En un tiempo cada vez más cercano, la tecnología comienza a reescribir el significado de ser “humano”. Alianzas entre la neurociencia, los sistemas inteligentes y los circuitos biológicos están dando origen a aptitudes físicas que antes eran meras fantasías futuristas. En este nota, cuáles son los cuatro superpoderes que marcarán el mayor salto evolutivo de nuestra especie.
El objetivo es reparar lo dañado y a la vez, potenciar lo que ya funciona. Las nuevas capacidades tecnológicas no sólo ayudarán a corregir discapacidades, también buscan expandir el alcance humano más allá del límite orgánico.
Estos avances no sólo prometen aumentar las facultades físicas y cognitivas, sino que están transformando de forma estructural la relación con el cuerpo, la mente y el entorno. Si bien muchas de estas innovaciones ya están integradas -aunque de manera discreta- en la vida cotidiana, otras aún en etapa experimental generan tanto expectativas como incertidumbre.
Los desafíos técnicos son enormes y las dudas éticas, inevitables: ¿Hasta dónde es legítimo intervenir? ¿Quién controla estos poderes? ¿Qué pasa con la intimidad, la autonomía, la seguridad? El futuro avanza y con él, un nuevo mapa de posibilidades y dilemas que apenas comenzamos a descifrar.
Lo que sonaba a fantasía de Marvel empieza a tomar forma definida: visión nocturna, una mayor percepción sensorial, pensamiento potenciado, sentidos agudizados y una salud casi a prueba de todo.
Rango de visión nocturna
Lentes de contacto con visión infrarroja.
Para ampliar el rango de visión y mejorar la experiencia, científicos asiáticos crearon unos lentes de contacto capaces de detectar luz infrarroja, que es invisible al ojo humano. A diferencia de los instrumentos de visión nocturna, no requieren batería y en lugar de imágenes monocromáticas, generalmente en verde, estas lentes son multicolores.
Desarrollados por la Universidad de Ciencia y Tecnología de China, utilizan nanopartículas que captan este tipo de radiación electromagnética y la transforman en señales visibles. Según el estudio publicado en Cell, el material se integra con polímeros flexibles, similares a los usados en lentes de contacto convencionales.
Los investigadores sostienen que los resultados servirán para amplian la visión en condiciones de poca luz, detectar señales codificadas en el espectro infrarrojo y diseñar dispositivos inteligentes para emergencias y rescates.
“También descubrimos que cuando el sujeto cierra los ojos puede recibir aún mejor esta información titilante, porque la luz infrarroja cercana penetra en el párpado con más eficacia que la visible, por lo que hay menos interferencias”, añadió Tian Xue, neurocientífico a cargo del proyecto.
Sin embargo, no están exentas de limitaciones. Un desafío es que las nanopartículas incrustadas dispersan la luz, lo que provoca imágenes borrosas. Además, solo capturan señales infrarrojas intensas, como las emitidas por LEDs, en lugar de las más débiles, como las que se despliegan con la oscuridad natural.
Un mundo de nuevas sensaciones
Neil Harbisson posee un sexto sentido pero artificial. (Clarín)
Científicos del Instituto Leibniz de Investigación sobre estados sólidos y materiales (IFW Dresden), desarrollaron una piel electrónica mediante un sistema sensorial magnético que podría dotar a los individuos con la magnetorrecepción, un poder capaz de decodifica señales físicoquímicas que escapan a la percepción consciente.
Este «sexto sentido» está inspirado en el metabolismo de algunos animales como los tiburones -capaces de detectar campos electromagnéticos- o ciertas aves migratorias, sensibles a las variaciones geomagnéticas.
El mismo se implanta bajo la piel o se integra al sistema nervioso periférico para captar fenómenos como la radiación ionizante, fluctuaciones magnéticas, niveles moleculares de gases o cambios térmicos milimétricos, con una precisión excepcional.
