El ajo, uno de los ingredientes más antiguos y valorados en la gastronomía y la medicina tradicional, ha sido reconocido por sus múltiples propiedades saludables desde hace miles de años.
Originario de Asia Central, su uso se extendió por todo el mundo debido a sus efectos beneficiosos para la salud, que incluyen desde propiedades antimicrobianas hasta efectos positivos en el sistema cardiovascular.
Hoy en día, el ajo es un componente fundamental en muchas culturas culinarias y terapéuticas, y su consumo regular está asociado con la prevención de diversas enfermedades.
En este contexto, las prácticas populares relacionadas con el ajo, como su aplicación directa en el cuerpo, siguen despertando curiosidad y generando debates sobre su eficacia y seguridad.
Para qué sirve poner ajo en el ombligo según la cultura popular
Según el sitio Crónicas de Lanzarote, la práctica de colocar un diente de ajo en el ombligo es una costumbre popular que se remonta a tradiciones ancestrales, donde se considera al ombligo como un punto energético central que conecta directamente con diferentes órganos y sistemas del cuerpo.
El ajo, reconocido desde la antigüedad por sus propiedades medicinales, se utiliza en esta práctica con la intención de aprovechar sus beneficios de manera localizada a través de este “canal” natural.
Los beneficios atribuidos a poner ajo en el ombligo incluyen:
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo moderado de ajo puede contribuir a reducir la presión arterial y los niveles de colesterol, dos factores clave para prevenir enfermedades cardíacas.
Fortalecimiento del sistema inmunológico. El ajo contiene compuestos sulfurados, especialmente la alicina, que se activa al triturarse el diente de ajo. Esta sustancia ha demostrado tener propiedades antibacterianas, antivirales y antifúngicas. En la medicina tradicional, se cree que aplicar ajo en el ombligo permite que estas propiedades se absorban de manera localizada, actuando como una barrera natural frente a infecciones comunes, resfriados y gripes.
Desintoxicación. Se piensa que esta práctica contribuye a la eliminación de toxinas a través del sistema linfático y digestivo. Al considerar el ombligo como una vía de absorción hacia órganos internos, se atribuye al ajo la capacidad de estimular funciones depurativas del hígado y los riñones. Esto reforzaría procesos naturales del cuerpo relacionados con la limpieza interna y el equilibrio de los fluidos corporales.
La práctica de colocar un diente de ajo en el ombligo es una costumbre ancestral: se considera al ombligo un punto energético central que conecta directamente con diferentes órganos del cuerpo.
Alivio de dolores e inflamaciones. Gracias a sus compuestos antioxidantes y antiinflamatorios, como los tiosulfinatos, el ajo puede ayudar a reducir la inflamación localizada. Al colocarlo en el ombligo, algunas personas aseguran experimentar alivio frente a molestias lumbares, cólicos menstruales o dolores musculares, especialmente si se complementa con reposo y una dieta antiinflamatoria.
Mejora de la circulación sanguínea. El ajo es reconocido por su capacidad para dilatar los vasos sanguíneos y favorecer la fluidez de la sangre. Aunque este efecto está más documentado por vía oral, en la práctica alternativa se cree que su aplicación directa sobre el ombligo puede estimular puntos energéticos que inciden sobre la circulación, ayudando a disminuir la sensación de pesadez en las piernas y mejorando la oxigenación general.
Control del apetito y apoyo en la pérdida de peso. Algunas corrientes naturistas sostienen que el ajo colocado en el ombligo actúa sobre el eje digestivo, ayudando a reducir los niveles de ansiedad relacionados con la comida. A esto se suma su ligero efecto termogénico, que podría —según sus defensores— contribuir a la quema de grasa corporal. Aunque no reemplaza una dieta equilibrada ni ejercicio regular, se lo usa como recurso complementario en procesos de control del peso.
100 gramos de ajo tiene una gran variedad de minerales, como calcio, cobre, potasio, fósforo, hierro y magnesio, además de proteínas, fibra, vitaminas y selenio. Foto: Shutterstock.
Es fundamental aclarar que la mayoría de estos beneficios carecen de respaldo científico riguroso y se sustentan principalmente en creencias populares y testimonios personales. Por ejemplo, el efecto sobre la pérdida de peso suele estar más relacionado con la autosugestión y la restricción voluntaria del consumo entre horas que con alguna acción directa del ajo sobre el organismo.
Además, existen riesgos potenciales asociados con esta práctica, como la irritación cutánea, alergias o infecciones en el ombligo si no se realiza con higiene adecuada.
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