La ilusión se convirtió en desilusión. Lo que consiguió en un par de días para el debut en el Mundial de Clubes se desmoronó como un castillo de naipes. Es la falta de reacción después de la falta de reacción, después de la falta de reacción, después de la falta de reacción. Y si bien Miguel Ángel Russo se mostró combativo y fuerte en la conferencia, puertas adentro de Boca Predio no lo ven bien. Ahora, tiene días decisivos por delante. Y lo sabe.
Lo que pasó en el entretiempo con Miguel Merentiel es una pintura del momento. Desconcierto absoluto. Ridículo. Con el cuerpo técnico quedando muy expuesto. «Un tema de papeles», dijo Russo en la conferencia. Cuando la Bestia dio la sensación de no entender lo que pasaba, se fue enojado directo al vestuario y de la bronca dio un portazo que rompió un vidrio.
«Está cansado ya», le dijeron a Olé sobre el delantero. Cansado con ser siempre el primer cambio. Ni hablar cuando lo sacan en el entretiempo siendo el mejor delantero de este ciclo. Toda una señal de malestar interno. De cortocircuito. Y no es sólo Merentiel, los jugadores no entienden para dónde va el ciclo.
Que Russo haya dicho que no tocaron fondo es también preocupante, porque quiere decir que todavía se puede caer más bajo. En cambio, si hubiera tocado fondo, sólo quedaría un camino, que sería empezar a mejorar.
Al DT no lo ven bien en Ezeiza. Su chapa sirvió para ir al Mundial de Clubes, pero muy pronto se diluyó. Sus formas y decisiones se fueron al tacho. Sin el orden que lo caracterizó en toda su carrera. Con jugadores fuera de sus puestos naturales, volantazos de un partido al otro (como ocurrió con los laterales) y hasta la obligación de poner a jugadores por el peso de sus nombres forzando esquemas. La involución absoluta. Un entrenador desconocido en comparación con 2007 y 2020/21.
Su salud también preocupa a quienes lo ven diariamente. Porque desde que llegó lo den debilitado, frágil. No estando al frente de los entrenamientos en el inicio de la mañana para evitar el frío, luego siguiendo la mayor parte de la jornada desde un costado, a la distancia, mientras sus ayudantes toman las riendas de los trabajos.
A Miguel lo ayudan a subir al micro, le abren las puertas de blindex del predio porque son pesadas e incluso, cuando le piden algunos autógrafos, hay veces que se sostiene un brazo con el otro. «Lo trajeron porque la gente lo respeta, en cierta forma lo usaron», dicen desde Ezeiza.
Russo sabe que tiene que dejar todo en estas dos semanas y que el clásico con Racing en la Bombonera es decisivo. «Soy el responsable», «me corresponde a mí darlo vuelta» y «llegó el momento de cambiar» fueron algunas de las frases del DT tras la derrota con Huracán. Es que él sabe que cambia o cambia. No le queda otra. Su futuro está en juego.
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