El fiscal Martín López Perrando, a cargo de la investigación del homicidio de Diego Fernández Lima,- el adolescente de 16 años desaparecido el 26 de julio de 1984 y cuyos restos fueron encontrados enterrados en el fondo de la casa de su excompañero de colegio Norberto Cristian Graf– pidió la indagatoria a éste último el martes por la tarde al imputarlo por el delito de “encubrimiento agravado” y “supresión de evidencia”.
Por estas horas el juez nacional en lo Criminal Alejandro Litvack deberá definir si hace lugar a lo solicitado por el representante del Ministerio Público.
Hasta ahora el principal sospechoso del crimen de Fernández Lima mantuvo el silencio ante la prensa. Sin embargo, los albañiles y el capataz de la obra en construcción la calle Congreso al 3700, donde se hallaron los huesos de la víctima, revelaron durante estos últimos días en plena investigación ciertas conductas recelosas y particulares declaraciones de Cristian Graf durante los trabajos y, especialmente, el día del hallazgo de los restos óseos. Estos “movimientos” del sospechoso fueron rescatados por el fiscal en su pedido de indagatoria.
Fuentes judiciales informaron a LA NACION que para López Perrando, el Graf “buscó silenciar el crimen de Diego Fernández” y “practicó diversas maniobras tendientes a encubrir la averiguación de la verdad”.
El representante del Ministerio Público explicó: “Al momento en que iniciaron los trabajos de excavación en el domicilio lindero a su casa, [por Graf] se mostró preocupado, temeroso de que la verdad saliera a la luz y por ello les espetó a los obreros que tenían prohibido cortar un determinado árbol que se hallaba cercano a la medianera que dividía ambas propiedades”.
Cristian, alias “Chucky”, el albañil que se topó con los huesos de Diego Fernández Lima mientras trabajaba en la obra reveló que halló el cuerpo en la medianera que daba al fondo del inmueble de los Graf: “Me llamó la atención la forma en la que estaba enterrado. Estaba acurrucado, no era una posición normal. Los brazos estaban cerca de los pies. No estaban separados”, precisó a LN+.
Además, el fiscal sostuvo en su pedido que el día del hallazgo de los restos óseos, la preocupación de Graf “se transformó en ocupación al exteriorizar su conducta encubridora: pasando desde la existencia de una iglesia en donde habrían sido enterradas personas hasta [decir] que en una oportunidad habría pedido tierra para rellenar su terreno y que los restos habrían venido ocultos sin que nadie se diera la cuenta”.
El testimonio del capataz
Daniel, licenciado en Seguridad Higiénica y encargado de garantizar un entorno laboral seguro y saludable para todos los albañiles en la obra en construcción en la calle Congreso al 3700, afirmó el viernes pasado en los estudios de LN+ que mantuvo junto con sus compañeros algunos diálogos con Cristian Graf, de 56 años, cuya familia todavía vive en el chalet contiguo al terreno donde fueron encontrados los huesos.
Según la fiscalía y Daniel, el sospechoso frecuentaba con distintas excusas la obra para tantear los trabajos y realizar indicaciones y marcar ciertas limitaciones a los albañiles.
“Yo había hablado con él unos días antes, habíamos roto sin querer el caño maestro del agua. Viene y nos comenta: ‘Esto era una iglesia, quizá los curas enterraban ahí’, después habla sobre un establo y a lo último dice: ‘Mirá, una vez pedimos un camión de tierra para nivelar el fondo que tenía una pileta, los huesos pudieron haber venido con el camión’. Yo nunca vi algo así. Hablando con un maquinista me dice: ‘Es imposible, nosotros tenemos ver todo lo que cae y no vimos nada’. Yo después no lo volví a ver más”, contó Daniel.
Por otro lado, dijo que tuvieron que paralizar las tareas de excavación por varios días debido al macabro hallazgo y que el sospechoso le pidió a los obreros que el muro que estaban construyendo fuera más alto: “Pidió que tenga una hilera más de ladrillos”, recordó.