La cúspide del Gobierno está, todavía, muy efervescente por el cierre de listas del último sábado en la provincia de Buenos Aires. El saldo de esa jornada fue claro: Karina Milei fue la dueña de la lapicera; los Menem y Sebastián Pareja decidieron como sus gerentes generales y el equipo que responde a Santiago Caputo (el de los “pibes” de Las Fuerzas del Cielo) quedó totalmente marginado y hasta humillado. Ante semejante momento político, Javier Milei asumió nuevamente un rol de prescindencia.
El reparto de poder que se verificó en la confección de esas nóminas provinciales -que en otra época hubieran sido un dato menor- generó un interrogante sobre algo mucho más grande: la geometría del poder mileísta. ¿Se terminó el “triángulo de hierro”?
En los corrillos oficiales se palpa que la espuma todavía está alta y que los principales actores del Gobierno aún no saben si habrá una nueva dinámica. Ayer, al igual que ocurrió en las últimas semanas, no hubo reunión de “mesa política” con Karina, Caputo, Guillermo Francos y Eduardo “Lule” Menem. Existió apenas un encuentro fugaz entre este último y el vicejefe de interior, Lisandro Catalán, mano derecha del jefe de Gabinete.
Ya está claro que ese ámbito de deliberaciones, que en otra época se daba martes a martes en la planta baja de la Casa Rosada, quedó atrás. La pelea entre los Menem y Caputo volvió problemática a la dinámica de decisiones políticas y terminó de detonar el último fin de semana.
Respecto de cómo sigue, todavía no hay certezas sino solo una señal: al menos en las charlas internas, comenzó a circular la versión de que Milei quiere resolver la disfuncionalidad de su mesa chica mediante un mayor empoderamiento de Francos como articulador político, tanto hacia adentro y como hacia afuera del Gobierno.
El jefe de Gabinete podría ser un actor neutral que reparta el juego de otra manera y pacifique la interna. Y también podría recuperar músculo para buscar acuerdos con una parte de los gobernadores y referentes de la oposición, sobre todo ante los inminentes vetos a la ley de jubilaciones y la emergencia en discapacidad.
En ese potencial nuevo diseño, todavía muy en el aire, habría un nuevo “triángulo” de decisiones políticas, integrado por Karina (a cargo de lo partidario-territorial), Caputo (a cargo de la gestión estratégica) y Francos (a cargo de la gobernabilidad), con Milei por encima de ellos tres. Un tetraedro, o pirámide de base triangular, con el Presidente en la cúspide.
En principio, se trata solo de un cambio retórico en el diseño del poder. Hace no tanto, a fines de abril, Milei había dicho en una entrevista: “Hay un primer control político que hace Guillermo Francos, una segunda instancia de control política con Santiago Caputo, y después estoy yo, que meto el gancho”. Ahora, si el nuevo esquema finalmente se comprueba, los dos colaboradores estarían a la par.
En Balcarce 50 ya hacen especulaciones. “¿Cómo sigue? Con un Francos más fuerte evidentemente”, dijo un colaborador del sector “karinista”, que interpretó que el eventual ascenso del jefe de Gabinete redundará en un recorte de poder a Caputo.
Quienes apuestan por asesor presidencial hicieron la lectura opuesta: “Esto es como una imagen donde uno mira el negativo y ahí aparece la verdadera forma. En rigor siempre hubo una mesa política y siempre estuvo Francos sentado. No es que Javier esté empoderando a Guillermo, en todo caso está excluyendo de esa mesa a Lule”. Por ahora, en la práctica, no hubo cambio alguno.
Muchos creen, en definitiva, que no se trataría de un giro real. El “triángulo de hierro” nunca funcionó integrado o con una dinámica de encuentros periódicos entre los dos Milei y Caputo tomando decisiones en conjunto.
El Presidente siempre estuvo muy al margen de la cuestión política y delegó todos aquellos menesteres de la gestión que no involucraran el corazón de su proyecto macroeconómico. Y Francos, por su parte, siempre tuvo el rol de canciller ante el sistema político. Solo que su poder de fuego, en la práctica, menguó -según la época- producto de las propias señales que ofreció la Casa Rosada.
“Si Milei quiere un nuevo triángulo de hierro es porque algo está viendo”, comentó un referente mileísta.
Qué pasó
Con el cierre de listas del último sábado, los Menem quisieron hacer valer un reparto de tareas no escrito: que así como el asesor presidencial tiene delegada -por mandato de Milei- la gestión estratégica y comunicacional del Gobierno, ellos tienen delegado -por mandato de Karina- el armado electoral de La Libertad Avanza. “De fondo lo que hay es una matriz en donde los Menem dicen: ‘Santiago tiene delegada la gestión y nosotros el partido. No vamos a hacer concesiones donde él no las hace’”, dijo a LA NACION un colaborador muy al tanto de las discusiones de los últimos días.
Y agregó: “Ahora hay que ver si los Menem van a intentar aprovechar la debilidad de Santiago para tratar de ganar poder también en la gestión”.
Al tanto de su posición en el armado político, el asesor presidencial quiso correrse de la disputa por los lugares en las listas bonaerenses hace varias semanas. Más allá de su opinión sobre los perfiles de los postulantes -pretendía jugar a figuras libertarias jóvenes y “puras” que no pudieran ser asociadas a la “casta”- el gurú libertario sabía que podía ser un obstáculo para los militantes de las Fuerzas del Cielo, que lo tienen como su tutor político y que estaban peleando por sus candidaturas.
Así, en las últimas semanas, Agustín Romo y Daniel Parisini (“Gordo Dan”) estuvieron negociando directamente con Pareja lugares para su agrupación. Pidieron ocho lugares con la expectativa de que les dieran cuatro. Finalmente solo recibieron un casillero: el secretario de Culto, Nahuel Sotelo, irá quinto en la lista de la tercera sección electoral. Ni siquiera lo anotaron tercero.
Los influencers “celestiales” tenían la expectativa de que, en el minuto final, Milei bajara el mandato para que Las Fuerzas del Cielo estuvieran bien representadas. Pero la instrucción presidencial nunca llegó. En vano Romo y Parisini llevaron a Olivos una lista de nombres de militantes “leales” con potencialidad electoral, allá por principios de junio.
Cerca de los Menem y de Pareja advirtieron: “El reparto de lugares tuvo que ver con muchas cosas que venían de arrastre. Los pibes de Las Fuerzas del Cielo nunca encontraron la forma de pedir espacios correctamente. Siempre fueron confrontativos en las redes sociales. Desde la primera votación en Santa Fe”.
Después de la desazón del sábado, los “celestiales” hicieron una performance del silencio. Dejaron que otros tuiteros hablaran por ellos en las redes y, en La Misa, el programa insignia del Gordo Dan en el canal de streaming Carajo, Parisini “muteó”, literalmente, su análisis sobre el cierre de listas. Fue media hora de una “película muda” que dejó ver el descontento sin que se escuchara nada que pudiera empeorar la situación. En otras palabras: la militancia digital está con bronca pero no va a sacar los pies del plato.
Un colaborador del Gobierno analizó en las últimas horas: “Santiago no salió de la mesa chica porque Milei no lo vació de poder ni le sacó los resortes que él maneja en la gestión. Pero eso no significa que sigan los movimientos internos para debilitarlo”.