Misiones
Misioneros recibieron la bendición del Papa León XIV
Hay instantes que quedan grabados para siempre en la memoria. Momentos inesperados que, por su significado y carga emotiva, se convierten en tesoros personales. Así lo vivieron tres misioneros que, a escasos metros del Papa León XIV, recibieron su bendición y, en un gesto cercano, hasta lograron estrechar su mano.
Los protagonistas de esta historia son Diana von Kreitmayr y su hija María González, oriundas de Jardín América, junto a Kevin Cribb, esposo de María y posadeño. La pareja reside en Italia desde hace dos años, mientras que Diana viajó desde Misiones hasta Roma para reencontrarse con ellos. La coincidencia fue perfecta: llegó el pasado 13 de agosto, día de su cumpleaños, y, sin saberlo, viviría una experiencia que jamás olvidará.
“El Papa se fue de Roma a Castel Gandolfo, que es donde tiene su residencia de verano. Está en las afueras de la ciudad, dentro de los llamados Castelli Romani, un grupo de pequeñas localidades al sur, donde el clima es más fresco. Allí está el Lago Albano, que ayuda a que la temperatura sea unos cuatro grados menor que en la capital”, relató González.
El reencuentro entre madre e hija fue especialmente emotivo. María, embarazada y próxima a dar a luz a su primera hija, recibió la bendición del pontífice sobre su vientre. “Nos enteramos que el Papa iría en ese horario gracias a la hermana de Kevin, que vive allí y, por ser religiosa, tiene información cercana sobre la Iglesia y el Papa”, agregó.
La sorpresa fue aún mayor porque, según contó, solo unas 70 personas sabían que el Papa llegaría a esa hora, lo que les permitió verlo de muy cerca. Aun así, el despliegue de seguridad fue importante, con presencia de guardias suizos, policías y custodios.
“Al haber tan poca gente, él pudo acercarse y saludar a quienes estábamos de cada lado de la calle. Primero pasó en su auto con vidrios polarizados y pensamos que eso era todo. Pero después se bajó y comenzó a caminar, saludando a la gente”, recordó María.
El ambiente se llenó de gritos de “¡Que viva el Papa!”, mientras todos buscaban llamar su atención. Diana, María y Kevin llegaron apenas dos minutos antes de su paso, lo que les evitó una larga espera bajo el fuerte sol de agosto.
Tras saludar de cerca a los presentes, el Papa ingresó a su residencia y se asomó una sola vez desde el balcón para despedirse. “Yo no me abalancé para que no me lastimen ni aprieten la panza. Solo le dije ‘sono incinta’ (‘estoy embarazada’) y él hizo una bendición en el aire hacia mi vientre. No hubo más palabras, porque la gente lo rodeaba y le besaba la mano”, contó la joven jardinense.
Pero para María, lo más emocionante no fue el momento personal con el Papa, sino ver la felicidad de su madre. “Llegó a Roma hacía pocas horas, después de un vuelo largo y con cinco horas de diferencia horaria. Pudo verlo de cerca, besarle la mano y decirle que es de Argentina. Todo esto, además, el día de su cumpleaños número 59. Fue el mejor regalo que pudo recibir”, expresó con emoción.
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