En un cruce cultural que tiende puentes entre la tradición folklórica y la música académica, 19 jóvenes acordeonistas participaron de una jornada de capacitación única en el Teatro de la Selva del Parque Temático Cruz de Santa Ana.
El 9 de julio se volvió un día festivo por partida doble para un grupo de jóvenes provenientes de Dos Hermanas, Panambí, Ruiz de Montoya, Jardín América y colonias aledañas. Fue con la iniciativa de la Fundación Grillos y el apoyo de la Secretaría de Estado de Cultura y el Ministerio de Turismo. Los 19 músicos eran estudiantes de los Centros de Educación Musical (CEMU), y mediante una articulación virtuosa de recursos, tuvieron la invaluable oportunidad de formarse con el maestro francés Rémi Briffault.

El evento, que busca expandir los horizontes del acordeón hacia el repertorio sinfónico, demostró el poder de la iniciativa de la sociedad civil, en sinergia con políticas públicas, para impulsar el desarrollo de la juventud y el fortalecimiento de la cultura local.
MIguel Atilio Brizuela, director musical de la Orquesta Escuela Grillitos y organizador del encuentro, describió la jornada como un intercambio enriquecedor. «Estamos concluyendo una jornada de 9 de julio aquí en el Parque de la Cruz junto a los niños, alumnos del CEMU», explicó. «Estamos súper satisfechos de este tipo de intercambio. El docente se lleva de los chicos sus interpretaciones, muchas de ellas intuitivas, y deja partituras para trabajar la parte técnica y capacitación». Finalizada la master class, Rémi dio un breve concierto con temas del folklore francés al público reunido en el auditorio del Parque Temático de la Cruz.

Los horizontes sinfónicos del acordeón
La importancia de esta colaboración internacional radica en el acceso a nuevos conocimientos. Ariel Pirelli, profesor de acordeón del CEMU de Aristóbulo del Valle, destacó la relevancia de la visita de Briffault: «Desde Francia vino Rémi a capacitarnos, a brindarnos herramientas para que nosotros podamos aplicar en el acordeón. Al estar muy interiorizado en la música académica, en la técnica –recursos con los que quizás acá en la zona no contamos-, para los alumnos es una gran experiencia y deja mucho aprendizaje», aseguró.
Este tipo de formación no sólo perfecciona la técnica, sino que transforma la visión de los jóvenes músicos sobre su propio instrumento y futuro profesional. Nancy Beatriz Jerke, profesora del CEMU de Ruiz de Montoya, subrayó el valor de esta perspectiva. «En general vemos al acordeón como algo folclórico únicamente. Poder verlo también en modo sinfónico, para una orquesta clásica, es algo que nosotros aquí en Latinoamérica no tenemos», afirmó. Para Jerke, esta experiencia «les abre la visión a los niños, a los jóvenes, porque ven el acordeón más allá de una peña folclórica y lo asocian a la música clásica».
Los estudiantes vivieron la jornada como un hito en su formación. Pablo, un joven músico de Ruiz de Montoya, expresó: «Es una de las primeras capacitaciones que yo pude tener en los once años que estoy ejecutando el acordeón. Es muy importante para nosotros, porque tener la visita de este profesor desde Francia nos llena mucho y nos ayuda a poder tener otra visión del acordeón en una orquesta». Por su parte, Bruno, alumno del CEMU, calificó la experiencia como «única» y «muy buena, porque además de conocer músicas de otros países, está muy bueno entreverarse».
El evento es un claro ejemplo de cómo la colaboración entre fundaciones como Grillos, dedicada a la formación musical con un fuerte compromiso social, y organismos públicos, genera oportunidades reales para el desarrollo de la juventud misionera. Estas políticas de apoyo a la cultura son claves para nutrir el talento local y fomentar una identidad cultural rica y diversa.

“Siempre voy a recordar este día”
Del intercambio con los alumnos Briffault hizo hincapié en dos ejes fundamentales. El primero fue la naturalidad con la que los jóvenes misioneros abordan el instrumento. En un momento de la capacitación les cedió su acordeón, afinado en una escala distinta, para que lo puedan ejecutar. La sorpresa fue que en dos minutos, sin explicación previa, los jóvenes comprendieron la estructura tonal y comenzaron a tocar las melodías propuestas. El maestro tomó nota de esta observación y comentó que iba a cambiar su estrategia pedagógica en sus futuras clases en París: dejar que la intuición de los alumnos marque el ritmo de aprendizaje y luego abordar la técnica y la partitura.
El segundo eje fue el nivel de compromiso y el manifiesto amor por el instrumento. «Fue muy emocionante encontrar chicos así al otro lado del mundo, que tienen esta pasión de tocar el acordeón, de tocar juntos sin parar. Tienen unas ganas de tocar, que es una locura, es una maravilla», expresó con admiración.
Con la selva misionera como telón de fondo, Briffault dió la reflexión que resume el espíritu del encuentro: «Muy emocionante estar en este lugar, con este clima. Un día especial para mí, creo que siempre me voy a acordar de esta jornada». Su sentimiento resuena como una validación del talento y la pasión que florecen en Misiones, un recordatorio del inmenso potencial que se libera cuando la educación y la cultura se convierten en una prioridad.