En un domingo a pleno sol, con la ciudad ya en modo vacaciones de invierno, el predio de la 137ª Exposición Rural de Palermo se llenó de familias, visitantes y productores. Desde temprano, miles de personas recorrieron los pabellones, colmaron las tribunas y caminaron entre animales, stands y maquinaria. Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural Argentina, avanza por los pasillos, pero a paso lento: lo saludan, lo paran, le hablan. En estos días, es claramente el dueño de casa. “Estoy contento con la marcha de la exposición, se está viendo un gran acompañamiento del público”, dice con una sonrisa.

Tras la tradicional misa de los domingos, el dirigente rural habló en exclusiva con LA NACION. Dijo que el campo atraviesa un momento ”duro” y advirtió que el nuevo escenario económico exige un cambio de mentalidad en el sector, con foco en la eficiencia y la producción. Señaló que la situación es muy ajustada, con precios bajos, y que algunos productores la van a pasar mal. Por eso, insiste en que “es el momento de terminar con los derechos de exportación”, a los que califica como un instrumento obsoleto y perjudicial, especialmente cuando los márgenes están tan comprometidos.
En la entrevista también se refirió a las expectativas que genera la visita presidencial a Palermo, el próximo sábado, defendió su vínculo con el presidente Javier Milei frente a las críticas, y opinó sobre los cambios que necesita el agro, el rol del INTA y el Senasa. También habló sobre las tensiones internas dentro de la entidad.
-¿Qué expectativas tiene sobre el discurso del Presidente el próximo sábado? ¿Cree que puede haber algún anuncio?
-Cuando uno se pone ansioso y espera ciertos anuncios que después no llegan, se frustra. Yo prefiero ser optimista y aceptar lo que pasa en La Rural, en esta exposición que se realiza hace más de 137 años. Muchos presidentes han venido, y cada vez que lo han hecho, esta tribuna fue un espacio donde se dicen cosas importantes para el sector. El presidente Milei también estuvo el año pasado e hizo anuncios, así que, bueno, esperaremos.
—Entonces, ¿sí tiene expectativas de que pueda haber algún anuncio?
-Sí porque entiendo que para el Presidente también es muy bueno hablarle al campo desde esta tribuna centenaria, y no solo con 4 o 5 mil personas que están acá, sino por todo lo que repercute por los medios. Por eso me parece que es un buen lugar para que el Gobierno pueda decir lo que quiera decir.
-¿Cuánto más puede aguantar el sector sin una baja en las retenciones agrícolas, considerando que los márgenes están muy ajustados? ¿Cómo evalúa los reclamos que se están haciendo?
—En el sector también vamos a tener que entender este nuevo escenario, tal como se está planteando, también nos exige un cambio: no solo gremial o dirigencial, sino también un cambio en nuestra cabeza productiva. Durante mucho tiempo transitamos balances productivos malos, tapados por buenos balances financieros. Se disimulaban los problemas de fondo. Cuando trabajás en un país con inflación de dos dígitos —a veces mensual—, lo único que hacés es tratar de seguir adelante, no quedarte quieto. Eso te obliga a trabajar incómodo. Pero al mismo tiempo, el sector productivo siempre te da la posibilidad de avanzar. Con este nuevo contexto, tenemos que replantearnos seriamente nuestra eficiencia y nuestra capacidad de producir. Somos buenos en serio haciendo esto. Pero el proceso de cambio de un sistema a otro es duro.
-¿Considera que el Gobierno, más allá de insistir en la necesidad de ordenar la macroeconomía, debería dar al menos un gesto concreto como por ejemplo un cronograma de reducción de retenciones?
-A mí me parece que poner cronogramas puede llevar a especular. No sé si daría plazos, sí certezas. El Presidente, por sus acciones, deja claro que las decisiones que toma no son para volver atrás. Por eso, cuando decían “el 30 de junio se cae el decreto, ¿qué pasa el 1° de julio?”, yo decía que no iba a pasar nada, simplemente se terminaba el decreto. Ahora hay que pensar cómo seguir, y creo que no se trata de hacer grandes declaraciones, sino de seguir trabajando como venimos haciendo desde la Rural: pasar información, mostrar números, explicar cómo una medida impacta en otra. Esos trabajos silenciosos y anónimos me parece que son efectivos.
—Lo han señalado por su vínculo con el presidente Milei; incluso algunos llegaron a llamarte “el vocero del Gobierno”. También hay críticas hacia la Mesa de Enlace, a la que acusan de ser oficialista. ¿Qué visión tiene sobre esas acusaciones?
—Hace dos años vinieron todos los candidatos a presidente. Uno de los que vino fue Sergio Massa. Ese día lo invitamos a almorzar y ese día me cogoteó en un abrazo. Entonces yo era masista, y ahora mileísta. Por eso, esas etiquetas me parecen que no suman nada.
El campo demostró que no trabaja en función de un partido, sino de la Argentina. Ese es el camino que hay que seguir. Nuestro rol es hacer todo lo posible para que esté mejor, y eso se logra dialogando con el Gobierno. Si no, volvemos a lo que pasó durante el kirchnerismo: una discusión de una vereda a otra, tirándonos cosas. Y mientras tanto, veíamos cómo los países vecinos, con gobiernos de distinto signo político, crecían. Por eso, tenemos que buscar siempre lo que sea beneficioso para todos.
—¿Le han propuesto participar en alguna candidatura o puesto dentro del Gobierno?
