El gol de Edinson Cavani, el que buscó durante 130 días, parece una cruel ironía del destino. A fin de cuentas, se trata del descuento en el final de un partido en el que Boca volvió a decepcionar. Atlético Tucumán lo eliminó de la Copa Argentina con una pelota parada y un contraataque letal para clasificarse a los octavos de final, donde espera Newell’s. Fue otro mazazo en el tercer ciclo de Miguel Angel Russo, que en seis partidos todavía no logró ganar y produjo dos papelones: el empate en el Mundial de Clubes ante Auckland City, un equipo formado por futbolistas amateurs, y ésta derrota prematura que igualó la dos peores rachas de su historia, la última en 2021, también con el último técnico campeón de la Libertadores en el banco. Entre el final del breve paso de Fernando Gago, el interinato exprés de Mariano Herrón y el desangelado comienzo del veterano entrenador, ya suma diez encuentros sin victorias.
No alcanzó con la presencia de Leandro Paredes. Tampoco con ese vendaval en el epílogo del primer tiempo. Boca tuvo la pelota, pero muy poco volumen de juego. Con la excepción de Miguel Merentiel, que se enchufó de a ratos y la osadía de Juan Barinaga, aún con sus limitaciones, mostró una gran abulia. Y Atlético Tucumán, con apenas 26% de posesión, juego directo y efectividad, se quedó con un triunfo histórico.
Boca pareció despertarse a partir de Merentiel en el desenlace del primer tiempo. El uruguayo de Paysandú generó las situaciones más claras, pero Cavani volvió a fallar abajo del arco. Y tampoco pudo resolver Williams Alarcón en la única jugada en la que el equipo de Russo logró articular cuatro pases seguidos.
Matías Mansilla terminó siendo clave en ese momento. Primero, para tapar un remate de media distancia de Merentiel y recomponerse en el rebote ante la arremetida de Cavani. Después, para tapar otro disparo del capitán xeneize tras una asistencia del otro delantero charrúa. La última jugada del primer tiempo fue un remate de Alarcón por encima del travesaño.
Resultó un revulsivo en el desenlace de esos primeros cuarenta y cinco minutos que le costaron demasiado a Boca. Sobre todo, desde la construcción del juego. Paredes garantizaba una salida prolija, pero si sus compañeros no se muestran, milagros no puede hacer. Además, Atlético Tucumán organizó una red de contención con sus volantes que cerró los caminos.
Foto Fede Chara – CLARIN
El Decano plantó una línea de cinco atrás, tres mediocampistas combativos y dos centro atacantes. Quedó algo largo hasta que empezó a asfixiar en la salida. No obstante, tuvo muchos problemas para llegar al arco de Agustín Marchesín. La más clara fue un cambio de frente de Adrián Sánchez que Ignacio Galván controló con dificultad y cuando buscó rematar cruzado con la pierna izquierda, llegó justo Juan Barinaga para cruzar con vehemencia.
Boca se mostró lento, con un traslado intrascendente de la pelota hasta que rompió Barinaga con un pelotazo que Cavani hubiera definido con categoría en su época dorada, pero eligió se quedó a mitad de camino entre pincharla por encima de Mansilla o abastecer a un compañero. Terminó en un montón de nada.
Alan Velasco fue el único que buscó desequilibrar con la gambeta, suelto en tres cuartos. Con dos enganches y un tiro de media distancia generó una posibilidad sobre la media hora. La única hasta ese final vertiginoso.
Boca no tuvo sorpresa y mucho tuvo que ver el nivel de sus laterales. Barinaga fue más punzante que Frank Fabra, a quien Russo le dio un plus de confianza por encima de Lautaro Blanco. Sin embargo, el colombiano no terminó una bien. Por la derecha, en cambio, el rosarino tuvo más desborde, pero los centrales tucumanos estuvieron muy firmes.
El partido fue muy flojo con un arbitraje permisivo. Hernán Mastrángelo no amonestó a Leandro Díaz por un codazo en la nuca de Barinaga apenas comenzó el partido y tampoco a Paredes, que le clavó los botines a Mateo Coronel. No había VAR, pero la jugada del campeón del mundo fue muy subida de tono.
Foto Fede Chara – CLARIN
En el complemento, Boca tuvo una chance muy clara producto de un centro de Barinaga que se cerró y pegó en el travesaño. Hasta que llegó un tiro de esquina, ejecutó Lautaro Godoy, la bajó Díaz entre Paredes y Marco Pellegrino, y el paraguayo Clever Ferreira la empujó con el arco en soledad.
Russo movió el banco. Entraron Blanco y Aguirre. Se armó el 4-3-3, pero de un lateral de Barinaga, llegó un contragolpe letal que armó Mateo Bajamich, que le cambió la cara al ataque tucumano, se le fue larga a Díaz, pero el propio Bajamich aprovechó el rebote de Marchesín y marcó el segundo.
Lo que siguió fue un desesperado Boca, lanzando centros. Lo perdió Cavani increíblemente. Mansilla tapó un remate esquinado de Paredes. El postergado grito del uruguayo llegó tarde. Entonces, festejó el Decano. Boca está en el abismo. Quedó afuera de otra Copa. Fue otro fracaso de la gestión de Riquelme, que ahora tendrá que apostar sí o sí por el Torneo Clausura o terminará otro año sin vueltas olímpicas desde que se corporizó en el presidente.