La información será procesada por una IA personalizada y devuelta en forma de señales hápticas o realidad aumentada. Esta expansión de los sentidos no solo redefine los límites de la experiencia humana, sino que abre nuevas puertas en campos como la medicina preventiva, la navegación espacial, la seguridad industrial o la interacción hombre-máquina.
Al incorporarlo, serviría para detectar una fuga de radiación, anticipar una convulsión neurológica o desplazarse guiado por campos magnéticos naturales, lo que podrían convertirse en tareas cotidianas para los humanos del mañana.
Retroceder 10 años en el tiempo
El modelo GPT-4b analiza la reprogramación de las células.
OpenAI y la startup Retro Biosciences introdujeron GPT‑4b, un nuevo modelo de IA que podría ayudar a agregar 10 años a la vida promedio de una persona. Sam Altman, CEO de la compañía, ya lleva invertidos 180 millones de dólares en dicha sociedad.
Esta iniciativa marca el primer intento de OpenAI en un terreno hasta ahora dominado por laboratorios biomédicos, consolidando su incursión en la ciencia de la longevidad.
La herramienta analizar y optimizar los llamados factores Yamanaka, proteínas esenciales para reprogramar células maduras en células madre pluripotentes. En ensayos preliminares, GPT‑4b incrementó en más de 50 veces la eficiencia de dos de esos factores, multiplicando las probabilidades de éxito en el procedimiento.
A diferencia del sistema AlphaFold de Google, que predicen la forma de proteínas, GPT‑4b está diseñado para modificar secuencias activas, explorando variantes entre millones de aminoácidos combinados.
En esta misma dirección avanza Jeff Bezos, quien ya destinó nada menos que 3.000 millones de dólares en Altos Labs, una startup biotecnológica que se propone reprogramar las células humanas para restaurarlas a un estado prematuro.
El objetivo es regenerar tejidos, prevenir enfermedades asociadas al paso del tiempo y, en última instancia, extender de manera significativa la vida saludable unos 20 años. Su enfoque se centra en devolver a las células adultas la capacidad de comportarse como células madre, capaces de regenerar órganos y tejidos dañados.
Control mental de objetos
Varias startups pioneras en interfaces cerebro-computadora (BCI) -como Paradromics, Neuroscience y Synchron- pugnan por extender la memoria más allá de los límites anatómicos para almacenar experiencias personales de forma selectiva y reproducir recuerdos con la nitidez de un video FHD.
En este terreno, Elon Musk ya registró dos marcas como “Telepathy” y “Telekinesis”, señales claras de su ambición por lograr que el cerebro abandone los pensamientos abstractos y se conecte con otras mentes para transmitir ideas y emociones sin palabras.
Aunque el objeto más rutinario lo patentó Neurable. Se trata de los auriculares MW75 Neuro, que utilizan electroencefalografía (EEG) coordinada con IA para medir el nivel de concentración del usuario mediante la lectura de sus ondas cerebrales.
El gadget remite estos datos a una aplicación móvil, con el objetivo de ayudar a la persona a modificar sus hábitos y sugerirle pausas para evitar la fatiga mental. Además, puede identificar patrones anómalos como Alzheimer o Parkinson, por lo que ya se emplea en clínicas de longevidad en Dubái para monitorear la salud de los pacientes. Se puede comprar por 700 dólares.
SL
Sobre la firma
Marcelo Bellucci
Redactor de la sección Tecnología [email protected]
Bio completa
Mirá también
Mirá también
Registro de Avatares: qué es, cómo funciona y para qué se usa el nuevo sistema del Ministerio de Seguridad
Mirá también
Mirá también
La inteligencia artificial en el trabajo: cómo la aprovechan médicos, abogados y psicólogos
Newsletter Clarín
Recibí en tu email todas las noticias, coberturas, historias y análisis de la mano de nuestros periodistas especializados
QUIERO RECIBIRLO
Tags relacionados