Después del invierno, que suele ser abundante en frío, lluvia y nieve en gran parte del continente, los europeos celebran la llegada de la primavera. Una de sus manifestaciones es la floración espontánea, por ejemplo, de los tulipanes en distintos lugares de los Países Bajos.
En Madrid, otro ejemplo, los almendros comienzan a mostrar sus flores a principios de marzo en varios lugares de la ciudad, como la Casa de Campo o el Parque del Retiro. Hay más, porque las hortensias tiñen de azul el campo de las islas Azores y los albaricoqueros ponen tonos rosados a Wachau, en Austria.
Un mar violeta avisa, en la Provenza francesa, que la lavanda está dando sus flores. Y aunque el espectáculo de los cerezos en flor más famoso pertenece a Japón, algo similar ocurre en el Valle del Jerte (España), Düsseldorf o Bonn, en Alemania.
En Italia habrá que llegar a una meseta ubicada a unos 1.400 m de altura, en los Apeninos de la región Umbría-Marche para disfrutar de la floritura espontánea de varias especies, como amapolas, violetas y hasta tulipanes amarillos.
Paisaje de Umbría: la llanura florecida en Castelluccio di Norcia, en el Parque Nacional Sibillini.
El pueblo de Italia que se transforma en un mar de flores cada primavera
La floritura, como llaman los italianos a este fenómeno natural, ocurre en la meseta de Castelluccio, que comienza a tomar distintos y vivos colores ni bien comienza la primavera, a fines de mayo y continúa hasta mediados de julio, en pleno verano.
El punto de partida es Castelluccio di Norcia, una de las ciudades más altas de los Apeninos de Umbría-Marcha, ubicada en el Parque Nacional de los Montes Sibilinos.
Con estructura medieval y a 600 metros de altura en los Apeninos, habitan sus calles unos 5.000 lugareños en un pueblo muy visitado por su naturaleza y la práctica de montañismo y senderismo.
La floritura deja de un verde impoluto la llanura de 15 kilómetros que custodia Castelluccio di Norcia. Foto: Pexels
La floritura deja de un verde impoluto la llanura de 15 kilómetros que custodia Castelluccio di Norcia. Un artículo de National Geographic dice que “los primeros pétalos que irrumpen en este escenario son del rojo de las amapolas. Después llegan los tulipanes amarillos y a finales de junio se suman al conjunto la mostaza silvestre, seguida de los azules acianos que brotan al poco tiempo”.
Agrega que, “con el paso de los días, surgen las moradas violetas, los blancos narcisos y las corolas níveas de la flor de las lentejas que se cultivan a lo largo de este campo”.
Lentejas y orquídeas asombrosas
Las lentejas, sembradas desde hace siglos en las llanuras de Umbría, son las joyas culinarias de la región. Con el calor del verano, los pétalos de las flores se mustian y dejan que las semillas caigan en un campo que las resguarda y alimenta hasta el año siguiente. Esto garantiza una nueva floritura al cabo de los meses.
Otra flor presente en estos campos es la orquídea, de la cual pueden verse más de treinta tipos diferentes, como la orquídea mono y la orquídea abeja.
Castelluccio di Norcia es un oasis de biodiversidad para los insectos polinizadores. Foto: Pexels
Como no podía ser de otra manera, Castelluccio di Norcia es un oasis de biodiversidad para los insectos polinizadores, que acuden cada año a estas tierras a darse un festín de polen y cumplir así con su cometido como parte del ecosistema.
Para preservar este paisaje, las autoridades han impuesto algunas normas para los visitantes. Estos no pueden pisar ni recoger flores, incluso si ya están cortadas o arrancadas.
Deben seguir los caminos perfectamente indicados, que permiten pasear por en medio de los campos, para admirar las flores de manera responsable.
Además, como este es un parque nacional, está prohibido ensuciar el campo, tirar basura, encender fuego o realizar cualquier actividad que pueda poner en peligro el entorno.
Al terminar la excursión, nada mejor que ir hasta el pueblo para degustar alguna comida a base de las famosas lentejas de Castelluccio, que figuran entre las más apreciadas de Italia.