-No me han propuesto nada. Yo creo que si yo hubiera querido estar o quiero estar en el Gobierno, tengo canales para pedir o buscar. No lo he hecho. Además, lo charlé con el Presidente: cada uno en su rol, él como presidente de la Nación y yo como presidente de La Rural. Con el respeto y la cercanía que tenemos, somos útiles desde los lugares que ocupamos.
-¿Cree que hay un terreno propicio para que en las próximas elecciones aparezcan más candidatos provenientes del campo?
—Es una pena, porque hay muchos dirigentes del sector muy capaces y comprometidos. Pero a veces los partidos políticos no lo ven, o creen que no es atractivo tener un candidato del campo. De todos modos, hay muchos legisladores que están vinculados al sector. Lo interesante es que está cambiando la dinámica, ya no todo pasa por los partidos tradicionales. Hoy, cualquier ciudadano puede armar su propia fuerza política e intentar llegar. Así que me parece que la dinámica va a cambiar.
—¿Cómo evalúa la apertura de importaciones por el impacto que está teniendo sobre las economías regionales?
—Este Gobierno plantea libertad en todos los sentidos, pero si se va a competir con productos del exterior, la cancha tiene que estar nivelada. No se puede permitir el ingreso de productos en condiciones desiguales cuando al productor local se lo asfixia con impuestos.
Algunos la van a pasar mal. Porque cuando se trabaja en un contexto de inflación, como en el comercio, donde hay que comprar, vender y stockearse, siempre se le suma un poco más al precio porque no se sabe qué va a pasar la semana siguiente. Creo que se viene un tiempo duro, muy ajustado. La soja tiene un valor bajo, no está claro qué pasa con China. Ahora la carne subió un poco, pero si tiene una baja, todo cambia. Por eso le insistimos al Gobierno: “¡Guarda!» Este es el momento, en serio, de terminar con los derechos de exportación que están mal, y son un pésimo instrumento. Y cuando los márgenes son tan ajustados y, además, se paga un 6,75 por ciento, como en la carne, el negocio se cae.
—¿Cómo evalúa lo que se hizo en el INTA?
-Desde la Rural siempre dijimos que el INTA es una herramienta espectacular y hay que conservarla por lo que fue, por su concepción original y por todo lo que hizo a lo largo de la historia.Pero también es cierto que, con el paso del tiempo, hubo cambios: tecnología nueva, modernización, más herramientas al alcance. No se puede seguir trabajando en 2025 como hace 20 años.
En los últimos años, el INTA se fue degradando. Algunos gobiernos incluso lo usaron como una caja política. Así, no se puede seguir. Y lo digo con responsabilidad, porque desde la institución lo integramos desde hace muchos años. Con esa mirada, y sabiendo que se hicieron cosas mal, no hay dudas: el INTA, sí, pero de esta manera no. Hay que modernizarlo.
—Y respecto al Senasa, que el Gobierno también mencionó que busca modernizar
—También necesita modernización y fortalecimiento. Hoy hay herramientas tecnológicas, incluso inteligencia artificial, que pueden facilitar muchas tareas. Pero además de actualizarlo, hay que empoderarlo. Necesitamos un organismo fuerte, moderno y no partidizado.
Y hay que dejar claro que no está para hacer política. Está para cuidar a los argentinos y ser ágil en un mundo globalizado. Si uno se demora en autorizar algo, otro país toma ese mercado. Necesitamos esa capacidad de reacción.
-Uno de los temas que más se comenta en la Rural, especialmente desde el interior, es la interna dentro de la institución. ¿Cómo está la relación con Marcos Pereda, el vicepresidente?
—Las internas existen cuando hay elecciones, y en la Rural serán en septiembre de 2026. Mientras tanto, conducimos una entidad con más de 40 directores y más de 300 delegados, y es lógico que haya diferencias, debates y cambios de ideas.
Si hay personas con aspiraciones a la presidencia, me parece genial. Eso genera entusiasmo y le da dinamismo a una institución de 160 años. Qué bueno que todavía hay interés en ser. Lo que no tiene sentido es anticipar discusiones año y medio antes. Si alguien quiere hacerlo, que se haga cargo. Me parece un disparate.
Yo estoy tranquilo. Sería irresponsable hablar hoy de algo que va a pasar en septiembre de 2026, porque sinceramente no lo sé. A quienes tienen ansiedad, les recomiendo que canalicen esa energía en otras cosas: correr, andar en bici, jugar al tenis… Pero no ridiculicen a la institución con este tipo de cosas.
-¿Qué puede anticipar sobre el discurso que va a dar el próximo sábado?
-Por ahora son nueve hojas. Me preguntaron si el discurso va a ser duro. Va a describir la realidad, y si hacerlo resulta duro, es porque la realidad lo es. Si se habla de los citricultores de ciertas zonas que la están pasando mal, sí, va a ser duro. Si se menciona el obsceno derecho de exportación del 33% para la soja, también. Pero es la verdad, es lo que está pasando. En cambio, describir el buen momento que atraviesa la ganadería no resulta duro. Pero también forma parte de la realidad. El discurso va a ir en esa línea: mostrar las cosas como son y dejar en claro que se terminó el tiempo de discutir por discutir, sin avanzar.
Y hay que decirlo con todas las letras: esto no es solo responsabilidad del presidente Milei. También son responsables los gobernadores, los intendentes. Todos forman parte. “Muchachos, aflojen con los impuestos”. La competitividad, la única manera en que el Estado la puede generar, es dejando trabajar y eso se logra con una baja de impuestos acorde. Porque si nos dejan trabajar, vamos a trabajar más. (Por Pilar Vazquez – LA NACION) (Foto portada: Télam)