Escuchá esta frase y guardala porque se trata de nuestros chicos, de nuestros jóvenes, de tus hijos, de los míos: «Porque te quiero, te cuido».
Cuatro palabras, y la diferencia entre cuidar o no cuidar, entre soltar o proteger, entre la crianza respetuosa o la crianza miedosa.
Me escribe una madre que fue paciente mía durante mucho tiempo: «Ale estoy desesperada, mi hija egresa de quinto año y están armando la fiesta de egresados. Llevamos gastada una fortuna, es un disparate, el desborde, el descontrol la locura y el exceso por el exceso mismo. Ahora quieren contratar a un artista que cobra 15.000 dólares. El argumento es que ‘los chicos quieren y la verdad es que nosotros podemos’. Me da una tristeza…Mi hija me decía ‘mami, con esa plata ayudamos a un montón de comedores escolares que la precisan de verdad’. Ni hablar del contrato que firmamos que dice que no va a haber alcohol para que se cubran los organizadores y nosotros sabemos que no es así. Una locura. Y no logro hacer redes y lobby con las otras familias. Me da mucha impotencia y dolor».
¿Hacemos algo o seguimos mirando?
Porque te quiero te cuido
En este caso sería: «Porque te quiero, no voy a ser parte de esta fiesta. No puedo ir contra mis principios para que no quedes fuera del disparate. Y voy a usar todo mi esfuerzo en ayudar a otras familias para que se animen a cuidar también a los suyos y tratar que no te quedes sola». Empezar a salir de la trampa del todos van, todos tienen, todos toman…
Miramos como espectadores la película de la vida de nuestros hijos. Y nos olvidamos que si bien ellos toman decisiones, hay un componente evolutivo en el desarrollo del área prefrontal (la parte del cerebro que regula el control de los impulsos y fomenta y fortalece el freno inhibitorio) que nos obliga a ocupar un lugar de acompañamiento y límites de aquellas situaciones que impliquen riesgo para ellos y no estén en condiciones de gestionar.
Y no lo estamos haciendo. Los estamos dejando solos.
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Daba una charla en un colegio con un grupo de egresados y les explicaba que el trabajo de los adultos es poner límites y el trabajo de los chicos es intentar quebrarlos.
Una de las chicas levanta su mano y me dice: «El problema es que los límites están demasiado fáciles de romper». Aplausos de pie. No más preguntas, su señoría.
Entonces, hagamos lista de los disparates que estamos habilitando bajo el manto de la crianza respetuosa y de los miedos.
En su libro «El miedo a los hijos», Jaime Barylko advertía hace dos décadas y media sobre el que, creo yo, es el principal problema de estos tiempos y, lejos de superarse, se agudiza cada día más.
Miedos de una generación que pasó de tener miedo a sus padres a temer a los hijos. Miedos que no se verbalizan, miedos que hacen mucho daño.
¿Qué miedos? Veamos algunos.
. A que nos dejen de querer
Como si el límite fuera una habilitación para vaciar de afecto el vínculo, cuando en realidad es todo lo contrario). El límite y el cuidado son la demostración más grande de amor.
. A que sufran
Todos los padres y madres en el mundo queremos que nuestros hijos sean felices, y como queremos que sean felices no les enseñamos a sufrir, y trascendemos el límite del sentido común para evitarles que esto suceda. Así, los dejamos desprovistos de las herramientas más valiosas para el mundo adulto, esas que proveen de la gestión de emociones, la capacidad de afrontamiento y la construcción de umbral de frustración.
. A que se autolesionen
Muchas veces los hijos recurren a amenazas a sus padres del estilo de «si no me dejás ir, no sé qué hago» o «si me quedo afuera, me mato». En estos casos, como siempre digo, hay que recurrir a consulta de orientación a familias e intervención profesional. Si se trata de simple manipulación entonces sabremos que podemos limitar sin temor y, si en cambio hay una efectiva intención de autolesión, entonces podremos implementar las medidas terapéuticas necesarias para cuidar a nuestros hijos.
Acompañar no significa avalar todo. Foto Shutterstock.
En estos casos, el miedo de nada sirve. Todas estas barreras solo hacen que hayamos naturalizado en las últimas décadas una serie de disparates que se agudizan año a año.
Decir basta
No voy a decirte nada que no sepas, pero quizá ver esta lista te ayude a tomar conciencia y decir BASTA.
Nos encontramos en estos últimos tiempos con un contexto creciente de las siguientes problemáticas.
. Consumo de alcohol y sustancias psicoactivas
Escuché en una jornada compartida con el director de un importante hospital porteño que los fines de semana la mitad de las camas están ocupadas por adolescentes intoxicados.
Un alumno del último año de un colegio en el que di una charla hace muy pocos días me contó que en la previa de los sábados ya es habitual el consumo de marihuana, más allá de todas las combinaciones posibles de alcohol. Y la edad de inicio es cada vez más baja. Gastón Pauls advertía en sus charlas que en los grupos de adicciones hay adolescentes que consultan porque no pueden dejar de consumir marihuana.
¿Sigo o con esto es suficiente? Hacemos algo o seguimos mirando?
. Exceso de pantallas
Son tiempos de vacaciones de invierno en varias provincias de mi país. El uso abusivo de pantallas se multiplica en tiempos de receso escolar. grooming, cyberacoso, shots de dopamina, aplicaciones en las que hacen videollamadas con adultos camuflados en falsos perfiles.
El mundo virtual está lleno de riesgos. Foto Shutterstock.
. Erotización precoz
La satisfacción inmediata de la mano de una sexualidad precoz que no es desalentada por los adultos que, por el contrario, deberían habilitar que los niños sean niños. Edad de inicio de una vida sexual activa cada vez más temprana, al amparo de una mirada resignada de los mayores.
Juegos sexualizados de una peligrosidad extrema (embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual y situaciones traumáticas por doquier)
. Ludopatía
Al menú de situaciones riesgosas se le suma la inclusión en los últimos años de las apuestas online. El territorio de la ludopatía estaba ceñido antes de la aparición de los sitios de apuestas a los mayores de edad, ya que era una actividad que solo se planteaba en la presencialidad. Hoy los chicos pueden apostar desde sus celulares y los casos aumentan más y más.
Y podría seguir con la lista, trastornos de ansiedad, depresiones juveniles, ideación suicida, suicidios consumados.
Con amor no alcanza
La buena noticia: hay mucho por hacer. Y podemos hacerlo. ¿El primer paso? Dejar de mirar cómo sino pudiéramos hacer nada. Y recuperar el sentido común. Son chicos y chicas tratando de crecer, y con el amor no alcanza. Tenemos que darles factores de protección. Cuidado, límites, amor. Por eso es «Porque te quiero te cuido». Es urgente.
Es una invitación, es una propuesta, es una necesidad. De ellos, nuestros chicos, nuestros jóvenes.
Contame qué vas a hacer para cuidar, porque el amor es una parte imprescindible pero no suficiente. Armemos redes, sumemos voluntades, salgamos de la trampa del todos van, todos toman, todos lo tienen. Recuperemos la letra D de la palabra PADRES que hemos perdido.
Marcel Proust decía «Aunque nada cambie, si yo cambio todo cambia». Y de eso se trata. Ni más, ni menos.
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Sobre la firma
Alejandro Schujman
Psicólogo especializado en familias
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