión, personajes y sonido hecho por mí o en equipo con otros chicos”, sueña Augusto Muradas Alonso, de 15 años y de Barracas. A Thiago Velay, de 16 y del mismo barrio, le interesa la robótica y quiere construir un robot o un videojuego. “Y poder decir: esto lo hice yo”, agrega.
El nuevo centro TUMO de Barracas abre el lunes. Foto Ministerio de Educación
En su proceso de aprendizaje, los adolescentes estarán acompañados por un equipo de 36 coaches y talleristas que vienen con formación de distintas áreas –diseño, tecnología, educación, psicopedagogía– y tuvieron una capacitación intensiva previa en herramientas técnicas y también en habilidades humanas, comunicación y liderazgo educativo.
Cómo es el modelo TUMO
TUMO nació en Armenia en 2011. Lo crearon Sam y Sylva Simonian, una pareja de ingenieros de origen armenio que viven en Estados Unidos. El modelo se estructura en centros y boxes (un formato más pequeño), y además de Armenia tienen sedes en Francia, Portugal, Suiza, Alemania, Ucrania, Albania y ahora Argentina. Por mes dan 600 cursos: ya tuvieron 35.000 alumnos y esperan llegar a 80.000 en los próximos cuatro años.
Cuando vino a Buenos Aires a presentar el proyecto en enero, Chris Shahinian, el director internacional de los centros TUMO, contó a Clarín que el origen estuvo en la detección de «una brecha en innovación y creatividad» en los jóvenes, que los impulsó a los Simonian crear este programa educativo digital en un edificio que tenían sin uso.
“Hoy ofrecemos 14 áreas de habilidades en la intersección de la tecnología y el diseño. Es un programa extraescolar para estudiantes 12 a 18 años. Lo más importante es que es gratuito. Nos interesa mucho la igualdad de acceso”, destacó.
Según Shahinian, los estudiantes que pasaron por TUMO “mostraron un rendimiento mucho mejor en la escuela, incluso en materias como matemática, que no enseñamos, pero creo en la suposición obvia de que lo que les enseñamos, como robótica o programación, ayuda en sus habilidades cognitivas. También quedan muy bien posicionados en las universidades. Y un porcentaje alto decide dedicarse a la tecnología y a las industrias creativas”.
AS
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