En los hogares actuales, donde los electrodomésticos se han vuelto aliados imprescindibles para la vida diaria, es común buscar formas de reducir el consumo eléctrico.
Con el aumento en los costos de energía, muchas personas adoptan medidas como desconectar aparatos cuando no están en uso. Sin embargo, no todas las soluciones bien intencionadas son efectivas, y en algunos casos, podrían resultar contraproducentes.
Este es el caso del refrigerador, un electrodoméstico que, según expertos y análisis respaldados por inteligencia artificial, nunca debería ser desenchufado, salvo en circunstancias extremas como mantenimiento o limpieza.
Aunque a primera vista parezca lógico apagarlo para “ahorrar”, hacerlo puede tener consecuencias tanto en el consumo eléctrico a largo plazo como en la vida útil del aparato.
Un electrodoméstico diseñado para funcionar sin pausas
La nevera es uno de los pocos dispositivos diseñados para operar de manera continua las 24 horas del día, los siete días de la semana. Su función principal es conservar los alimentos a temperaturas seguras, y al apagarla, se interrumpe la llamada cadena de frío, esencial para evitar la proliferación de bacterias y garantizar la seguridad alimentaria.
Cuando se rompe esa cadena, incluso durante unas pocas horas, los alimentos —especialmente los más delicados como carnes, productos lácteos o preparados— corren el riesgo de descomponerse. Aunque se vuelva a conectar el refrigerador, los daños podrían ya ser irreversibles, con potenciales consecuencias para la salud de los consumidores.
Apagarla frecuentemente también daña sus componentes
Más allá del tema alimentario, los efectos técnicos también son preocupantes. Uno de los más sensibles es el compresor, la pieza encargada de mantener la refrigeración interna.
Encender la nevera antes de que se estabilicen las presiones internas puede sobrecargar este componente, reduciendo su eficiencia e incluso provocando fallas anticipadas.
También se ha observado que las variaciones térmicas abruptas pueden generar condensación en el interior del aparato. Esta humedad, al transformarse en escarcha o al alcanzar los componentes eléctricos, puede causar corrosión, afectando el funcionamiento general del refrigerador.
El impacto en la eficiencia energética
Una creencia común es que desconectar la nevera ahorra energía. No obstante, los modelos modernos están diseñados para consumir lo mínimo necesario, manteniendo temperaturas constantes y eficientes.
Cada vez que se reinicia el sistema tras una desconexión, el motor debe trabajar más intensamente para volver a la temperatura adecuada, lo que puede gastar más energía de la que se pretendía ahorrar.
Por este motivo, la inteligencia artificial y los especialistas en eficiencia doméstica coinciden en que, lejos de ser una solución, desenchufar la nevera de forma habitual puede representar un gasto mayor a mediano y largo plazo.
¿Cómo ahorrar electricidad sin desenchufarla?
La clave para optimizar el uso energético de un refrigerador no está en apagarlo, sino en emplearlo de forma inteligente. Aquí algunas recomendaciones prácticas:
- Ubicación estratégica: evita colocarla cerca de fuentes de calor como estufas, hornos o ventanas con exposición directa al sol.
- Buena ventilación: deja entre 5 y 10 centímetros entre la parte trasera del aparato y la pared para que el motor disipe el calor correctamente.
- Cierre hermético: revisa que las gomas de las puertas estén en buen estado y sellen bien.
- Carga equilibrada: una nevera llena conserva mejor el frío, pero debe tener espacio para que el aire circule. Si está vacía, añade botellas con agua.
(Fuente: Infobae)