La progresión de la semana tuvo lógica, y aunque Miguel Ángel Russo se plantó en no dar pistas verbales acerca del equipo que presentará Boca para el debut de esta tarde ante Argentinos, las prácticas de fútbol de las dos semanas de trabajo previas dieron indicios acerca del 11 que parece casi definido.
Es que más allá del mensaje de tranquilidad y paciencia, la obligación del DT es la de no improvisar y aprovechar cada partido así como exprimió el tiempo entre dobles turnos, un Mundial y decisiones en el breve lapso que lleva en el cargo. ¿Por qué?Porque Boca necesita arrancar con el pie derecho, y sumar desde el inicio para no sufrir en su carrera larga por meterse en la próxima Copa Libertadores.
Mucho más ante un rival directo en la zona alta de la tabla anual, el mismo que maniató al Xeneize cuando aún estaba Gago y el mismo al que Miguel le dio un empujón al vacío eliminándolo del Apertura.
Sin embargo, en el intento por ir a paso firme el DT sufrió un imprevisto antes de la última práctica: Carlos Palacios, quien parecía adueñarse de un puesto en duda, faltó a la cita afectado por un estado febril.
La solución al problema imprevisto
Por eso, quien se paró en el andarivel izquierdo fue Malcom Braida, apuntado a ganarse ese lugar a partir de la insistencia de Russo de contar con él a su llegada al plantel. Con esa variante, el resto de los jugadores que paró el DT en el ensayo fueron los imaginados, con la defensa ideal en cuanto a las certezas con las que cuenta hoy por hoy (Luis Advíncula, Nicolás Figal, Marco Pellegrino y Lautaro Blanco), más la inclusión en el medio de Williams Alarcón para acompañar a Rodrigo Battaglia y la presencia de Kevin Zenón por derecha.
Y adelante, la dupla ya confirmada de Alan Velasco junto a Miguel Merentiel, a la espera de dilucidar cuál será el esquema elegido por Russo, con futbolistas (si se termina confirmando la titularidad de Braida) que bien podrían ir mutando de un 4-4-2 a un 4-2-3-1, deacuerdo a las necesidades.
Consolidar una idea
Así, aún sin el equipo confirmado, la conclusión del trabajo del DT en sus menos de dos meses al frente del plantel es que se adivina una continuidad en los nombres desde aquel primer partido ante Benfica y que -en la puerta de un nuevo debut, esta vez por el plano local- asoma como el siguiente paso de una idea que está implícita en la calma que intentó imprimirle a sus palabras en la conferencia del viernes: a riesgo de lo que implica, un poco de previsibilidad no le viene mal a este Boca de emociones tan vertiginosas.
Y Russo bien lo sabe, tanto como es consciente de la dificultad del rival para el estreno. Aunque eso, claro, no se elige.
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